Por Lorenzo Gutiérrez, Jerovia – Revista de Política Internacional
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Paraguay es uno de los países más desiguales de la región más desigual del mundo como es Latinoamérica, y esa desigualdad está determinada por la gran concentración de tierras. El 80% de las tierras, están en manos del 2 % de la población aproximadamente.
Además es el país de menor carga tributaria de la región, apenas de 12%. Este rasgo se consolida y acentúa a partir del final de la llamada Guerra de la triple Alianza, que librara el país con los Estados de Argentina, Brasil y Uruguay entre los años 1864 y 170.
Hasta esa fecha desde su constitución como Estado independiente, el Paraguay implementó el modelo más autónomo y progresista de Suramérica, bajo los gobiernos de José Gaspar de Francia, Carlos Antonio López y su hijo Francisco Solano López. Periodo en el que se monta la más avanzada infraestructura de la región sin deuda externa. Se habla así del primer ferrocarril de Suramérica, telégrafo, altos hornos, astilleros flota mercante y otros. Las tierras pertenecían al Estado y eran arrendadas a pequeños agricultores que producían en pequeñas chacras. Ese modelo autónomo resultaba insoportable para el resto de la región lo que desató la guerra con los auspicios del imperialismo capitalista británico en expansión.
Finalizada la contienda, el gobierno instalado a tono con el modelo de la región, se dedicó a desnacionalizar toda la valiosa infraestructura montada en el periodo anterior y las tierras, que fueron vendidas a precios bajísimos a empresas de capital anglo-argentino y brasileño para la explotación de yerba mate y tanino, iniciándose lo que se dio en llamar la «Economía de enclave” (1).
Los fallidos proyectos de colonización
El resto de las tierras ubicadas principalmente en la región oriental , fueron objeto desde la primera mitad del siglo XX a intentos de colonización bajo políticas de “reforma agraria” entre los años 30 y 40 con gobiernos populistas, a veces con auspicios de los EEUU, a los efectos de prevenir a la región de los riesgos del comunismo internacional. Con gran parte de las tierras todavía fiscales y en situación irregular, la economía a en Paraguay era de una producción agrícola de subsistencia por parte de campesinos que en pequeñas parcelas producían para su consumo.
La agroexportación como modelo de “modernización”.
El modelo de autoconsumo minifundiario es reemplazado en los años 70 por la producción de renta como consecuencia del aumento de la demanda de algodón. Las pequeñas parcelas orientan su trabajo a la producción del textil, entrando a depender de las nuevas grandes empresas de agro-exportación. A pesar de la precariedad de la economía del país, los años 70 fueron los años dorados de la dictadura de Stroessner como consecuencia, además del incremento de los precios del algodón, a la construcción de la hidroeléctrica de Itaipú en 1973, lo que dio lugar a un ingreso sin precedentes de divisas al país, llegando hasta un 10% de crecimiento (2)
El auge de la soja
A partir de la segunda mitad de la década de los 90 del siglo XX, se inicia un proceso de creciente expansión de la producción de soja en el cono sur latinoamericano impulsada por los buenos precios internacionales, por el aumento de la demanda de potencias emergentes, principalmente China, convertida hoy en el mayor importador de soja y sus derivados (3)
Soja, transgénicos, agrotóxicos y muerte
Según un informe de investigación de Oxfam América (4) en Paraguay el área de cultivo se ha duplicado en el último decenio hasta ocupar el 80% de la superficie destinada a la agricultura. La superficie destinada al cultivo de soja superó los 3 millones de hectáreas en la campaña agrícola 2012/13. Entre 2002 y 2012 esta superficie creció a un ritmo promedio de más de 150 mil hectáreas por año y algunas previsiones apuntan a metas de 7 a 8 millones de hectáreas.
El 70% de la soja producida en Paraguay se exporta en forma de grano. En un inicio la soja se instaló en los departamentos fronterizos de Alto Paraná un 68% de cuyo territorio estaba cultivado con soja en 2010 e Itapúá, donde se encuentran las tierras más fértiles. Posteriormente el cultivo se expandió hacia los departamentos centrales de San Pedro, Caazapá y Caaguazú, desplazando la actividad ganadera hacia el Chaco. La mayor parte de la superficie de cultivo de soja está en manos de brasileños: el 64% en todo el país y hasta un 80% en algunos distritos del área fronteriza. Actualmente, Paraguay es el país del mundo con mayor proporción de superficie cultivada con semillas transgénicas (un 66%), seguido por Argentina, Uruguay y Estados Unidos.
El 95% de la soja que hoy se cultiva en Paraguay es Roundup Ready (RR), modificada genéticamente para tolerar el glifosato (el ingrediente activo del Roundup), aplicado durante todo el ciclo del cultivo. Tanto la semilla como el herbicida han sido patentados por Monsanto, que recauda en Paraguay unos US$ 35 millones anuales en concepto de regalías.
Se debe tener en cuenta el impacto nocivo que supone sobre el entorno y las personas la aplicación de enormes dosis de herbicidas y otros agrotóxicos. Se calcula que en Paraguay se aplican cerca de 30 millones de litros de agroquímicos en cada ciclo de cultivo de soja. De esta manera, pese a su pequeño tamaño, es el sexto país productor y el cuarto exportador de soja del mundo. El incremento de importación de agrotóxicos es exponencial. De 8 millones de kg en 2009 pasó a importar 43 millones de kg en 2013, según un informe de Base-Investigaciones Sociales.(5).
Finalmente y después de las innumerables denuncias hechas por científicos, organizaciones campesinas y Derechos Humanos acerca de la toxicidad de los agrotóxicos, la OMS se pronunció. La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer dependiente de la OMS dictaminó: “Hay pruebas convincentes de que el glifosato puede causar cáncer en animales de laboratorio y hay pruebas limitadas de carcinogenicidad en humanos (linfoma no Hodgkin). También causa daño en el ADN y en los cromosomas de las células humanas”.
Mientras tanto en Paraguay los agrotóxicos se siguen fumigando impunemente en zonas rurales habitadas, exponiendo la vida de paraguayos y paraguayas.
Notas
(1) Campos Luis A. “Apuntes de historia económica del Paraguay” 2da. edición 2013; ed.Intercontinental
(2) Luis Rojas Villagra, “La economía durante el stronismo”, ed. El Lector, mayo 2014
(3) Miguel A. Altieri y Walter A. Penge, “La soja transgénica, una maquinaria de hambre..” Grain, enero 2006
(4) Citado por el periódico digital 5 días el 2-09-2013
(5) E´a, 1 de febrero de 2015″.
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Jerovia – Revista de Política Internacional
Setiembre 2015 – Año 1 – 003
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