Una casa trans desde donde construir una comunidad
Por Marta Dillon
En el corazón del barrio de Kreuzberg, en Berlín, ahí donde los olores de la comida típica de lugares distantes de Alemania se mezclan con el de las frutas que se venden en jugo y las cervezas derramadas la noche anterior, hay un espacio donde el silencio es una invitación. No a callar, sino a la escucha.
Hay que quitarse los zapatos para entrar a esta casa cuyo nombre está escrito en español y mandarín -Casa Kua, o casa trans- a donde se llega porque su existencia circula de boca en boca entre personas trans, intersex, trabajadoras sexuales, migrantes, que buscan en este espacio un refugio de las violencias que circulan a diario en donde intercambiar saberes, encontrar contención y acceso a la salud integral.
A pesar del silencio, en el taller del fondo de esta casa en planta baja, la habitación que sigue a la Biblioteca Lohana Berkins -la querida traviarca argentina fallecida en 2016-, un grupo de cinco aprende sobre instalaciones de electricidad que se brinda para personas trans y bipoc -negras, indígenas y personas de color, según la sigla en inglés (black, indigenous and people of color)- como parte de las múltiples y diversas actividades de Casa Kua, un centro comunitario y de salud trans* inter* queer antirracista. Una casa abierta única en su especie en Alemania y en Europa, aunque sus coordinadorxs reconocen alguna familiaridad con una casa en Amsterdam que abrieron trabajadoras sexuales trans y otra en Londres, pero de características diferentes.
Tzoa, Naikee y Alex son quienes coordinan el sueño palpable de este espacio refugio y de salud para les últimxs en la ciudad de Berlín, personas trans, sin papeles, negras, indígenas, migrantes, de color. Y lo que ofrecen es inusual. Atención psicológica, acupuntura, depilación láser, partería queer, medicina china; además de grupos de reflexión y debate.
Bajo los plátanos de Mariannenplatz, a dos cuadras de Casa Kua, en una ronda sobre el césped, les coordinadores que llegaron de diferentes ciudades a Berlín, se desmarcan de la palabra “activismo”. Y es que están cansades de la ocupación de ciertos términos por parte de la corrección política que oculta el racismo y el cis-sexismo.
Tzoa: Prefiero no usar esa palabra, aunque probablemente me corresponda por lo que hago a diario. Pero es como una cuota que tranquiliza a muchas personas, de izquierda y de derecha pero que deja afuera a muchas otras. Tendría que pensar más tranquilamente una palabra alternativa a activismo para definir mi trabajo cotidiano.
Naikee: No sé si me considero activista, pero de todos modos creo que ser trans y estar expuesta todo el día es una forma de activismo. También es cierto que a veces es cansador que ser trans y ser activista sean el mismo acto.
¿Cómo es el marco legal de reconocimiento de las personas trans en Berlín?
Alex: El marco legal está cambiando, y al mismo tiempo no es del todo claro porque hay algunas leyes que están en revisión en la Corte Suprema. Para una persona trans siempre depende si sos blanca, depende en qué área de Berlín te muevas, depende de cuán visible seas. En Berlín hay muchas áreas donde hay neonazis… depende de si tenés trabajo, de cuál es tu estatus… la violencia que recibimos las personas trans y sus familias está atravesada por muchos aspectos.
Tzoa: Ahora hay un certificado que se emite para personas intersex, lo cual claramente no es para todes. Pero, además, para ser reconocido en tu identidad te exigen revisiones médicas, consultas psicológicas, todo un dispositivo de control médico por el que muches no estamos dispuestes a pasar. Así no se reconoce nuestro derecho a la identidad. Para nosotres es una demanda contar con un documento, pero no en estos términos.
¿Ese certificado se requiere también para acceder a tratamientos hormonales o a cirugías que permitan expresar la identidad de género?
Naikee: Sí, también. Por eso en Casa Kua también facilitamos el acceso a hormonas por fuera del sistema médico. Sea porque a alguien le sobró de su propio tratamiento o porque hay profesionales que las donan.
Tzoa usa pronombres masculinos, Naikee femeninos y Alex ambos, él o ella le funcionan del mismo. Tzoa y Naikee llegaron a vivir en Berlín desde otras ciudades de Europa, Alex en cambio, llegó a Berlín desde Argentina, aunque nació en España porque su papá y su mamá fueron refugiados políticos en los 70. Les tres son personas racializadas y en su tarea construyen comunidad trans, pero son críticxs también en relación a la existencia misma de tal comunidad en Berlín.
Naikee: Es difícil pensar en una comunidad, mucho más si lo que imaginamos es una comunidad homogénea. Sucede que si vos sos visible, y más si sos trans femenina -que somos las que más violencia sufrimos cotidianamente-, otra gente se refiere a vos para que ayudes a alguien que está haciendo su transición. Y aun cuando pudiéramos hacerlo, los procesos son distintos, a veces muy intensos, y puede ser un disparador para las cosas que te están pasando personalmente. Creo que sería bueno que no sólo las personas trans seamos responsables de crear o sostener esa comunidad, porque es realmente agotador.
Alex: Es cierto que hay distintos grupos que se conectan o no. Para mí es difícil pensar en una comunidad sobre todo por la diversidad de intereses y las diferencias que hay entre personas blancas y racializadas. En mi caso, hay muchas cosas que no comparto con otras personas u organizaciones trans. Por ejemplo, algunos años atrás hubo una gran discusión sobre un oficial de policía trans que estaba en el área de investigaciones de la policía y algunos grupos creían que era bueno incluirlo en eventos de la comunidad. Y la verdad que no es lo que yo quiero discutir y esa es una decisión para mí, yo lo que quisiera es directamente desmantelar la policía. No me interesa hablar de policías que ya están incluidos sino de las personas que no tienen papeles, ni acceso a la salud u otros derechos. Creo que hay muchas maneras de hacer comunidad y por eso nosotres estamos haciendo Casa Kua. Pero no quiero estar en un movimiento que lucha por la inclusión en la policía.
Tzoa: Hay también muchos grupos que tienen estructura y acceso a financiación, y también sabemos que en esos grupos mucha gente ha experimentado racismo. Ser trans no alcanza para hacer comunidad. Por eso prefiero hablar de comunidades antes que pensar en singular. Porque entre los grupos trans también hay quienes defienden al gobierno alemán en la guerra contra Irak, por ejemplo. Y aunque a veces se pueda converger en una marcha, nosotres elegimos siempre marchar por zonas como Sonnenallee porque ahí hay más migrantes, turcos, musulmanes, árabes… y no hay tantos neonazis…
Alex: …que de verdad dan mucho miedo.
El nacimiento de Casa Kua, hace un año y en medio de la primera ola de pandemia por el Covid 19 ¿tuvo que ver con esta emergencia?
Tzoa: Tuvo que ver sobre todo con la necesidad de tener un espacio para personas trans que al mismo tiempo hayan experimentado el racismo. Esto no existía ni en Berlín ni en Alemania, tampoco en el resto de Europa; salvo en Amsterdam donde hay una clínica que llevan adelante trabajadoras sexuales trans.
Naikee: Nuestro intento es poder ofrecer apoyo y recursos para gente que no lo tiene. Por ejemplo, tenemos una depiladora láser que muchas chicas trans vienen a usar. También tenemos médicxs para casos de emergencia y otros profesionales y practicantes de la salud a quienes de otro modo no podrían acceder, como psicólogxs, acupunturistas, parteras…
Alex: Y también son importantes los grupos de escucha y de reflexión, los talleres. En este tiempo se hicieron muchos y los temas son muy variados. Desde las cosas prácticas hasta pensar juntes como convivimos con la muerte, y cómo acompañamos los procesos de enfermedad. También estamos arrancando grupos de consumos problemáticos de alcohol y otras sustancias.
Tzoa: Otra de nuestras metas es, justamente, hacer converger algunos aspectos de hacer comunidad en el mismo espacio. Tener un espacio donde la gente trans y racializada pueda venir, compartir saberes y experiencias y que podamos construir algo a partir de eso. La gente trae sus propias ideas de lo que se podría hacer en el espacio y eso de alguna manera lo hace crecer y sí, crea comunidad.
¿Y cómo se entera la gente de la existencia de Casa Kua?
Alex: Mayormente por las redes sociales, especialmente a raíz de las restricciones a la circulación debidas al Covid.
Naikee: Pero también llegan por el boca a boca, nos llegan muchos mensajes de personas que escucharon hablar o que alguien les dio una referencia.
¿Cómo sostienen económicamente el espacio y a los profesionales que dan servicios allí?
Tzoa: Tenemos un crowdfunding -el link se puede encontrar en la cuenta de Instagram, @casakua- que ha funcionado muy bien para montar la casa y también algunas de las personas que dan servicios pagan algo del alquiler. Pero nuestra idea es poder seguir ofreciendo servicios accesibles, con una escala de precios que varía según los privilegios de cada quien, empezando desde muy bajos precios. Crear esta escala y esta dinámica va a llevar más tiempo.
¿Siempre fue la idea crear un centro de atención a la salud?
Tzoa: Sí, con un sentido muy claro de que salud no es lo mismo que no tener síntomas, sino que es un equilibrio entre muy diversos aspectos que incluyen también el entorno, la violencia a la que se puede estar expuesto, la posibilidad de compartir con otros y otras. Desde esa perspectiva nos pensamos como un espacio de salud. Por supuesto que muchas veces recibimos pedidos de ayuda más urgentes, como alguien que está sin casa, por ejemplo. Y aunque no podemos dar respuestas inmediatas tratamos de hacer red con otros espacios para migrantes. Yo soy médico chino y también practico la acupuntura y la verdad es que en Europa es muy elitista el acceso a medicinas alternativas a la alópata, eso también fue un punto de partida para Casa Kua.
El lugar donde están es un centro feminista, ¿verdad?
Tzoa: Sí, es un centro de mujeres, más bien, que está cumpliendo ahora su 40 aniversario. Fue una casa tomada, pero en algún momento de estas décadas las mujeres pudieron comprar el edificio al Estado en tanto cooperativa. Al mismo tiempo que estamos felices con la posibilidad de tener el espacio y que, en comparación al resto de los precios de los alquileres el que pagamos es accesible también es cierto que es un espacio de mujeres cis blancas para quienes somos un cupo necesario. Pero ya hay molestias porque no entienden que haya transmasculinidades ni tantas personas trans y BIPOC en general. Y sí, ya tuvimos varias discusiones en torno al racismo.
Alex: Algunas de las integrantes de la cooperativa ya manifestaron que quieren que nos vayamos, es un poco inexplicable porque muchas viven ahí con sus maridos varones cis. Confiamos en que de todos modos vamos a poder seguir sosteniendo el espacio.
¿Por qué decidieron ponerle el nombre de Lohana Berkins a la biblioteca común?
Alex: Lohana fue mi amiga durante 20 años y aprendí muchísimo de ella. Murió hace pocos años y poner su nombre a la biblioteca es muy emocionante para mí. Porque creo que honrar a los ancestros es necesario y definitivamente ella es una de mis ancestras. También para honrar su forma de lucha, su compromiso emocional. En Argentina el movimiento trans es un movimiento en parte gracias a Lohana. De alguna manera también su memoria es como un punto de llegada para construir esa comunidad que queremos.