Uno de los paneles más multitudinarios y uno de los debates más actuales en la “academia” y en las redes. La rebeldía es desobediencia y también propuesta, dos características feminismos. Así fue el intercambio por parte de militantes y referentes sociales y políticas en el marco de “Radicalizar la democracia”.
Por Redacción Marcha
“Si la rebeldía es de derecha, deberíamos llamarla de otra manera”. Con esta frase inició uno de los paneles más convocantes y una respuesta a la tesis académica y tuitera de que la rebeldía se volvió de derecha. Una propuesta que requiere mirar los acontecimientos sociales y políticos en Argentina, la región y el mundo desde una mirada histórica, amplia, con enfoque en los derechos. Sin olvidar la transformación que proponen los feminismos.
Es que tras el triunfo electoral de Javier Milei en noviembre del año pasado, y ante la emergencia digital de una narrativa audaz, pero a la vez conservadora, múltiples intentos de respuestas comenzaron a circular desde los ámbitos de izquierdas y progresistas. ¿Cómo un sello electoral sin identidad ni programa logró alzarse con el gobierno del país? ¿Cómo es que el caos encantó a las juventudes? ¿La extrema derecha es antisistema?
Organizado por la Fundación Rosa Luxemburgo, el 19 y 20 de abril en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, se realizó “Radicalizar la democracia”, un evento para debatir, intercambiar experiencias y construir acuerdos por parte de los feminismos sin fronteras. Un espacio multidisciplinario e intergeneracional que convocó a decenas de organizaciones sociales y políticas para debatir el futuro y los mundos posibles.
Dentro de esta propuesta integral y para leer el contexto se organizó el panel: “¿La rebeldía se volvió de derecha?”; y para intercambiar con la mirada puesta en las conclusiones que surgen desde diferentes experiencias militantes estuvieron Isa Serra (PODEMOS, España); Irina Karamanos (Internacional Feminista, Chile); Judith Goetz (Investigadora, Austria); Lucila de Ponti (Movimiento Evita, Argentina) y Celeste Murillo (Pan y Rosas, Argentina). La moderación la realizó Vanina Escales (CELS) y retomamos las frases que más resonaron.
La rebeldía es una actitud colectiva caracterizada por la resistencia o el desafío a la autoridad, entendida de forma amplia. La desobediencia a un orden o el incumplimiento de una obligación que no se considera justa. Puede ser positiva o negativa. También un show.
“La derecha encontró un lenguaje para canalizar la insatisfacción de las poblaciones. Y esto es una certeza dentro de la incertidumbre”, afirmó Celeste Murillo al tomar la palabra y aventuró una hipótesis que problematiza la materialización de las políticas de género en el Estado. “Si esas narrativas, que ganaron legitimidad social, se traducen en opciones electorales es porque otros gobiernos se intentaron apropiar de los feminismos”.
“¿A qué poder opresivo se rebelan?”, interpeló generando sonrisas cómplices, Irina Karamanos refiriéndose a los grupos conservadores que se pretenden protagonistas. “Estas narrativas de la ultraderecha han sido muy efectivas para captar juventudes, pero dañan generando anti política”, advirtió, preocupada por el engaño y la traición que significan los planes fundamentalistas, de extrema derecha y neoliberales a los mandatos electorales.
En Chile, tras décadas de terror del mercado y un estallido social de dignidad donde los feminismos estuvieron en la primera línea destituyente- constituyente, emergen nuevos desafíos. “Si representaran una rebeldía, debería haber propuesta pero lo cierto es que son una clara oposición frente a los avances feministas y colectivos”, agregó la militante feminista. Entonces, “es una nueva estrategia para que el poder se mantenga donde siempre ha estado y se puedan reproducir los privilegios”, finalizó a tono de reflexión.
Isa Serra fue diputada y hoy es portavoz estatal de PODEMOS, en España, allí donde la violencia política de los fascismos es amenaza directa contra los cuerpos y las subjetividades de quienes representan ideales de izquierda. Viajó para debatir sobre las razones profundas de por qué las extremas derechas actuales decidieron tomar los ejecutivos, los legislativos, el poder judicial y dar además la batalla cultural antifeminista.
“Estamos en una situación de crisis neoliberal a nivel global y esto dio lugar a la disputa ideológica”, afirmó, sosteniendo que detrás de la irrupción de reacciones conservadoras en la esfera pública hay procesos sociales complejos de alejamiento entre los pueblos y la política. “La reacción son los matones que nos suelta el poder”, compartió Serra, y nos animó a pensar más allá de la coyuntura: “Tenemos que ser muy valientes para ofrecer un proyecto alternativo y aquí recordar que los feminismos que estamos construyendo representan el mayor movimiento de transformación, y va de lo popular a lo institucional”.
“Es importante la autocrítica. ¿Qué pasó cuando ocupamos la institucionalidad? ¿Cuál fue la distancia entre lo enunciativo y la materialidad de la vida? Hay un problema y tiene que ver con la frustración democrática. Entonces, ¿qué es lo que hoy representa la estatalidad para nuestro pueblo?”, problematizó Lucila de Ponti volviendo a la experiencia argentina.
Por su parte, Escales, en rol de moderación precisó: “Necesitamos otros marcos teóricos, porque en el Sur tenemos feminismos que son capaces de enfrentar y dar respuestas novedosas y creativas a lo que propone la ultraderecha”. Es allí donde se dio paso a la investigación y a las conclusiones de la teoría surgida del trabajo de Judith Goetz.
“La extrema derecha adopta estrategias de la izquierda con mucho más éxito”, afirmó la investigadora y finalizó tomando postura en base al título del panel de debate: “Prefiero llamarles rebeldes conservadores o conformistas”, y avanzó: “esto puede ser una contradicción, pero estos grupos no buscan cambios progresivos sino la restauración de valores o estructuras tradicionales buscando preservar las relaciones de poder”.
De frente a “las nuevas derechas”
Otro de los ejes de debate -y unión- fue el impacto de las alianzas de la derecha en el Sur Global. En ese sentido, referentes intercambiaron sobre cómo la figura de terrorismo adoptada por los Estados provoca la militarización de los territorios y la privación de los bienes comunes para las comunidades y los pueblos. «En Sri Lanka hay una caminata por la justicia inspirada en las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Ellas simbolizan la lucha por los desaparecidos, pero también por la tierra», contó Manimekalai de Sri Lanka trayendo a la audiencia una genealogía mundial: la búsqueda de memoria, verdad y justicia.
Por su parte, y más cercana, Francisca Fernández Droguett de Acción Global Feminista de Chile propuso una interpelación: “Lo que tenemos que radicalizar son los internacionalismos. Tensionar incluso lo que nos hace encontrarnos para crear nuestras propias políticas. Volver a la memoria larga y al cariño de los pueblos, donde hay mucho aprendizaje. Porque ésta es también una disputa de los tiempos”. Desde los territorios se teje la solidaridad. Es que “dentro de las resistencias hay una capacidad creativa que no podemos darnos el derecho de olvidar”, agregó Claudia Korol, educadora popular.
Una vez más, los feminismos tuvieron la última palabra.