Conocer el modelo para no repetirlo

El potencial revolucionario de movimientos de liberación nacionales en las colonias y semicolonias comenzó a tener importancia estratégica sólo cuando se perfiló el fracaso de la revolución proletaria en Europa Central y Occidental
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Por Klaus Meschkat

La Revolución Rusa sería la chispa inicial y eso fue la justificación suficiente para conquistar el poder del gobierno en nombre de un proletariado que en la misma Rusia todavía no era más que una pequeña minoría de la población. En un primer momento, las esperanzas de una revolución mundial tenían un enfoque bastante “eurocentrista”, concentrándose en el proletariado de los países desarrollados de Europa Occidental y Central, en especial en la revolución que se esperaba se produzca en Alemania. El mundo fuera de Europa prácticamente no estaba en la mira.
El potencial revolucionario de movimientos de liberación nacionales en las colonias y semicolonias comenzó a tener importancia estratégica sólo cuando se perfiló el fracaso de la revolución proletaria en Europa Central y Occidental. Por razones evidentes, inicialmente los bolcheviques centraron su atención en los “pueblos del Este” como parte o vecinos directos del Imperio Ruso, de modo que, durante mucho tiempo, los países latinoamericanos quedaban muy lejos – no sólo en términos geográficos. Sin embargo, fue en México donde años antes de la Revolución de Octubre brotó una de las mayores revoluciones del siglo XX.
Sólo que en medio de la tormenta de la primera Guerra Mundial y sus secuelas inmediatas, en Europa el eco de la revolución mexicana se perdió prácticamente sin ser escuchado, mientras que a la inversa, las agrupaciones más radicales de la revolución en el país centroamericano se dieron perfecta cuenta del significado y la importancia que tenía la Revolución Rusa para la historia mundial y trataron de establecer vínculos. Así, en febrero de 1918, Emiliano Zapata escribió a un amigo: “Mucho ganaríamos, mucho ganaría la humana justicia, si todos los pueblos de nuestra América y todas las naciones de la vieja Europa comprendiesen que la causa del México Revolucionario y la causa de Rusia son y representan la causa de la humanidad, el interés supremo de todos los pueblos oprimidos.»

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