La XI Conferencia Ministerial de la OMC fue un completo fracaso. La Cumbre de los Pueblos Fuera OMC, en cambio, desde su diversidad, limitaciones y potencialidades, logró esbozar un camino de acción conjunta
Por Inés Franceschelli, Heñói
Entre el 10 y el 13 de diciembre de 2017 visitaron la ciudad de Buenos Aires miles de personas integrando delegaciones de gobiernos y empresas de 164 países, miembros de la Organización Mundial de Comercio *OMC(. La zona más cara, sofisticada y global de la capital Argentina, Puerto Madero, lucía vallada y militarizada desde el jueves 7. Camiones, retenes y gran cantidad de efectivos de gendarmería en todo el centro porteño motivaban un clima enrarecido. El gobierno argentino había cancelado 68 acreditaciones a miembros de Organizaciones No Gubernamentales –ONG’s- de todo el planeta. El episodio, inédito en la historia de la OMC, había causado sorpresa y nerviosismo dentro de la propia organización. En este escenario se desarrollaría la XI Asamblea Ministerial del organismo (en los salones del Centro Cultural Kirchner y en el Hotel Hilton, ambos en la zona del mencionado Puerto Madero).
En este mismo escenario transcurrió en paralelo el encuentro denominado “Cumbre de los Pueblos Fuera OMC”, con la participación de cientos de activistas de organizaciones sociales y populares, así como ONG’s, plataformas y articulaciones del planeta. Entre ellos también se evidenciaba ansiedad; en muchos diálogos se reportaban señales de “estar observados” en hoteles y bares, mientras se participaba de una agenda muy apretada: reuniones para debatir estrategias a nivel global y continental; foros y seminarios diversos, cine debate, charlas y conversatorios. Por la tarde – noche, concluidas las actividades programadas, en hoteles y viviendas particulares los activistas extendían los debates hasta bien entrada la madrugada.
La agenda de la Cumbre de los Pueblos fue organizada y coordinada por una concertación de la sociedad civil conformada ad hoc: Confluencia Fuera OMC. Fueron 162 (ciento sesenta y dos) los grupos y organizaciones que suscribían –como confluencia- el programa, aunque en el desarrollo tuvieron un rol exigido algunas organizaciones argentinas y otras globales: Argentina mejor sin TLC (junto a sus pares de México, Perú, Chile); Attac; Amigos de la Tierra; Global Forest Coalition, Global Justice Now, Latindadd, Oxfam, Fundación Rosa Luxemburgo, Misereor, la campaña Dismantle Corporate Power, la CLOC y la Vía Campesina global, entre otras, cargaron sobre si la responsabilidad de definir los temas, organizar los tiempos y aportar recursos y conocimientos para profundizar los debates y avanzar hacia estrategias concertadas.
Las amenazas del «libre comercio»
Los días viernes 8 y sábado 9 referentes sociales y miembros de ONG’s de todo el planeta participaron de dos reuniones estratégicas: la primera global, la segunda continental.
El objetivo acordado para la reunión global era “comprender el estado de situación de las negociaciones y tratados existentes en distintas regiones del planeta (Africa, Asia, Oceanía, América Latina, América del Norte y Europa) en relación al comercio y las políticas de inversiones (perspectivas de gobiernos, intereses en juego, negociaciones y procesos actuales)”; además se aspiraba a “Construir un mapa colectivo de las prioridades políticas y estrategias en el trabajo sobre comercio e inversiones en las diferentes campañas sectoriales, nacionales y regionales”. Expusieron representantes de Filipinas, Francia, Argentina, Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda.
Los objetivos para la reunión latinoamericana eran “Estimular una reflexión que permita identificar las principales características del proceso de acumulación capitalista en Nuestra América en el siglo XXI; interconectar las variables fundamentales de dicho proceso de acumulación como expresión de la contraofensiva neoconservadora de las élites y los capitales que se vive en la región; y determinar los niveles y alcances de los procesos de resistencia social, de lucha y movilización y de construcción de agendas a fin de visibilizar potenciales líneas de acción conjunta”. En esta segunda reunión expusieron representantes de Brasil, Argentina, México, Perú, El Salvador, Ecuador y Costa Rica.
Ambos encuentros, entonces, se proponían partir de un diagnóstico y avanzar en una estrategia de incidencia conjunta, aunque en el transcurso de los encuentros, algunos/as presentes solicitaron cambiar el concepto de incidencia, por el de lucha conjunta. En los diagnósticos se expresaron líneas de análisis convergentes, las miradas se repetían, aunque con matices. Sintéticamente se describió la siguiente fotografía del orden económico global:
- Se destaca la presión de empresas y gobiernos de países ricos (incluyendo China) para garantizar el acceso del capitalismo global a los bienes comunes (antes llamados recursos naturales), incluyendo presiones, por la vía de los TLC’s, para la adopción del Convenio Internacional de Protección de Obtenciones Vegetales de 1991, conocido como UPOV 91. Esta presión fue descripta como “ofensiva del capital contra el trabajo, la naturaleza y la sociedad”
- Se destaca también la creciente protección a las inversiones y a las operaciones financieras, y la corporativización (¿privatización?) de empresas públicas en varios países.
- China irrumpe como el gran socio comercial, desafiando el orden imperial global, y Estados Unidos, con la agenda de su proteccionista, autoritario y temerario presidente Trump, aparece como una gran interrogante entre los activistas. Varios expositores coincidieron en definir que el interés real de Donald Trump es no concretar ningún acuerdo, ya que sin tratados es más fácil imponer reglas por la fuerza, por tamaño.
- El e-commerce es un tema central, por constituir la base digital del capitalismo del siglo 21.
Por su parte, los análisis enfocados sobre América Latina se centraron en los siguientes conceptos:
- La región padece el impacto de una avanzada neoliberal decidida a aplicar mayores ajustes a la clase trabajadora, y a entregar las riquezas naturales a empresas transnacionales; las oligarquías locales cumplen un rol fundamental en ese sentido, operando como garantes de los abusos y violaciones de derechos realizadas por corporaciones transnacionales sobre territorios y pueblos.
- Se ha desdibujado el integracionismo de los primeros años del siglo 21; el Alba ha visto moderado su rol regional, y Brasil asume un pretendido liderazgo como parte del BRICS. Ante la debilidad política de Temer, Mauricio Macri vendría a cumplir ese papel, por la vía de la titularidad del G20, para la defensa de los intereses empresariales que dominan la región, afianzando su condición de proveedora de materias primas agropecuarias y mineras.
- La renegociación del Nafta y una nueva versión del ALCA, el ALCALC (con la inclusión de los países del Caribe) formarían parte de los temas que ocuparían a los gobiernos latinoamericanos de los próximos años.
En ambas reuniones se analizó el proyecto del Tratado de «libre comercio» Unión Europea – Mercosur. Estaba en la agenda de la Ministerial como tema prioritario; los países del Mercosur llevaban meses debatiendo las cuotas de ingreso de carne y biocombustibles al territorio de la UE, y las cancillerías de Brasil, Argentina y Paraguay habían declarado repetidas veces que la Ministerial era el espacio privilegiado para cerrar -al menos- un pre acuerdo con el viejo continente. No fue así, y las empresas que controlan la producción agropecuaria en el cono sur tuvieron que regresar de Buenos Aires con las manos vacías.
En general todos los grupos participantes coincidían en definir el tratado como un mecanismo para reforzar la histórica relación desigual entre una región productora de materias primas y otra consumidora de las mismas, por tratarse de países industrializados. Todos los grupos afirmaban que una cuota más alta para el ingreso de commodities a la UE implicaría mayor pobreza, destrucción de naturaleza y conflictos sociales en el cono sur. Sin embargo en el debate se hizo evidente la desigualdad en cuanto a formación y visiones de los distintos tipos de organizaciones participantes de los encuentros: por un lado las agencias de cooperación, las ONG’s del norte global, y algunos colectivos urbanos, contando con información y planteando estrategias de incidencia sobre las instituciones, tanto nacionales como de la gobernanza global. Por el otro, movimientos, sindicatos y otros colectivos del sur, centrándose en la denuncia y planteándose la necesidad de fortalecer la unión en la lucha, con pocas herramientas teóricas y carentes de una estrategia de incidencia institucional.
Mucho se debatió el problema de la baja incidencia de los grupos organizados y movilizados en los ámbitos de disputa real; las experiencias de gobiernos progresistas que no avanzaron en su momento en confrontar al extractivismo y el corporativismo, parecen haber dejado debilitados a los movimientos sociales latinoamericanos; los sindicatos no se salvan de esta condición. En ese sentido, Graciela Rodríguez, de REBRIP Brasil, afirmó que “Las élites económicas y financieras nos han ganado en la subjetividad; nuestro desafío es la conquista de la subjetividad de las personas; los pueblos siguen convencidos del emprendedurismo y la teología de la prosperidad, no podemos seguir pensando solo en términos de economía y derechos humanos”. En esta misma línea, el economista Julio Gambina expresaba “Estamos obligados a discutir las iniciativas del poder hegemónico; pero sobre todo debemos discutir nuestras propias iniciativas, como sujetos globales, para poder aglutinar las luchas de nuestros territorios. (…) ¿Algo estamos haciendo bien desde la izquierda? ¿Cuál es el rol de los movimientos sociales? ¿Qué nos mueve a estar aquí? ¿Hacia dónde vamos?”
¿Incidencia institucional o poder popular?
Los temas esbozados en ambas reuniones previas se analizaron in extenso en la Cumbre de los Pueblos, que transcurrió entre el lunes 11 y el miércoles 13 de diciembre en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires – UBA. Varios cientos de personas, si no miles, pasaron por las aulas en las que se desarrollaron:
- Foros de Trabajadores y Trabajadoras; de Soberanía Sanitaria; Feminista; Derechos y Soberanía frente al Libre Comercio, la Deuda y el Poder corporativo; Bienes Comunes, Justicia Climática y Soberanía Energética; Soberanía Educativa; Internacionalismo solidario en Nuestra América; Migración; Pueblos Originarios/Indígenas; Imperialismo y Militarismo.
- Seminarios: Multilateralismo, regionalismo y bilateralismo; Integración y respuesta alternativa de los pueblos; Libre Comercio y Mega-empresas; Implicancias del agronegocio sobre los derechos humanos y la soberanía alimentaria.
- Talleres: Las armas que asesinan palestinxs, reprimen argentinxs – Sionismo y OMC; Derechos Humanos en el Olvido: Las renegociaciones de los acuerdos comerciales entre UE y LAC; Empoderamiento financiero de los pueblos y Nuevas Convenciones Monetarias y Comunicacionales, Moneda PAR; Juventudes contra el Libre Comercio
- Otros: Mesa debate Reformas laborales y libre comercio: diálogos entre Europa y América Latina; Gran Asamblea Feminista; feria “Fuera OMC, la alternativas existen”.
Como era de esperarse, los temas se superponían. Recorrer las aulas de la Facultad, atestadas de personas de diversos orígenes, colores y perfiles, significaba comprobar que en varias de ellas se hablaba de lo mismo, desde perspectivas similares.
El tiempo, al igual que en las reuniones previas de estrategia, fue corto. Los diagnósticos minuciosos restaron espacios a la planificación. La colecta informativa de todos los casos reportados fue muy nutrida, y las visiones de cada colectivo se recogieron y expusieron en la “Asamblea de la Confluencia”, la última tarde. Una de las constantes en el debate fue la recurrente apelación a mencionar al mal por su nombre; se insistió en definir la lucha como anticapitalista, antipatriarcal, anticolonial. El reformismo era duramente cuestionado, especialmente por los jóvenes latinoamericanos.
Sintéticamente, hubo coincidencia en identificar que el gran capital, en procesos de concentración monopólica y oligopólica, está desplegando una fuerte ofensiva global, y en calificar las crisis en cada ámbito como crisis sistémica irreversible. Preocupan a las fuerzas sociales: las patentes (en el ámbito de la salud, la agricultura, el mundo digital); la destrucción ambiental y el cambio climático, incluyendo la decreciente disponibilidad de alimentos y agua potable; el control territorial (acaparamiento de tierras y expulsión de población) e institucional (debilidad de las “democracias”) que ejercen cada vez más las corporaciones en todos los países; el papel subordinado de las mujeres en todos los ámbitos sociales, y la violencia material y simbólica ejercida contra las identidades de; la fragmentación del campo popular; la represión, criminalización y asesinatos de luchadores/as como estrategias de freno a las resistencias populares; y el creciente poder político militar del imperialismo anglo-sionista; fue descalificado con énfasis el reconocimiento estadounidense de Jerusalén como capital de Israel. Este último tópico vino a constituirse en uno elementos novedosos de los contenidos habituales que se registran en los encuentros de organizaciones sociales como el de Buenos Aires.
Una plataforma de reciente creación denominada Systemic Alternatives, de la que participan Attac, la Fundación Solón de Bolivia y Global South, entre otros grupos, expuso su visión acerca de este retrato de coyuntura; afirman que “Lo que la humanidad enfrenta no es sólo una crisis ambiental, económica, social o institucional. Esta es una crisis de la humanidad y del sistema de la Tierra. (…) es una crisis mucho más profunda que se ha extendido a todos los aspectos de la vida en la Tierra y que ahora tiene su propia dinámica acelerada sin posibilidades de reversión en el marco del sistema capitalista. (…) El reto es construir alternativas de sociedad capaces de romper con la lógica del capital y que sean cooptadas. Las alternativas no surgen en el vacío. Emergen en las luchas, en las experiencias, iniciativas, victorias, derrotas y el resurgimiento de los movimientos sociales. Las alternativas emergen en un proceso de análisis, práctica y propuestas que se validan en la realidad”. Esta visión estuvo presente en la Asamblea de la Confluencia; la propia Asamblea fue uno de estos espacios alternativos.
La ministerial fracasada, la confluencia esperanzada
La XI Conferencia Ministerial de la OMC fue un completo fracaso, debido al desacuerdo entre Estados Unidos y países en desarrollo como India, China, Brasil y otros sobre las reservas públicas de alimentos, mientras que el debate hacia un acuerdo UE-Mercosur se pospuso para 2018, debido a desacuerdos sobre cuotas de importación de carne y biocombustibles. La propia Susana Malcorra, ex canciller del gobierno de Mauricio Macri y presidenta de la cumbre, tuvo que afirmar “Sin duda nos hemos quedado cortos en algunas cosas que queríamos hacer (…) había temor de que el sistema llegara a un potencial quiebre”. Roberto Azevedo, director de la OMC, reconoció “No hemos podido obtener resultados, no siempre es posible hacerlo”.
La Cumbre de los Pueblos Fuera OMC, en cambio, desde su diversidad, limitaciones y potencialidades, logró esbozar un camino de acción conjunta:
- Se concretó un “llamamiento a todos los pueblos del mundo a movilizase contra la Cumbre Presidencial del G-20 que tendrá lugar en Buenos Aires en 2018. El G-20, al igual que la OMC y todos los TLC, sólo refleja la sed de lucro de las empresas y no las necesidades de los pueblos (…) Por ello, la movilización de nuestros pueblos es crucial. Somos nosotras y nosotros quienes debemos alzar la voz y hacer que nuestras propuestas alternativas a la crisis climática y civilizatoria sean escuchadas”.
- Se convocó “a construir un paro internacional de mujeres para el próximo 8 de Marzo desde una visión amplia del trabajo que tenga en cuenta nuestras realidades heterogéneas”.
- Y se instó a “la continuidad de las luchas de resistencia a la presente ofensiva del capital internacional contra los derechos de los pueblos, en la construcción colectiva de la edición del Foro Social Mundial 2018, en Salvador, Bahía, Brasil, del 13 al 17 de marzo. ¡Resistir es crear, resistir es transformar!”
Las fuerzas sociales del planeta están resistiendo. En la medida en que los pueblos logremos imaginarnos libres, y en que los liderazgos sociales alcancen una más efectiva disputa simbólica contra el consumismo y la “teología de la prosperidad”, en esa misma medida seguirán creciendo las alternativas al capitalismo global. En Buenos Aires dimos un paso gigante en ese sentido.
Fotos: Gerhard Dilger