Organizado por la Fundación Rosa Luxemburgo, el 19 y 20 de abril en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, se realizó “Radicalizar la democracia”, dos jornadas en aulas de la universidad pública donde miles de feministas de 25 países debatieron sobre los desafíos y objetivos políticos que las encuentran. Ante una fuerza transnacional que las elige como enemigas, fortalecer la unidad para decidir sobre el futuro.
Por Redacción Marcha
Era viernes por la noche y la semana laboral pesaba sobre las miradas. Algunas llegaron tras extensas horas de vuelo; otras, con pesados bolsos desde territorios dentro de Argentina. Todas estaban expectantes y se sentía en el aire. Un encuentro feminista que reunió durante dos días y en aulas de la universidad pública a militantes de 25 países.
Organizado por la Fundación Rosa Luxemburgo, el 19 y 20 de abril en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, se realizó “Radicalizar la democracia”, un evento para debatir, intercambiar experiencias y construir acuerdos por parte de los feminismos sin fronteras.Un espacio multidisciplinario e intergeneracional que convocó a decenas de organizaciones sociales y políticas para debatir el futuro y los mundos posibles.
¿Cuáles son los ejes que nos permiten leer el contexto actual? ¿Cuáles son los límites y las potencialidades de los feminismos al momento de unir fuerzas? ¿Es posible construir alternativas a partir de las experiencias exitosas compartidas? ¿Cómo hacemos visible nuestras demandas y de que no es posible proyectar el futuro común sin nosotras?
La bienvenida estuvo a cargo de Alex Wischnewski, coordinadora del programa global de feminismos de la Fundación Rosa Luxemburgo y aquí repasamos algunas voces que nos dejaron los paneles de apertura y las prácticas exitosas de alguno de sus talleres.
Un repaso que nos recuerda la importancia de seguir haciendo política juntas.
A quiénes se enfrentan hoy las feministas en Argentina y el mundo
“La extrema derecha está poniendo en cuestión la memoria histórica. El ataque y la batalla simbólica y cultural son parte de eso”, interpeló Victoria Freire, legisladora de la Ciudad de Buenos Aires por Unión por la Patria, quien introdujo en el panel de apertura del encuentro una de las preocupaciones más importantes en la coyuntura para las feministas: la construcción de sentido común por parte de la extrema derecha hoy en el gobierno. “Desde el campo popular necesitamos construir ese proyecto de transformación que sea integral”, agregó. Y de repente, el reivindicar la rebeldía y la insurgencia ya estaba en boca de todas.
Para Lucía Cavallero, economista e integrante del colectivo Ni Una Menos, “las feministas somos oposición por nuestro programa político”, y analizó en qué momento nos encontramos: “El fascismo está poniendo en riesgo nuestra capacidad de organizarnos”. Y arengó: “Porque recordemos que no hay reacción si antes no había fuerza, compañeras”.
Para Claudia, “la Negra” Albornoz, referente de la organización social y política La Poderosa, radicalizar la democracia significa que «al feminismo le tenemos que poner más feminismo y pasar a la acción”. Para ella, “las mujeres somos quienes históricamente perdimos derechos, entonces no podemos esperar más porque hoy la urgencia son los territorios».
“En este país se está peleando un montón”, caracterizó Vanina Biasi, diputada nacional por la Ciudad de Buenos Aires del Frente de Izquierda- Unidad. “En todas partes el pueblo en Argentina está luchando. Estamos en las calles resistiendo desde que este gobierno no tenía ni protocolo represivo», agregó, proponiendo salir a ocupar los lugares comunes.
«Es que si castigas a quienes están en el motor de la transformación, ¿qué propones? ¿Ganar para no transformar?”, interpeló Irene Montero, secretaria política de PODEMOS, ex ministra de Igualdad del España, candidata y militante de la Internacional Feminista. Había comenzado un debate picante que atravesaría todo el encuentro: desde dónde radicalizar la democracia -¿calles y/o instituciones?- y sobre todo, cómo avanzar a pesar de las críticas que vienen desde los sectores más cercanos. “Entonces, ¿para qué sirven la política y la democracia? Gracias a los feminismos es que podemos sostener la esperanza», finalizó.
¿Cómo construir unidad en la diversidad?
Aunque expositivos y de auditorio, los tres paneles de apertura del encuentro ya fueron una instancia para el debate. Porque otorgaron insumos para seguir construyendo alternativas. Uno de los colores de los feminismos en Argentina es el consenso, la unidad para perseguir objetivos políticos comunes que mejoren de raíz la calidad de vida de mujeres y LGBT+.
«Es a través de lo colectivo que nos hacemos más libres”, inició durante el segundo intercambio, Jorgelina Matusevicius de la organización política Marabunta. “Ya no alcanza con las luchas fragmentadas, necesitamos construir hegemonía social y unidad”, propuso y nos recordó: “No estamos derrotades, lo estamos demostrando y lo seguiremos haciendo”.
Por su parte, Marina Femenía, parlamentaria regional en el Parlasur e integrante de La Cámpora, nos animó a seguir ampliando alianzas: “Tenemos que pensar en los feminismos regionalmente”. Y retomó una frase histórica: “La derecha fascista es nuestro enemigo. Por eso, unidas o dominadas porque sino los intereses extranjeros nos llevan puestas a todas».
Sobre los horizontes hacia dónde ir, Gloria Mamani de la organización regional Vía Campesina, nos recordó una deuda de la democracia: «Nosotras, mujeres campesinas y sembradoras de la lucha en nuestros territorios celebramos encontrarnos y debatir. Porque es el horizonte que anhelamos: una patria con soberanía alimentaria y una reforma agraria».
Virginia Silveira del Mocha Celis compartió el carácter histórico de que una travesti “esté inaugurando un encuentro” y llamó a proteger el derecho al trabajo “porque hay compañeras que están siendo echadas del Estado y se están prostituyendo en las calles”.
Mientras que para Celeste Fierro, diputada por la Ciudad de Buenos Aires por el Frente de Izquierda- Unidad, “peleamos contra el saqueo y quienes atacan los bienes comunes desde hace tres décadas. Porque no tenemos que resignarnos, tenemos que cambiarlo todo”.
Radicalizar y revolucionar
“La extrema derecha nos propone en Argentina un plan de desarme del Estado que está en contra del movimiento sindical. Y para eso tenemos que volver a conversar con toda la sociedad porque detrás de cada despedida hay un derecho lesionado». Con estas palabras Clarisa Gambera, directora del departamento de Género de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE), analizó la situación de captura, saqueo y transferencia de los recursos públicos hacia los sectores privados que está llevando adelante el gobierno actual en el país.
En el último panel de apertura se propuso lo obvio, ser desobedientes y en palabras de Claudia Korol, feminista internacionalista y edicadora popular de Pañuelos en Rebeldía, se propuso “revolucionar” y eso significa honrar la vida común. “Una de las propuestas de este encuentro es oponernos a la necropolítica. Porque en función del antiterrorismo se está atacando con guerra, represión y extractivismo a los pueblos del mundo», compartió.
Por último, Caren Tepp, concejala de Rosario por Ciudad Futura, retomó los conceptos y recordó que el territorio que la eligió como representante “fue la única ciudad que no movilizó el 8M porque los gobiernos -nacional y provincial- quisieron plantear una guerra”. Y llamó a los feminismos a ser parte de las decisiones ciudadanas y las proyecciones políticas: “Necesitamos una crítica certera, una imagen de futuro y una estrategia”, expresó y finalizó: “Debemos pensar cómo llenamos de contenido la idea de radicalizar y revolucionar la democracia. Debemos tomar lo mejor de las luchas populares, feministas y de DDHH».
Un encuentro para compartir prácticas exitosas
“¿Qué significa ganar, ser exitosas desde los feminismos? ¿Qué es lo importante en la disputa por los derechos para todas nosotras?”. Con este puntapié, Amelia Martínez Lobo de la Fundación Rosa Luxemburgo Madrid, iniciaba la conversación sobre lo que nos abraza y nos hace pensar en el futuro: las prácticas exitosas desde los feminismos contemporáneos.
“El lenguaje es performativo y visibiliza realidades que no se habían sentido interpeladas”, agregó. Es que cuando los objetivos de transformación social que llevan adelante los movimientos feministas se vuelven públicos, todo es modificado. “Hay una cuestión de memoria. Cuando somos públicas es saber que si estamos aquí es por las que han venido detrás, hacer genealogía feminista. Además, poner en valor la cultura militante en tiempos de soledad porque las feministas sabemos que solas no podemos pero con las amigas sí”.
Una de las experiencias más exitosas en Argentina es la de Mocha Celis. Una organización que promueve la educación, el trabajo, la vivienda, la salud y la cultura de las personas travestis, trans y no binarias, y que surgió tras llevar adelante un bachillerato popular para la dignidad. “Soy un fiel ejemplo de dónde ganamos y por qué. Desde muy temprana edad las travestis y las trans transformamos los espacios donde vivimos”, aportó Virginia Silveira.
Contar la experiencia en primera persona les hizo reflexionar al punto de construir un horizonte político: “Construir conocimiento y ser productoras de sentido es fundamental para llevar nuestras historias a todos lados”, agregó Silveira quien además fue parte del panel de apertura del encuentro el viernes por la noche. “Para nosotras, ganar es empezar a decir el mundo en el que queremos vivir. Empezar a tener decisiones y representatividad, pensar la política con nosotras adentro”, finalizó, emocionando a quienes estábamos escuchando.
Para los feminismos ganar es transformar lo cotidiano, que es político. Así nos lo hizo saber Lur Albizu Etxetxipia quien es integrante de Sortu, el partido-movimiento creado en 2011 que lucha para impulsar la liberación nacional y social de Euskal Herria. “Nuestro movimiento nació al calor de diferentes luchas emancipadoras obreras y feministas”, contó, trazando una línea histórica y una metodología dialéctica sin fronteras a retomar. “Y si ganamos fue porque la importancia estuvo en la territorialidad, en la coordinación de acciones y en el abordaje de las primeras problemáticas de la vida como la crisis de los cuidados”.
“Ganar es disputar sentido, politizar a la sociedad. Poner en tema un debate ya es ganar para nosotras”, agregó Victoria Berniche, integrante de Ciudad Futura, el movimiento político popular que en Rosario, Santa Fe, logró instalar que el derecho a vivir sin miedo es posible. “Entender qué es lo que quiere la sociedad, elevar sus demandas y construir propuestas es algo superador y una victoria política”. Es que este espacio político, en alianza con otros de corte progresista lograron ser representativos de la ciudadanía sin abandonar la esperanza.
Por su parte, Natalia D’Amico de la Campaña Somos Plurinacional compartió un caso de éxito y de transformación al interior del movimiento -y de la historia- feminista, el de haber modificado la nomenclatura del Encuentro que nos convoca cada año desde que comenzó la democracia. “El éxito de una campaña de comunicación se explica por la trayectoria previa de compañeras y compañeres”, reflexionó la militante y finalizó: “El reconocimiento de la plurinacionalidad en nuestros Encuentros fue porque visibilizamos las diferencias y esto es resultado de una práctica exitosa en la que debatimos y entramos todes”.