"Los derechos humanos se respetan o no se respetan, no hay término medio o matices”

Por Francisco Farina y Nadia Fink 
A raíz de la apertura de su oficina en Argentina, la Fundación Rosa Luxemburgo organizó a prinicipios de diciembre el seminario “Derechos humanos, ayer y hoy, memoria – complicidades – disputas territoriales”. Durante dos días, personalidades históricas, representantes de movimientos sociales y académicos mostraron la actualidad del debate sobre los derechos humanos
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«No se debe pensar que los derechos humanos son algo del pasado”, defendió Vanesa Orieta, una de las participantes del segundo día. Hermana de Luciano Arruga, secuestrado y desaparecido por la policía bonaerense, ella mencionó que en la actualidad las fuerzas de seguridad continúan cometiendo delitos y son responsables de asesinatos y desapariciones de personas, y recordó que es preciso mantener una posición firme al tratar del tema: “los derechos humanos se respetan o no se respetan, no hay término medio o matices».

 
Vea aquí un resumen de cómo fue el primer día – o lea abajo como fue el segundo día:
El rol de las transnacionales
La jornada del miércoles 02 de diciembre comenzó con el panel “El rol de las empresas trasnacionales durante las dictaduras y en la actualidad. Con la coordinación de Verena Glass de la Fundación Rosa Luxemburgo de San Pablo, Brasil, y las exposiciones de la historiadora Victoria Basualdo y el sindicalista brasilero Sebastião Neto.
Basualdo centró su ponencia en la relación entre las empresas y la represión a los trabajadores en la última dictadura. La investigadora de Flacso propuso “una mirada de la dictadura no solo desde la visión política, es decir las organizaciones guerrilleras y su disputa por el poder, sino también desde la historia del trabajo con la creciente organización de los trabajadores”. En este sentido explicó a la dictadura como la respuesta a esa disputa por el sentido de la organización social y la necesidad de “mirar estos procesos históricos desde la clase obrera y la importancia en la disputa entre el Capital y el trabajo”, ya que este es “el eje central donde se dirimen los conflictos.

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Criticó las expresiones hacia la dictadura como algo del pasado y, por el contrario, lo considera un tema de neta actualidad, expresado en la continua aparición de nietos desaparecidos pero también en el avance del esclarecimiento de la responsabilidad empresarial en la dictadura. Anunció que se presentara un nuevo informe con 25 casos de empresas en Argentina, donde se verifican varios ejes de complicidad: las empresas y las fabricas como centros de detención y tortura, como también la logística y el financiamiento para el secuestro y desaparición de los trabajadores organizados, delegados y comisiones internas.
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Sebastião Neto comentó que en Brasil es muy reciente la preocupación por la participación de los poderes económicos en la dictadura. Y explicó que se conformó la “Comisión Nacional de la Verdad”, donde participan veinte organizaciones nacionales, y que profundizaron en investigar las “complicidades de las empresas y las élites políticas, sindicales, religiosas y militares”.
En las investigaciones de la Comisión, de las seis empresas implicadas, “de la empresa automotriz Volkswagen hay mucha documentación interna para profundizar en la investigación”, agregó. Para finalizar, Neto contó que en Brasil “tenemos la ley de Amnistía, que se basa en la teoría de los dos demonios, por eso deben basarse en las leyes internacionales de las violaciones a los derechos humanos para avanzar”.

“Pasados, presentes. Las dificultades de impartir justicia”

El panel fue coordinado por Florencia Puente, coordinadora de proyectos de Argentina y Chile de la fundación Rosa Luxemburgo, y contó con la presencia de Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga, secuestrado y desaparecido por la policía bonaerense. Su cuerpo apareció después de casi seis años de búsqueda; y de Alicia Muñoz Toledo, Dirigente de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI) de Chile.
Antes de que empezara el panel, tomó la palabra Sybille Stamm para saludar fraternalmente a la concurrencia y para comentar: “Vengo del sindicato IG Metall, el más grande de Alemania, y creo que es necesario profundizar el tema de la fabricación, exportación y reconversión de armas. Desde el Sindicato levantamos la consigna ‘Producción para la vida, no producción para la muerte’; ojalá podamos empezar a pensar el tema”.
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Al comenzar su intervención, Orieta recordó que hace pocos días atrás se presentó un nuevo informe de CORREPI, en el cual se confirma que desde la vuelta de la democracia en Argentina en 1983 ya se contabilizan más de 5000 casos de gatillo fácil y más de 200 desapariciones forzadas de personas.
Si bien los crímenes de la dictadura militar argentina se están juzgando, Orieta alertó que no se debe pensar que los derechos humanos “son algo del pasado” y que se cree en la población “una memoria estática”, porque en la actualidad las fuerzas de seguridad continúan cometiendo delitos y son responsables de asesinatos y desapariciones de personas.
Para finalizar, la hermana de Arruga dejó flotando en el aire una frase concreta y que no se cansa de repetir: “Los derechos humanos se respetan o no se respetan, no hay término medio o matices”.
Luego fue el turno de Alicia de ANAMURI, quien antes de abordar el tema del derecho al aborto terapeútico negado en Chile, contextualizó la situación de las mujeres campesinas: “Con el comienzo de la agricultura moderna lo que más nos importa resaltar es la llegada de los agrotóxicos, que son veneno, que son para matar: nos hacen trabajar con la muerte diariamente”.
Afirmó también que “hoy con esta guerra química nos matan solapadamente, no con armas como en la dictadura. Y nos dañan sistema inmunológico y reproductivo”. De allí la importancia del aborto terapéutico, que estaba contemplado por ley y que en 1989 se deregó. La nueva advierte que “no podrá ejectuaarse nunguna acción cuyo fin sea provocar un aborto”.
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Esta lucha cuenta con una propuesta del actual gobierno, que abarca “abortos en caso de peligro por la vida de la madre, inviabilidad del feto de sobrevivir y embarazos por violación. Y por otro lado el movimiento de mujeres chileno, plantean la despenalizacion del aborto en todas sus vertientes: libre, seguro y gratuito”. Por la parte de ANAMURI, exigen que se tome como un tema de salud pública, así como otras enfermedades derivadas del envenamiento por agrotóxicos para las trabajadoras campesinas y, sobre todo, recolectoras.
Tambien, Cachito Fukman, de Asociación Ex Detenidos Desaparecidos, se sumó al panel. Expresó que “este no es el país por el que pelearon nuestros compañeros, un país donde hay Lucianos Arruga, pibes secuestrados por la policía”. También se refirió a las Madres de Ituzaingó como un ejemplo de lucha contra el agronegocio, en un paralelo con la experiencia relatada de ANAMURI. Luego instó a pensar el lugar de la construccion de la memoria: “la memoria oficial busca legitimar este presente” explicó, y recordó a Jorge Julio López, desapareciddo en democracia. Además, afirmó que “los gobiernos constitucionales siguieron sosteniendo los aparatos de seguridad y represivos de la dictadura”.
 
“Los derechos humanos, derechos de las mujeres y derechos de la naturaleza: ¿Hacia el Buen Vivir?”
Rita Segato, Claudia Korol y Raúl Zibechi se respondieron la pregunta de si el Buen Vivir es el horizonte al que se apunta, y si es posible conseguirlo en el corto plazo.
El periodista e investigador uruguayo Raúl Zibechi avisó desde el vamos: “Voy a hablar de luchas, más allá de los progresismos. Es una mirada desde el conflicto social y las luchas populares”.
Y entonces hizo un raccontto de lo que habían sido los levantamientos populares de la región, que derivaron en futuros gobiernos progresistas. “A partir de 2013 comenzó una etapa nueva, como en Brasil que se movilizaron millones de personas en demanda de menos pobreza y de menos desigualdad. A eso se suma la marcha del Tipnis en Bolivia, y este invierno en Uruguay, Tabaré Vázquez quiso imponer una suerte de Estado de sitio a las y los docentes que reclamaban por sus derechos y fue una movilización grande”, detalló.
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Ante la pregunta de qué representan los gobiernos progresistas, explicó: “un sector encaramado en la izquierda política para intereses personales. Llegan y a mano llenas se llevan el dinero. Se han convertido en burgueses robando los bienes públicos”. “No son procesos de cambio, incluso se nota en que y cuando hay protestas reculan, aunque podrían sumarse porque son justas, son reclamos que tienen que ver con el bienestar de la gente”, agregó.
Zibechi propone que “hay que separar aguas, porque yo no quiero reproducir que en el próximo ciclo de luchas, nos usen y se monten como una para surfear en la ola popular”. “Yo no quiero un luche y vuelve”. “Lo que tenemos que hacer no es prepararnos para llegar al gobierno, sino construir nuestros poderes, aunque al principio estemos muy aislados”, explicó.
Respecto de lo que vislumbra como futuro en la región, cerró: “Habrá que luchar, va a haber que seguir luchando. Pero lo que no podemos permitir es que el pueblo ponga el cuerpo, la sangre, los muertos para que después vengan detrás los lobos a paoderarse de las luchas, del vocabulario y, por supuesto, de los bienes”.
Luego fue el turno de la antropóloga Rita Segato, quien en sus investigaciones suele profundizar en el avance del capitalismo sobre los cuerpos y territorios. Primero se refirió a que el Estado como estructura “pone un signo de interrogación en nuestra fe cívica”. Y agregó: “Si ben jamás se ha demostrado que funcione, estamos de acuerdo en que pueda existir un grupo de personas que entra a ese edificio que es el Estado y a partir de esa posición (y posesión) pasan a administrar las vidas de las personas y que pueden cambiar el rumbo”.
Respecto del “discurso de los derechos humanos”, Segato aclaró que “tiene la idea de la inclusión, en la ciudadanía, en la libertad, pero que ha sido un discurso que intenta colocar una valla de protección entre la presión empresarial y el Estado. Vemos una sociedad cada vez más excluyente y una sociedad cada vez menos portegida”. Entonces puntualizó en la vulnerabilidad que le genera a las mujeres esa relación con el Estado: “Hablo de género porque es un tema que es un síntoma de lo que hablamos aquí, de que esa fe civica no se constata, la historia no lo comprueba porque muestra la desprotección de las mujeres”.
Para ejemplificar lo dicho, puntualizó sobre Bolivia: “Si bien existen mujeres con altos cargos en reparticiones estatales, los asesinatos de mujeres son el 50% de todos los asesinatos del país”. “El Estado funciona para las elites y elitiza a lo elitiza a lo que entra”. Por eso “no puede dejar de ser patriarcal y el problema de las mujeres es el termómetro que permite diagnosticar el problema de época: los problemas del Estado (salud, economía, política) opuestos a los problemas ‘minorizados’, afirmó y agregó: “Esa perspectiva binaria es un problema que impide ver el proceso. Así como lo oculta el tema de separar lo público de lo privado”. “La historia de la esfera pública no es otra cosa que la historia del patriarcado”, concluyó.
Claudia Korol tomó entonces la palabra, como moderadora del panel y propuso una serie de disparadores: “Primero: ‘¿Hacia el buen vivir?’. ¿A qué nos refiere ese horizonte utópico? ¿A un horizonte anticapitalista, antipatriarcal, socialista, feminista, anticolonial o a qué otra cosa?. Segundo: ¿Se puede generalizar a los gobiernos progresistas? ¿Es lo mismo la experiencia de Brasil de la de Bolivia, o hay diferentes tipos de proyectos estratégicos que se articularon en unos países u otros? ¿No es diferente el proceso de elecciones del 6 de diciembre en Venezuela? ¿Es lo mismo una Venezuela bolivariana que otra en la que avance la derecha revanchista?”.
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¿Cómo salen los movimientos o en qué condiciones podemos avanzar en la construcción, con creatividad ante la derecha? Si los juicios tienen un revés, ¿es lo mismo para nuestras luchas por los derechos humanos en la Argentina, o para los testigos tener un revés?”, planteó.
Para finalizar, dejó una pregunta final, con reflexión a cuestas: “¿Cómo hacemos para que el horizonte utópico se construya no sólo sobre lo que nos gustaría, sino sobre las posibilidades reales de nuestros movimientos sociales”.
Fotos: Daniel Santini y Verena Glass

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