Por Florencia Trentini*, Notas
En 1492, los pueblos indígenas eran expulsados de sus tierras. En 2015, también (…) En 1492, el extractivismo alimentó la economía colonial a base del despojo de los pueblos. En 2015, también…
En 1492, los nativos descubrieron que eran indios,
descubrieron que vivían en América,
descubrieron que estaban desnudos,
descubrieron que existía el pecado,
descubrieron que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo
y a un dios de otro cielo,
y que ese dios había inventado la culpa y el vestido
y había mandado que fuera quemado vivo quien adorara al sol y a la luna
y a la tierra y a la lluvia que la moja.
Eduardo Galeano
En esta breve cita de Eduardo Galeano se resume el significado del 12 de octubre para los Pueblos Originarios de Nuestra América. Sin embargo, durante muchos años, aquel terrible genocidio fue invisibilizado detrás de la idea de un “encuentro de dos mundos”, algo que debía ser celebrado y festejado en el “Día de la Raza”.
La conmemoración del “Día de la Raza”, para celebrar “el descubrimiento de América”, fue instituida en 1892, para todas las naciones americanas que en aquel momento fueron “el Nuevo Mundo”, y tiene distintas denominaciones según los países: “Día de Colón”, “Día del Descubrimiento”, “Día de las Américas”, “Día de la Hispanidad”.
Quién no recuerda, durante su infancia, el acto en el colegio con las tres carabelas y el que gritaba “tierra a la vista” detrás de un catalejo hecho con un rollo de cartón. Y un montón de compañeritos disfrazados de “indios” con una pluma en la cabeza. “Indiecitos” que se fascinaban con “los espejitos de colores” y que aceptaban sin resistencia “la civilización” que les traía una vida mejor.
En los últimos años, desde las organizaciones indígenas, la academia, los organismos de Derechos Humanos y otros sectores, se han realizado fuertes críticas a esta “festividad”, remarcando que lejos de un “descubrimiento”, lo que hubo fue un genocidio. Esto ha dado lugar a un debate sobre lo que esta fecha significa o debería significar.
En nuestro país, a partir de un proyecto presentado por el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) en 2007, el “Día de la Raza” se convirtió en el “Día del Respeto a la Diversidad Cultural” y la conmemoración de “la conquista de América” fue reemplazada por un día para la reflexión y diálogo intercultural acerca de los Derechos Humanos de los Pueblos Originarios. Este cambio de denominación fue presentado como un gesto de reparación histórica y como una forma de mostrar la valorización y el reconocimiento a la existencia de “otras” culturas.
Asimismo, los Pueblos Originarios se han ocupado de dejar en claro que no hay nada que festejar y han instaurado la conmemoración del 11 de octubre como el último día de libertad y el inicio de la resistencia. También han buscado destacar que esta tierra no fue descubierta, sino que fue invadida y saqueada.
La denominación de esta fecha no es menor, después de todo estos nombres también implican una disputa por su significado histórico. Sin embargo, más importante que la denominación es pensar en qué situación se encuentran actualmente los Pueblos Originarios de nuestro país.
Una campaña de Amnistía Internacional sostiene que “en 1492 los pueblos indígenas eran expulsados de sus tierras. En 2015, también”. Y remarcan que “queda mucho por hacer”. Asimismo, en otro volantes puede leerse: “En 1492 el extractivismo alimentó la economía colonial a base del despojo de los pueblos. En 2015, también”.
En esta misma línea, una imagen que se está difundiendo por las redes sociales muestra tres carabelas con distintas multinacionales como Monsanto, Chevron y Barrick Gold, acompañada de la frase: hoy, nuevas carabelas nos invaden.
Mientras tanto el avance del modelo extractivo sigue cobrando víctimas en los territorios. Desde hace seis años el 12 de octubre es también el día del asesinato de Javier Chocobar, del Pueblo Diaguita, en Tucumán en manos de terratenientes. Todavía no hay justicia.
No es fortuito que este tipo de episodios se den en provincias donde el modelo del agronegocio avanza a costa de la exclusión y la represión de los Pueblos Originarios, donde los gobiernos provinciales ponen sistemáticamente las fuerzas represivas a disposición de las necesidades del capital agrario y el extractivismo.
Así, más allá de la denominación que le demos al 12 de octubre lo cierto es que a lo largo y a lo ancho de nuestro país los Pueblos Originarios siguen sufriendo las consecuencias de un modelo que para ellos poco ha cambiado a lo largo de todos estos siglos. Una verdadera reparación histórica por los atropellos que han sufrido continúa siendo una de las mayores deudas de nuestra democracia. Mientras tanto, no hay nada que festejar.
*Florencia Trentini, doctora en Ciencias Antropológicas – @flortrentini