Escribe: Camila Parodi
A días de un nuevo 8M, dirigentes, activistas e investigadoras sindicalistas y feministas realizaron un segundo encuentro intersindical y trasnacional para organizar las principales reivindicaciones de cara al Paro Feminista. En ese marco, hablamos con dirigentas sindicales de Chile, Uruguay, Rosario y Buenos Aires (Argentina) sobre los desafíos y estrategias para esta nueva manifestación.
Si bien la acción de frenar la producción del sistema capitalista hace parte de una experiencia colectiva e histórica del pueblo trabajador, la irrupción del primer paro feminista durante 2016 en la Argentina funcionó como una visagra en la concepción de la huelga. Esto se debe a la necesidad de visibilizar todas las opresiones. Si bien, la radicalidad y potencia feminista profundizó la experiencia, hablar de huelga o paro feminista hoy, necesariamente, implica también asumir una mirada de clase en torno a los debates feministas.
Tras la primer huelga internacional de mujeres, lesbianas, travestis, trans y personas no binaries en 2017, la relación entre trabajo y las tareas feminizadas, la visibilización de los trabajos productivos-reproductivos, el endeudamiento y el reconocimiento de los trabajos del cuidado ocuparon un lugar central en los debates y reflexiones colectivas de los feminismos. Nosotras movemos el mundo ¿Qué pasa cuando lo paramos? ¿Quién asume nuestras tareas cuando no las hacemos? ¿Cómo impacta en el mundo la huelga feminista? Sobre esto, las dirigentas y activistas feministas con experiencias sindicales tienen mucho para decir…
“Hacemos huelga para visibilizar la importancia de las tareas que llevamos a cabo. Paramos, y al hacerlo, se para el mundo. Hoy vamos más allá y decimos que la huelga va por la vida que nos deben” sostuvo al respecto Liliana Leyes de Ate Rosario. Desde esta perspectiva, Clarisa Gambera, integrante de la CTA Autónoma (CABA) explica que cada 8M “expone la crisis económica, al sistema neoliberal que no resuelve la posibilidad de una vida digna para nadie y menos para las mujeres”.
El 8M hace parte de la genealogía feminista pero también de la clase trabajadora, explica la Secretaria General de ATE-Rosario, Lorena Almirón: “Venimos de la lucha de las mujeres obreras textiles de Nueva York, que fueron asesinadas. Nos parece importante hacer un paralelo entre las luchas de aquellas mujeres y las de hoy: indígenas, lesbianas, trans, travestis, trabajadoras formales e informales, de los barrios, de los lugares donde nos precarizan. Por eso, es necesario definir un paro internacional y plurinacional para visibilizar todas nuestras luchas y en defensa de nuestras vidas, de nuestros derechos”.
Hoy, el paro feminista nos impulsa a reflexionar en clave de interseccionalidad, multidimensional y complejidad. No es posible entender las violencias y las formas de opresión sin asumir esa mirada: “Ya no hay manera de explicar las violencias sin relacionarlas con el sistema que las genera, las produce y las reproduce de manera permanente” sostiene al respecto la dirigenta de la CTA-A, Clarisa Gambera.
Gabriela Segovia es Delegada e integrante de la Comisión de Género y Equidad del Sindicato de la Administración Nacional de Usinas y Trasmisiones Eléctricas (AUTE). Un espacio de trabajo masculinizado donde las mujeres asumen únicamente las tareas administrativas o de comercialización. Desde esa experiencia explica que, para las sindicalistas, el 8M “es un día de lucha y reivindicación. Es el día del año para reivindicar nuestra lucha cotidiana por la equidad, por el igual acceso a las oportunidades”.
Por su parte, Pamela Valenzuela, vocera sindical de la Coordinadora 8M de Chile, recuerda que aquello que comenzó como una discusión en torno a la pensión de las trabajadoras concluyó en una huelga plurinacional. Así, su primer encuentro plurinacional llevó las demandas en clave de evidenciar la lucha unificada: “Luchar por un trabajo digno; erradicar las violencias y el acoso de los espacios laborales y sindicales; construir feminismo en los espacios de trabajo; levantarnos en huelga en el marco del 8M”
Para Gambera, el encuentro de las luchas sindicalistas con las feministas no sólo potencia la transformación social y la lucha contra las desigualdades, sino que también “al enlazarse todas estas dimensiones nos permite avanzar en la construcción de un feminismo que es popular, de las trabajadoras”. Esta experiencia pone de manifiesto “la necesidad de anclarnos en unidad de acción en esta idea de que trabajadoras somos todas. Y que ese trabajo reproductivo, también es productivo en términos de que genera riqueza”. En ese marco, sostuvo que una de las enormes ganancias del 8M es “volver a reconciliar la idea de los sindicatos como organizaciones de la clase trabajadora y los feminismos”.
A días de un nuevo 8M, diferentes ciudades se preparan para volver a las calles luego de dos años de pandemia por COVID 19. Se esperan manifestaciones masivas que pongan de manifiesto la organización feminista y el sostenimiento de la vida por parte de las mujeres y disidencias a través de los trabajos del cuidado. En Rosario, la organización del nuevo 8M ya está en marcha: “Las asambleas son en las plazas. Nos parece primordial después del encierro, volver a las calles. Cada lunes se llena de mujeres y disidencias. El lunes pasado fuimos más de 300 mujeres y disidencias alrededor de la ronda debatiendo, más allá de las diferencias políticas, un solo objetivo que es el que nos mueve cada 8M”.
En la ciudad de Buenos Aires las asambleas y espacios organizativos también van comenzando a definir las principales demandas en una marcha masiva. Al respecto, Gambera, agrega que “se va a abrir la agenda política de este año con fuerza, vamos a tener más músculo para enfrentarnos en esta coyuntura. Por supuesto que el eje es la deuda, las condiciones de endeudamiento y lo que significa la impunidad de que los que se fugaron esa plata no la estén pagando y la estemos pagando el pueblo, nosotras”. Y sostuvo: “Hay que recuperar esa experiencia de encabezar la resistencia como hicimos durante el macrismo, porque estamos ante una etapa de nueva avanzada”.
En Uruguay, este 8M no será igual a los anteriores. Se trata de la primera manifestación masiva y feminista durante el gobierno de derecha de Lacalle Pou y está marcado, particularmente, por la avanzada anti derechos: “La salida masiva a las calles será clave para nosotras, estamos atravesando una coyuntura muy trascendental para nuestra clase trabajadora y también para nosotras como mujeres, porque en este mes el 27 de marzo se vota un referéndum con la intención de derogar 135 artículos por la “Ley urgente consideración” votada en plena pandemia. Una ley que incide negativamente en los derechos de las mujeres, en los derechos conquistados y, sobre todo, en temas de violencia de género” , argumenta Segovia.
En lo que corresponde a su organización, desde la Comisión de Género realizó una proclama estableciendo la necesidad de que “el paro del 8M sea solo de mujeres y disidencias y que los hombres ese día acompañen en las tareas. Porque nuestra consigna sigue siendo que si paramos las mujeres para el mundo, entonces ese día tenemos que demostrar que si nosotras no estamos se nota y la forma de demostrarlo en el ámbito del trabajo es que paremos solo nosotras”. En ese sentido, para la delegada, este 8M tiene un doble desafío: “salir masivamente a las calles de todas las ciudades y además conquistar también nuestro nuestro derecho como mujeres sindicalistas” explica.
El pueblo chileno también atravesará un 8M distinto, esta vez, a días de la asunción del gobierno progresista de Gabriel Boric. Un gobierno que, en sus primeras acciones tuvo gestos con el movimiento feminista. Sin embargo, para la vocera de la Coordinadora 8M resulta imprescindible la salida masiva a las calles y la demostración de fuerza por parte del movimiento feminista: “Nos declaramos en autonomía de nuestras decisiones con respecto a los gobiernos, partidos, espacios laborales y así seguimos teniendo fuerza porque nuestros derechos no siempre están adquiridos siempre pueden perderse entonces la lucha sigue aunque el gobierno nuevo diga que será garante de nuestros derechos. Los derechos que ganamos no los tenemos, tenemos que sostenerlos en la calle. La autonomía y la calle no se pueden perder nunca” , apuntó.
Esta vez, las trabajadoras feministas llegan al 8M con un proceso colectivo previo. A pesar de las diferencias, las experiencias y obstáculos comunes las acercan a procesos de unidad. Luego de debates y construcción de consensos durante el II Encuentro de Feminismo y Sindicalismo en Rosario, desde los activismos sindicales se consolida un nuevo desafío: construir redes internacionales y feminismos populares que resistan y luchen por la vida digna de los pueblos.
Dejamos para descargar el documento de síntesis del encuentro: