«Tierra para la vida, territorio para la democracia», un encuentro urgente ante el avance de la ultraderecha

*Por Anabella Antonelli para La tinta / Imagen de portada: Ana Medero.

 

“Que la democracia está en peligro. Que crecen discursos donde se la pone en duda. Que la desigualdad también crece, al ritmo del racismo y del odio antipopular, misógino, contra quienes se levantan para protestar. Que está en alza la arenga adoradora de privilegios y violencias que llama a desmovilizar, que enarbola banderas expropiadoras, colonialistas y patriarcales. Que la ultraderecha encontró cómo volver y que lo hace con fuerza”.

 

Estas palabras, seguidas de un cúmulo de preguntas, iniciaban la invitación a participar del encuentro abierto a la comunidad, que se realizó el sábado 25 de noviembre en la ciudad de Córdoba. “Pensamos mucho la fecha de este encuentro -explicó Ana María de la Fundación Rosa Luxemburgo-. La decidimos porque sabíamos que, ganara quien ganara, teníamos que encontrarnos para seguir pensando la agenda de Tierra para la vida y territorio para la democracia, porque la derecha ya había ganado”.

 

Tierra para la vida

 

Un rincón del salón se dispuso para dejar y compartir ofrendas: cultivos agroecológicos, banderas y materiales de distintos movimientos y pueblos en lucha, semillas, sahumos y objetos preciados compusieron ese altar. Cerca de las 11 de la mañana, Noelia Feldmann del EO abrió el encuentro con una carta que Rosa Luxemburgo le escribió desde la cárcel a su amiga Sophie Liebknecht. En su cama, quieta y sola, “envuelta en estos múltiples paños negros de las tinieblas, del aburrimiento, del cautiverio en invierno”, Rosa sentía una felicidad interna indefinible y desconocida: “Yo creo que el secreto de esa felicidad no es otra cosa más que la vida misma (…) pienso en usted y tengo tantas ganas de compartirle esta llave mágica, para que siempre y bajo cualquier circunstancia perciba lo bello y viva en la embriaguez de la vida”.

 

La primera ronda de charlas, moderada por Sandra González del EO, con cada intervención, dibujó un mapa de la lucha por la tierra en el país. Estuvieron presentes la Mesa Nacional de Barrios Populares, el Movimiento de Ocupantes e Inquilinos (MOI), la Unión de Trabajadores Rurales (UTR), la Federación de Organizaciones de Base (FOB), la Asamblea por la vida de Chilecito y Defensoras del agua del Famatina, más la intervención de experiencias comunitarias de Jujuy.

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Imagen: Ana Medero

Con la certeza de que vienen tiempos difíciles de persecución para aplicar el paquete neoliberal, Lila Calderón, de Dignidad Rebelde (Neuquén) e integrante de la Mesa Nacional de Barrios Populares, llamó a hermanarse, reaccionar y cuidarse. “Nosotros nacimos al calor de la lucha y estamos dispuestos a pelearla, porque lo que ganamos con lucha lo defenderemos con lucha”, dijo, dando cuenta del trabajo por la urbanización y reconocimiento de los barrios populares en el país, y el acceso a servicios básicos para más de 5 millones de personas. Javier Montalvo, del mismo espacio y del Movimiento de Trabajadores Excluidos, agregó: “Hay que cuidar a nuestros compañeros en este momento de transición. Si tenemos miedo, está bien, pero no nos tiene que paralizar, porque la paralización del miedo nunca conquistó derechos”.

 

Carla Rodríguez, del MOI, narró: “Cuando surgió mi organización, en pleno menemismo, fue muy importante juntarnos con otros, pero también conocer la experiencia de otros países para enamorarnos de las ideas ancestrales de autogestión, de comunidad organizada en el territorio, pero también interpelando al Estado”. Entendiendo que vienen a “apretar el acelerador del saqueo”, la tarea es “ir construyendo entendimiento, buscar aliados en el Congreso. Hay que compartir las recetas de cómo resistieron otros países como Brasil y de cómo impulsar políticas, marcos normativos o leyes. Tenemos que sacar balances, dar pasos juntos, cuidarnos, volver a hablar los que no hablábamos, conocer y debatir. Tenemos que correr cada vez más la representación y fortalecer la participación sustantiva, porque un día vamos a tener que ser gobierno nosotres, un nosotres grande, para que esto no pase más”.

 

Organizada en la localidad de Sebastián Elcano, Mónica Ponce, de la FOB, contó la lucha que dieron contra los agrotóxicos, la construcción de alternativas para les jóvenes y la experiencia de participar en la vida institucional de su localidad. Compartió la necesidad de reagruparse, buscar apoyo en todos los sectores y seguir el ejemplo de Ramona Bustamante, campesina que, hasta sus 96 años, defendió su tierra de empresarios sojeros.

Por su parte, desde UTR, Luciana Marini trajo la realidad inestable y precaria de les trabajadores del cinturón verde de Córdoba y la necesidad de generar más vinculaciones campo-ciudad. Expresó que la carencia de tierra, el avance del desarrollismo inmobiliario y del agronegocio, y la desvalorización del trabajo expulsa a las familias, genera abandono de la actividad agrícola y una migración a pueblos alejados de los centros de acopio. “Es un momento, sin perder lo conquistado, de empezar a tejer cada vez más redes, federalizar las discusiones y fortalecer los espacios que venimos construyendo, escalando nuestros ensayos de autoorganización”.

La última intervención previa al debate estuvo a cargo de Pía Silva, de la Asamblea por la vida de Chilecito y Defensoras del agua del Famatina, quien compartió el proceso de resistencia a cinco empresas mineras que quisieron instalarse en su territorio en los últimos 20 años. “La autodeterminación nos permitió decir ‘no queremos que nuestros territorios y nuestros cuerpos sean zonas de sacrificio’”, expresó. Remarcó la importancia de la participación vecinal para enfrentar hoy la pretensión del gobierno riojano de reformar la constitución para la explotación del litio (similar a la de Jujuy). “Estamos en shock después del domingo, porque evidencia discursos negacionistas, fascistas, racistas, de odio, que ocupan lugar en nuestras conversaciones cotidianas -señaló-. Nos preguntamos a qué interlocutores les hablan y qué espacios hemos cedido como organizaciones y como vecinos para que avancen. No podemos dar un paso atrás ni ceder espacios a esas narrativas de la democracia que no es la que nosotres reinventamos día a día y que tratamos de construir”.

 

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Imagen: Ana Medero

Territorio para la democracia

 

Después del almuerzo a cargo de les compañeres del Frente de Organizaciones en Lucha, Moro Vaez, integrante de la FOB, abrió el segundo momento recitando el poema Petra, de su autoría:

 

“Morir se ha convertido en el mejor pasatiempo de aquellos que tenemos una piedra en la cabeza y, de tanto fantasear con otro mundo, nos olvidamos de vivir en este que está lleno de olor a mugre y a podrido. Pero no es así, no viene así de fábrica, a este mundo lo malcogimos nosotros, y entonces algunos, algunas (…) nos vamos a vivir a algún lado donde podamos vivir y resistir entre tanto ruido murmurando que no se puede más, que así no vamos a ninguna parte, que suceder así no tiene gloria…”.

 

“Territorio para la democracia” fue el nombre de la segunda ronda de charlas, moderada por Lorena Arias, del EO, en la que participaron integrantes del Movimiento de Trabajadores Sin Techo (Brasil), Movimiento de Pobladores UKAMAU (Chile), Comuna Esperanza (Córdoba), Ciudad Futura (Rosario) y Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP).

 

“Pido permiso para llegar, como enseñan las religiones afro de Brasil, en este que es un territorio sagrado”, comenzó Rudrigo Rafael e Souza del MTST. Como viniendo del futuro, habló sobre la resistencia del pueblo brasilero a la “pesadilla bolsonarista”. “La respuesta institucional a la extrema derecha no puede ser la única herramienta de lucha”, explicó y reflexionó sobre la necesidad de transformar los métodos según la coyuntura política, manteniendo un análisis crítico revolucionario y la estrategia de hacer grandes tomas de tierra, construyendo nuevos modos de vida colectivos y de vínculos sociales, “que el capitalismo, el racismo, el colonialismo, el patriarcado tratan de destruir en el cotidiano”. La articulación amplia con movimientos sociales y la movilización callejera tiene que ir de la mano de procesos de organización permanente en los territorios, sigue Rudrigo. “Quien no está organizado va a sentir la necesidad de organizarse y hay que tener la capacidad de hacer esa convocatoria”.

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Imagen: Ana Medero

“En 2018, el escenario era un Lula en la cárcel, Bolsonaro diciendo en su discurso de victoria que el MST y el MTST son movimientos terroristas, después una pandemia donde el presidente decía que no compraría vacunas, que la gente tenía que salir a la calle y movilizaba a la extrema derecha a hacer actos políticos en defensa de la intervención militar. Era un escenario desesperado que cambió gracias a la organización popular y a emergentes como los hinchas defendiendo la democracia, y por un proceso de movilización que desembocó en la Campaña Fuera Bolsonaro, el espacio de coordinación política más grande de las últimas décadas”, señaló.

 

“De la derrota se sale luchando”, comenzó Aland Castro, compartiendo un análisis del proceso chileno de los últimos años. Narró cómo la vida de endeudamiento que proponen las políticas neoliberales, que solo producen pobreza, generó en Chile un agotamiento en las capas medias y en las más empobrecidas, que derivó en el estallido social de 2019 y la construcción y elección de una nueva constitución. Advirtió sobre los peligros de hablar para las personas convencidas, al mismo tiempo que reflexionó sobre cómo incorporar a la vida política a sectores que no venían vinculados. “No nos dimos cuenta de que el sentido común de nuestro pueblo estaba capturado por la ultraderecha”, expresó y llamó a utilizar todas las formas de lucha.

 

El tercer orador fue Alejandro Gelfuso, de Ciudad Futura, que sintetizó su apuesta en la ciudad de Rosario con la frase: “Defender la vida y construir lo nuevo”. En su intervención, analizó las amenazas actuales a la democracia: la pobreza, la desigualdad, la violencia y las subjetividades rotas, además del centralismo de Buenos Aires en la construcción de alternativas de país. En el terreno institucional, el desafío, sigue Alejandro, es no tener una participación testimonial, sino lograr avances que mejoren las condiciones de vida de las personas. “La política que no escucha también es una amenaza a la democracia. Lo que hoy vivimos es producto de una crisis de representación que, desde el 2001, nunca se recompuso totalmente”, reflexionó.

 

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Imagen: Ana Medero

En el mismo sentido, Mercedes Ferrero, de Comuna Esperanza, explicó: “Para nosotros, el triunfo de La Libertad Avanza demuestra un agotamiento social bestial y de un modelo político que se disoció de la vida de la gente”. La apuesta electoral que comenzó este año, cuenta, surgió de la necesidad del territorio: «La privatización de un bien común como es el río y entender que se venía un gobierno de derecha, más condicionado por el arco nacional y popular, o de ultraderecha, como finalmente pasó, nos hizo comprender que teníamos que ocupar la institucionalidad. También como una herramienta de autodefensa. Hay muchas experiencias institucionales a lo largo y ancho del país, y hay que asumir esa responsabilidad”.

 

Pablo “Nori” Martínez, de la UTEP, fue el último orador. Reflexionó sobre la responsabilidad de los movimientos sociales en la victoria de Milei: “Lo único que nos cabe como responsabilidad es no haber tenido la fuerza necesaria para transformar lo que necesitábamos”, aunque destacó los logros del sector de la Economía Popular en los últimos años. “Tenemos que construir una democracia expresiva porque, con una representativa, vamos a perder”, concluyó.

 

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Imagen: Ana Medero

En el debate, ya concluyendo el encuentro, una de las organizadoras tomó la palabra. “No nos une el espanto, nos une el cariño sincero, el respeto sobre las construcciones que se han desarrollado, la certeza de que están acá compañeres en los que confiamos, que han construido o elegido otras alternativas, pero lo siguen haciendo desde abajo -dijo Noelia del EO-. Hoy no creo en las decisiones aceleradas sin dirección, como movimientos populares tenemos un acumulado impresionante, hemos militado adrede con las banderas de Memoria, Verdad y Justicia, un legado que nos dejaron las Madres, Abuelas y los movimientos piqueteros, y tenemos que reforzar las de Tierra, Techo y Trabajo, que van a ser refugio en los momentos oscuros (…) Tenemos que poder construir un proyecto que enamore, que den ganas de seguir con vida, no uno que dé terror, porque en los barrios populares y en el interior de nuestra patria ya está todo perdido. Necesitamos escucha y humildad para los momentos que vienen. La creatividad para imaginar el proyecto, estoy segura, está en el centro mismo de las periferias”.

 

Entre poesía, batucada e intercambio de ofrendas, cerró el Encuentro Tierra para la vida, territorio para la democracia, con la certeza de que será uno de los muchos espacios que toca habitar para tejer redes cada vez más amplias y fuertes.