Análisis de las elecciones 2013 en Argentina

Publicado com exclusividade pelo site da Fundação Rosa Luxemburgo, artigo do professor de Economia Julio Gambina avalia tendências da conjuntura politica argentina após as eleições legislativas recém realizadas, que marcam a metade do atual mandato de Cristina Fernández de Kirchner.
 
Argentina: elecciones parlamentarias 2013, principales resultados y consecuencias en el escenario político

 
Julio C. Gambina[1]
Con las elecciones parlamentarias en Argentina, celebradas el 27 de octubre de 2013, se cumplen 30 años de gobiernos constitucionales, entre 1983 y 2013. Se eligieron la mitad de los diputados (127) y un tercio de los senadores (24). Ahora se abre una nueva década con la expectativa de un nuevo turno presidencial en el 2015.
Estas elecciones corresponden al medio turno del segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner (CFK), entre 2011 y 2015. Vale recordar que en 2011 fue reelecta con más del 54% de los votos. Según la Constitución Nacional no puede volver a ser electa, pues cumpliría sus dos mandatos posibles, entre 2007 y 2011 y entre 2011 y 2015. Podría ser nuevamente candidata a presidir la Argentina pasado un periodo luego del fin de su actual gestión.
Estas elecciones legislativas corresponden a la mitad del mandato presidencial y CFK, la principal referente del gobierno, no fue candidata. En esta ocasión se renovaron una parte de los cargos del Parlamento Nacional (diputados y senadores) y de los respectivos poderes legislativos provinciales y municipales de la Argentina. Más allá de todo análisis en la coyuntura, con este resultado se inició el proceso político de agrupamientos y referencias para discutir la gestión del capitalismo en el país para el periodo 2015 a 2019.
Los datos
Sobre 30.635.465 electores en todo el país, se consignan en la votación a diputados, según datos oficiales[2], 22.590.227 votos afirmativos (95,55%); 723.498 votos en blanco (3,06%); 309.093 votos nulos (1,31%); 18.298 votos recurridos e impugnados (0,08%). La abstención alcanza, según esta información a casi 7 millones de personas, un 23%. Es uno de los niveles más bajos de abstención en elecciones parlamentarias, obligatorias en la Argentina.
En función de esos registros, la composición de la Cámara de Diputados resulta como sigue:

Agrupaciones políticas Votos 2013 % Estimación de cargos
FRENTE PARA LA VICTORIA Y ALIADOS (1) 7.487.839 33,15 132
UCR, PARTIDO SOCIALISTA Y ALIADOS (2) 4.829.679 21,38 54
FRENTE RENOVADOR Y ALIADOS (3) 3.847.716 17,03 19
PRO Y ALIADOS (4) 2.033.459 9,00 18
OTROS (5) 1.538.380 6,81 15
UNEN (6) 581.096 2,57 7
FIT Y ALIADOS (7) 1.154.657 5,11 3
UNIÓN POR CÓRDOBA (8) 515.848 2,28 3
UNIDOS POR LA LIBERTAD Y EL TRABAJO (9) 469.336 2,08 3
MPN (10) 132.217 0,59 3

Fuente: Ministerio del Interior y Transporte. Resultados electorales consultados el 3/11/2013
La situación en el Senado de la Nación no es muy diferente y por lo tanto, el cuadro político que surge de la reciente elección legislativa, para diputados y senadores, puede resumirse del siguiente modo:
a) El oficialismo. La mayoría simple se obtiene con 129 diputados, con lo cual, el partido de gobierno (1) mantiene mayoría propia, y puede obtener apoyos de algunas otras agrupaciones políticas, por ejemplo de la provincia de Neuquén (10). En el Senado ocurre algo similar. De estos agrupamientos que expresan el “oficialismo” surgen varios presidenciables: El actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli; el gobernador de la provincia de Chaco, Jorge Capitanich; o el de la provincia de Entre Ríos, Sergio Urribarri. Todos ellos son autoridad del Partido Justicialista (el peronismo)[3]. Claro que también pueden construirse otras opciones dentro del peronismo en los próximos dos años.
b) La “oposición sistémica”, también de origen peronista, integrada por desprendimientos del partido de gobierno y referenciados en el peronismo histórico (no kirchnerista), se deben considerar a lo principal del (3) liderado por Sergio Massa (con votos en la provincia de Buenos Aires) más (8) con votación en la provincia de Córdoba, e incluso la posibilidad de sumar otros agrupamientos, que puede involucrar al PRO (4), liderado por Mauricio Macri, Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (llegado a la política de la mano del ex presidente peronista Carlos Menem entre 1989 y 1999), e incluso sectores minoritarios de UNEN (6), una alianza organizada en la Capital Federal (Ciudad de Buenos Aires). Los principales presidenciables de este espacio son Sergio Massa, que fuera jefe de gabinete en el primer gobierno de CFK (Jefa del peronismo aun declinando el cargo formalmente, que está vacante según se manifiesta en el sitio de internet del Partido Justicialista, el PJ. Al mismo tiempo, existe declaración formal de las autoridades en respaldo a CFK de fecha febrero del 2013[4]) y Mauricio Macri, dos veces intendente de la ciudad de Buenos Aires entre 2007/2011 y actualmente desde 2011 hasta 2015. Ambos pueden organizar a futuro una alianza, aunque en el presente manifiestan voluntad de presentarse por separado. Es un espacio a la derecha del gobierno, con críticas a las alianzas externas con los países del ALBA y a los vínculos privilegiados con la región latinoamericana. Estras fuerzas aspiran por recrear un mayor acercamiento a las posiciones de EEUU.
c) La otra “oposición sistémica”, producto de la alianza radical y socialistas (2) puede agruparse con la parte mayoritaria de UNEN (6) y otros agrupamientos provinciales y municipales. Las aspiraciones a disputar la presidencia en 2015 provienen de Julio Cobos, de la provincia de Mendoza, referente de la UCR (partido que presidió el gobierno argentino con Alfonsín entre 1983/1989 y luego con De la Rúa entre 1999 y 2001). Cobos fue el vice de CFK en 2007/2011. También emerge con aspiraciones Hermes Binner, líder socialista y gobernador de la provincia de Santa Fe entre 2007/2011, que fuera segundo en las presidenciales del 2011 a 40 puntos de CFK. Existen otros dirigentes con aspiraciones en este espacio político y que seguramente se anotarán en la carrera electoral en el próximo periodo. Son sectores referenciados como liberales democráticos e incluso socialdemócratas.
d) La oposición “anti-sistémica”, con especial visibilidad en la izquierda trotskista (7), alianza de distintos partidos que lograron expresar una referencia anticapitalista y por el socialismo. En este ámbito puede incluirse la nueva izquierda, que presentó candidaturas en algunas provincias, con resultados diversos, sin incorporar nuevos legisladores nacionales, con presencia en el movimiento sindical, territorial, estudiantil y juvenil, en alianza con los actuales diputados Víctor De Gennaro y Claudio Lozano (5), históricos militantes y organizadores de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) desde los comienzos de los años noventa. Son agrupamientos políticos visibles desde la crisis del 2001, especialmente en Buenos Aires,  la Capital Federal y Santa Fe. Entre todos alcanzan el millón y medio de votantes – el trotskismo incorpora tres diputados nacionales.
Estos agrupamientos pueden articular una “unidad de acción legislativa” con otros bloques y actuar como referencia de las movilizaciones y dinámica de la protesta social. Incluso pueden intentar alianzas electorales hacia el 2015. Entre los principales líderes aparecen Jorge Altamira del Partido Obrero y Víctor De Gennaro, histórico fundador de la CTA.
Un gran interrogante será el accionar del nuevo senador por la ciudad de Buenos Aires, Fernando Pino Solanas, electo por UNEN (6) y de vínculos históricos con la CTA. Su discurso se mantuvo crítico al modelo productivo y de desarrollo en el país, especialmente activo en las denuncias del acuerdo YPF con Chevron relativo a la explotación de hidrocarburos no convencionales bajo la tecnología del fracking. Algunos cuestionamientos a la alianza política con sectores del radicalismo y otros sectores políticos conservadores para lograr la banca en el Senado, podrán superarse si Solanas sostiene su prédica en defensa de os bienes comunes y la soberanía nacional, que puede acercarlo a la izquierda parlamentaria y especialmente al activismo social y ambiental que demanda la construcción de alternativas políticas.
e) En el rubro “otros” (5) existen diputados que pueden hacer alianzas con cada uno de los otros agrupamientos que hemos manifestado anteriormente, o sea con el gobierno, con la oposición sistémica, e incluso con la oposición anti-sistémica. Todo ello vinculado a las diferentes iniciativas políticas que se desplieguen en el animado escenario de la política en la Argentina.
 
La votación en los principales distritos
Vale la mención a estados provinciales y municipales porque el partido de gobierno, el Frente para la Victoria, se mantiene como primera minoría electoral y con mayoría suficiente para sus logros legislativos (no necesitará de otras fuerzas políticas para hacer funcionar al Parlamento).
Pese a ello, se ratifica un resultado adverso en los principales distritos electorales, casos de la provincia y la ciudad de Buenos Aires, en Córdoba, Santa Fe y Mendoza. En rigor, en 14 distritos disputó entre el segundo y el cuarto lugar, manteniendo la preeminencia solo en 9 provincias. La cuestión federal será un tema de interés para la disputa en los años venideros hacia la definición por un nuevo turno de gobierno en la Argentina del 2015 al 2019.
En este sentido “federal” se juega el oficialismo y también la oposición sistémica para dirimir candidatos presidenciables. Es una oposición que disputa la gestión del capitalismo local. Sea el intendente del municipio de  Tigre, Sergio Massa,  ganador de las elecciones bonaerenses, el mayor distrito electoral de la Argentina, como el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, que carga sobre sus espaldas la derrota del oficialismo en el mayor distrito electoral; Sergio Urribarri (Entre Ríos) o Jorge Capitanich (Chaco) que aspiran cada uno a ser heredero del gobierno de CFK; o Julio Cobos (Mendoza), Hermes Binner (Santa Fe) o José Manuel De la Sota (Córdoba), todos estos, ganadores en estas elecciones en sus provincias.
En esta campaña y en los primeros mensajes de balance electoral no se escuchó una sola voz para modificar el rumbo del modelo productivo y de desarrollo, ni en el oficialismo ni en la oposición sistémica. Solo emergen orientaciones para corregir lo que se considera falencias en las decisiones de una inserción virtuosa en el capitalismo global en tiempos de crisis.
 
Los próximos años de la presidencia de CFK
Restan dos años de la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner (CFK) y muchas incógnitas, especialmente en materia de política económica.
En rigor, el presente turno gubernamental de CFK es el tercero de un ciclo iniciado por Néstor Kirchner entre 2003 y 2007 y los dos turnos de CFK desde 2007. Los datos estadísticos difundidos por el gobierno aluden a una “década ganada” entre 2003 y 2013, como si se tratara de un solo gobierno, en el cual se inserta el periodo de Néstor Kirchner y los dos de CFK.
En el balance de la década merece recordarse el objetivo que se propuso Néstor Kirchner en su discurso de asunción de hace 10 años, el 25/5/2003, al pronunciarse por “reconstruir el capitalismo nacional”. Puede discutirse el carácter nacional, especialmente por la ausencia de una burguesía de carácter nacional, es decir, antiimperialista, pero no debe negarse que el capitalismo local superó los problemas económicos (valorización de los capitales) de la recesión 1998-2002 con años de crecimiento a un promedio del 8% entre 2003 y 2011, salvo el 2009, pero desde el 2010 el curso de la evolución económica se presenta errática y con tensiones sociales que intentan ser contenidas con política social masiva favorecida por recursos fiscales provenientes de la primarización exportadora del país, una cuestión estructural que comparte con toda la región latinoamericana. Son casi 4 millones de subsidios a menores bajo la Asignación Universal para Hijos (AUH) que es masiva aun cuando no alcanza el objetivo “universal”. Pero también involucra a 2 millones de nuevos jubilados y pensionados sin aportes previsionales, aun cuando el 73% de los jubilados nacionales, que totalizan unos 6 millones de personas, apenas perciben el menor ingreso de seguridad social que apenas alcanza al 50% de la canasta necesaria de bienes y servicios para satisfacer necesidades básicas,
Ahora, en esa recuperación de la década, los que más ganaron son las transnacionales, no solo vinculado a la producción de soja o a la mega minería, sino las terminales automotrices, los bancos, especialmente los transnacionales, a la cabeza del ranking de rentabilidad en los últimos tres años (2010/2012).
Estos sectores hegemónicos en la economía de la Argentina disputan la renta socialmente generada por la vía del aumento de precios. La inflación es un asunto crecientemente preocupante desde 2007, con tasas que ascienden al 25% aproximadamente por año. Es un tema generador de insatisfacción social y que explica, según opinan diversas fuentes, la caída de la elevada votación en 2011, del orden del 54% al reciente 32% del 2013.
Entre 2003 y 2007, la política económica satisfizo la demanda de ganancias empresarias, junto a la difusión del empleo y la mejora relativa del ingreso de los trabajadores. La estadística señala que el desempleo se redujo del 21,5% a mediados del 2002 (luego de la gran crisis del 2001) al 7% en la actualidad; y un nivel establecido de línea de pobreza (según ingresos) de 57% en 2002 a un tercio en la actualidad. Se recuperó la negociación salarial para los trabajadores regularizados (inscriptos y con servicios sociales) aun cuando el trabajo informal solo se redujo desde el 48% en 2002 al 34% en el presente, un dato estructural no conocido en la experiencia laboral de la Argentina. El consenso electoral al kirchnerismo se construyó  sobre la evolución económica percibida por gran parte de la población empresaria y trabajadores, algo que parece deteriorarse en la coyuntura actual.
No solo se trata de la carestía de la vida, sino de serios problemas económicos, entre los que destaca la crisis energética. El gobierno de CFK impulsó la expropiación parcial de Repsol durante 2012 para instalar la gestión estatal de YPF, la principal petrolera de la Argentina, que gestiona el 35% de la matriz petrolera en el país. Se pretende desde YPF suplir el déficit de combustibles que insume importaciones de 13.000 millones de dólares anuales. Para ello se encaró una negociación para asegurar la producción de los hidrocarburos no convencionales con la transnacional Chevron, una de las grandes operadoras monopólicas del mercado mundial. Es un camino complejo no solo por la Chevron, demandada por poblaciones de pueblos originarios del Ecuador por 19.000 millones de dólares, con tratamiento en la justicia argentina, sino también por las resistencias diversas que se procesan ante la producción de hidrocarburos con tecnología depredadora como la “fractura hidráulica” o fracking, a la que ya se han opuesto cerca de 20 municipios.
Sea por la inflación o la crisis energética, lo que se discute es el modelo productivo y de desarrollo. Es que los cambios operados a la salida de la crisis del 2001 parecen haber llegado a su límite y lo que se discute es ahora quien debe gestionar el capitalismo en la Argentina. La mayoría de la votación, sea por los candidatos del “oficialismo” o los de la “oposición sistémica” no discuten la tendencia que se afirma en la Argentina desde los años noventa por el cultivo de soja transgénica, que significa el 50% de los ingresos por exportaciones primarias y agroindustriales; como por la creciente recepción de inversiones externas para la promoción de la megaminería a cielo abierto, altamente depredadora de los bienes comunes; o la dinámica industrial sustentada entre otros por el sector automotriz, altamente concentrado en capitales externos y fuertemente importador de autopartes, lo que implica serios problemas a la hora de identificar fuentes que generan déficit de divisas en la Argentina.  Ese modelo productivo es sustentado por oficialistas y opositores que solo discuten quien gobierna el capitalismo en Argentina.
La cuestión del precio del dólar es clave para entender parte del descontento social. La realidad reconoce un tipo de cambio oficial cercano a 6 pesos por dólar y un precio paralelo (ilegal) de 10 pesos por dólar, como resultado de una disputa por las divisas, requeridas por el gobierno para cancelar deuda pública e importaciones necesarias para el funcionamiento productivo del país, Pero también demandadas por sectores económicos que pretenden mejorar rentabilidad por sus producciones y exportaciones, tanto como alternativa de ahorro ante desconfianza en la moneda de la Argentina y la evolución de la situación económica.
La respuesta del gobierno de CFK desde el 2011 y ante el holgado triunfo del 2011 (54% de los votos) se presentó con variadas medidas, entre otras, la restricción a la circulación de las divisas, con frenos a las importaciones, limitación a la adquisición de las divisas, limitación a la remisión de utilidades al exterior y encarecimiento vía impuestos a las compras en el exterior con tarjetas de crédito (especialmente el turismo).  En ese marco se anunció una “sintonía fina” que no terminó de consolidarse, y que esencialmente suponía un ajuste fiscal sostenido en la baja de los subsidios a los servicios públicos y otras medidas de contención del gasto. El interrogante, ahora con una votación que ronda el tercio de los votos, es cómo, cuánto y cuándo se retoma la política económica de “ajuste” sugerida hace dos años.
Son variados los temas sobre los que existen expectativas cruzadas de diferentes sectores sociales. Una cuestión remite a la aceleración de los precios, base de un conflicto social en ciernes, especialmente con el anuncio de un paro nacional con movilización lanzado para el próximo 20 de noviembre del 2013 por la CTA y la CGT, sectores sindicales y de organizaciones territoriales de trabajadores con gran capacidad de movilización y representación. Obviamente que las patronales pretenden contener la demanda de mejoras en los ingresos populares, apuntando a disminuir las pretensiones salariales en las negociaciones paritarias de este fin de año y el próximo.
Otra cuestión alude al precio del dólar y en general de las divisas, disputadas por el gobierno y los sectores hegemónicos. El turismo hacia el exterior puede significar una salida superior a los 10.000 millones de dólares anuales, y la factura de importación de combustibles puede alcanzar los 13.000 millones de dólares. Al mismo tiempo, el gobierno argentino se propuso ser fiel pagador de la deuda, y según declaraciones de CFK, en los últimos 10 años se cancelaron más de 173.000 millones de dólares de la deuda pública. Es una cifra gigantesca que erosiona los recursos fiscales y las reservas internacionales, puesto que el Parlamento autoriza cancelaciones de deuda con las reservas internacionales que administra el Banco Central de la República Argentina, BCRA.
No en vano, de un máximo de 52.000 millones de dólares de stock de reservas a fines del 2011, el saldo actual apenas supera los 34.000 millones de dólares y en caída. En estos días, agravando el diagnóstico, el gobierno aceptó cancelar las sentencias del CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones y que actúa bajo la órbita del Banco Mundial) abonando con títulos de la deuda por 500 millones de dólares. Vale mencionar que la Argentina es el país con más demandas receptadas en el CIADI, a propósito del cambio de política económica desde el 2002.
A ello debe sumarse el accionar en la justicia de EEUU de inversores que no ingresaron al canje de deuda del 2005 y 2010 por unos 12.000 millones de dólares y la deuda en cesación de pagos con el Club de París por otros 9.000 millones de dólares. El cuadro es altamente preocupante y se asocia a la evolución del tipo de cambio. Lo más probable es que se mantenga el ritmo de devaluaciones recurrentes para evitar el alejamiento del “dólar paralelo” o ilegal, y en todo caso, se potenciarán las restricciones a la compra venta de divisas, los límites a las importaciones, y la penalización a la operatoria en divisas.
La cuestión fiscal pasa a ser relevante, y con el presupuesto 2014 recientemente aprobado y la capacidad legislativa que supone mantener mayorías legislativas del partido de gobierno, todo se reducirá a la orientación que lleve adelante el poder ejecutivo en materia de asignación y reasignación de partidas, con especial incidencia en las provincias y en los municipios.
 
Balance de tres décadas de gobiernos constitucionales
La primera década se construyó desde la esperanza por la recuperación y vigencia constitucional (1983) hacia la institucionalización de una reestructuración regresiva del capitalismo local desde 1987/8 y especialmente en el turno presidencial desde 1999. Claro que queda el saldo de los juicios a las juntas militares en 1985, que empujó la lucha de la sociedad por los derechos humanos y que explican la continuidad de un enjuiciamiento que no tiene fin desde la presión y demanda del movimiento popular.
La segunda década pasó de la consolidación del aperturismo económico, la inserción internacional subordinada, la flexibilidad laboral y las privatizaciones, la sojizacion y la mega minería a la crisis del 1999/2003. En esa etapa bajo la presidencia de Eduardo Duhalde (2002/03) se propuso «recomponer el orden» que la rebelión popular de diciembre del 2001 había desarticulado. La cuestión del poder volvía a ser central en la discusión de la Argentina y por eso se imponía “imponer el orden” para volver a la normalidad del capitalismo.
La tercera década empezó con la propuesta de Kirchner de «reconstruir el capitalismo nacional» y termina sin modificar la extranjerización económica, el poder de las transnacionales de la biotecnología y la alimentación en la concentración sojera y productiva exportadora; la megaminería, el poder de la banca transnacional, las terminales automotrices; la hipoteca de una deuda publica en crecimiento y acuerdos con el FMI y el Banco Mundial, con anuncios de arreglos en el CIADI y con el Club de París.
En tres décadas gobierna y legisla una constelación de partidos y grupos que tiene en la cúpula al PJ y la UCR, que aun desdibujados (expresión de la crisis política) colectan votos de la sociedad. Si algo hace falta es construir una alternativa política de izquierda. La base electoral no es desdeñable y debiera expresarse en acciones de unidad legislativa y especialmente en el ámbito del movimiento popular y las acciones de crítica y resistencia callejera, con organización popular.
En la Argentina como en la región se discute el cambio político iniciado con el nuevo siglo. El debate es sobre el rumbo y la clave está en la capacidad el movimiento popular por desplegar iniciativa política que genere un sentido común mayoritario contra el orden capitalista, que establezca límites a la continuidad de la ofensiva del capital sobre el trabajo y la naturaleza y se pueda gestar una nueva experiencia de organización social, económica, política y cultural por la emancipación.
Buenos Aires, 4 de noviembre de 2013
 


[1] Doctor en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires, UBA. Profesor Titular de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, UNR. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP.
[2] Sitio en internet del Ministerio del Interior y transporte en http://www.mininterior.gov.ar/ y más precisamente en la información de los resultados sobre el 97,34% de las mesas escrutadas, en: http://www.resultados.gob.ar/resultados/99/DDN99999.htm (Consultada el 3/11/2013)
[3] Sitio en internet del Partido Justicialista: http://www.pj.org.ar/institucional (Consultado 3/11/2013)
[4] http://www.pj.org.ar/institucional (Consultado el 3/11/2013)

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