“El orteguismo se está sosteniendo por las armas”

Mónica Baltodano luchó desde la clandestinidad, recibió en 1979 el grado de Comandante Guerrillera, en los años 90 se alejó del FSLN, y hoy critica el actual gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Por Camila Parodi e Ignacio Marchini, Marcha

Mónica Baltodano* era una de las tres mujeres que en 1979 recibió el grado de Comandante Guerrillera. A 40 años de la victoria sobre la dictadura somocista y a un año del asesinato de más de 500 nicaragüenses tras la represión iniciada por el gobierno de Ortega–Murillo, reivindicamos al pueblo heroico que puso fin a la dictadura del clan Somoza y que, en la actualidad con la lucha popular, esta vez sin armas, defiende su soberanía.

Mónica, se cumplen 40 años de la Revolución Sandinista en Nicaragua un acontecimiento clave para la historia de su país y de todo el continente ¿qué reflexiones te deja este aniversario?

La revolución sandinista fue un acontecimiento clave en la historia de nuestro país. Habíamos sufrido ya 43 años de la dominación de la dictadura de los Somoza, a través de una lógica de sucesión de padres a hijos. Porque después del primer Somoza gobernó también su hijo Luis Somoza y después su segundo hijo Anastasio Somoza Debayle, que fue derrotado por la lucha de un pueblo dirigido por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) de aquel entonces, el FSLN de Carlos Fonseca.

Un 19 de julio de 1979 las fuerzas sublevadas y armadas en todo el país logramos entrar triunfantes a Managua, a la capital, donde ya se había dispersado la guardia somocista debido a que el 17 de julio habíamos conseguido que Anastasio Somoza renunciara y se fuera a los Estados Unidos.

Esa gesta, que había iniciado con pequeños esfuerzos de resistencia, desde que Somoza había asesinado a Sandino en 1934, tuvo largos periodos de inactividad en donde la dictadura dominaba todo el movimiento social, incluyendo a los estudiantes, no había autonomía universitaria. Hasta que llegó una oleada en los años 50 y 60 de rebeldía. Inspirada también por la Revolución Cubana, se formó una fuerza guerrillera que tuvo años y años de reveses, de intentos fracasados, de movimientos urbanos fracasados, que terminaban en grandes masacres. Hasta que en a principio de los años 70 la lucha empezó a prender en sectores populares a través del trabajo de barrios, del trabajo en sindicatos, el trabajo de concientización inspirado por la teología de la liberación, en el caso de los movimientos cristianos, y por la pedagogía de educación liberadora de Paulo Freire.


El 19 de julio fue el resultado de un largo proceso en el que se sumaron todos los sectores sociales, a partir de las insurrecciones urbanas que se empezaron a realizar como intentonas en 1978 y ya como insurrección final en junio de 1979. Fueron más de 40 días de combate, de resistencia en campos y ciudades, que se coronaron con la huida del tirano el 17 de julio y la entrada triunfante de las fuerzas populares dos días después.

Nos interesaría también conocer alguna anécdota o recuerdo que nos devuelva desde tu experiencia a esos tiempos, sobre todo pensando que la juventud sudamericana poco sabe de aquél suceso histórico.

Yo entré a esa lucha desde los 15 años. Estaba protestando por la captura, tortura y violación de una mujer, una combatiente sandinista llamada Oriestes Irino. Fue mi primera manifestación, siendo todavía colegiala, pero después seguí desde la secundaria organizada, luchando a la par de los maestros. También todos los años hacíamos una jornada por la libertad de los presos políticos. Todas las navidades había tomas de iglesias o huelgas de hambre y manifestaciones demandando la libertad de los presos políticos.

Antes de cumplir los 20 años, pasé a la clandestinidad, producto de la represión. Pasé cinco años en la lucha clandestina. De esos cinco, un año estuve prisionera en las cárceles somocistas. Fui torturada y mantenida en condiciones infrahumanas durante todo ese tiempo. Las mujeres en particular teníamos condiciones carcelarias absolutamente terribles, peores que las de los hombres. Te pudo decir que como mujer, dentro de la vida clandestina, también fuimos víctimas de la discriminación por ser mujer pero logramos conseguir el respeto de nuestro liderazgo y de nuestro rol en el Frente Sandinista, hasta tal punto que algunas fuimos reconocidas como comandantes guerrilleras cuando triunfó la revolución. La verdad fuimos muy pocas las reconocidas, fuimos tres en un grupo de más de 34 comandantes guerrilleros. Yo creo que había muchas más mujeres que se merecían ese título.

Sabemos que sos crítica al actual gobierno de Ortega y Murillo y cuesta mucho visibilizar esa posición porque se tilda de “pro-yanki” rápidamente ¿qué les contarías del actual cotidiano? ¿Cuáles son las políticas del binomio Ortega–Murillo que confirman una distancia con los principios revolucionarios?

En el año 1999 rompí con Daniel Ortega porque me opuse tenazmente al acuerdo  conocido como el pacto Alemán-Ortega. Para entonces, Arnoldo Alemán era el presidente de Nicaragua, uno de los presidentes más corruptos de la historia del país. El pacto era un arreglo de reparto de poder, un arreglo de cúpulas, al que yo me opuse tenazmente. Hay que decir que esta hermosa revolución, que se prolongó de 1979 hasta febrero de 1990, cuando fue derrotada en una contienda electoral, pasó después a una etapa muy difícil. Las fuerzas que empujaron esa revolución fueron enfrentadas por una parte del pueblo, respaldada por los Estados Unidos, en la lógica de la guerra de baja intensidad que desató Ronald Reagan cuando llegó al poder, a principio de los años 80.

La revolución no se pudo desplegar plenamente, con todos los programas transformadores que tenía, en buena medida porque dedicó parte de sus energías a la defensa armada nuevamente, una lucha armada terrible que dejó miles de muertos tanto por el lado de la revolución como por el bando de la contrarrevolución, que también estaba compuesta por muchos campesinos nicaragüenses. Fue una situación muy dura que hizo que las realizaciones de la revolución no fueran plenamente desplegadas en tan corto tiempo.

Pero en 1990, cuando perdimos las elecciones, se abrió una nueva etapa para las fuerzas que habían empujado la revolución del Frente Sandinista. Un periodo de muchas contradicciones, muchas diferencias. Yo me distancié entonces de la conducción que estaba para ese entonces en manos de Daniel Ortega por ese pacto que mencioné. Ahora bien, yo criticaba las políticas que impulsaba el Frente Sandinista en arreglo con un partido de derecha pero también sus retrocesos en materia de derechos de las mujeres.

En este periodo el Frente Sandinista dio los votos para que se penalizara todo tipo de aborto, incluyendo el terapéutico. En Nicaragua, lo único legal era el aborto cuando estaba en riesgo la vida de la mujer. Pero esta conquista, de principios del siglo XX, fue borrada también en complicidad con una fuerza sandinista que ya comenzaba a dar signos de derechización y retrocesos.

El movimiento más persistente en los años 90 después de la derrota electoral fue el feminismo, un movimiento amplio y organizado en distintas expresiones incluyendo las más radicales. Ese movimiento fue el primero que golpeó fuerte al gobierno de Ortega y fue constante el asedio y la persecución a las organizaciones de mujeres. Por mencionar un hecho, recordarán la entrada de la policía a las oficinas del Movimiento Autónomo de Mujeres llevándose todas las computadoras en el año 2007.

¿Porqué?

Porque es el primer movimiento que denuncia y se opone a las políticas del orteguismo. Pero después el movimiento campesino también se opuso, en su defensa por la tierra y los ríos en contra del canal interoceánico. De todas formas el estallido comenzó más adelante, al oponerse a la Reforma de la Seguridad Social y como las protestas fueron reprimidas violentamente llegando en los primeros días a más de 50 muertos/as, las mismas dejaron de ser por la seguridad social -reforma que fue derogada rápidamente por Ortega- la gente exigía que el presidente que había mandado a disparar contra la gente que protestaba pacíficamente y sin armas se fuera.

Por eso la protesta escaló al pedido de que Daniel Ortega se fuera y la gente levantó barricadas en todo el territorio nacional y así nos mantuvimos hasta que Ortega decidió usar las armas para despejar el país y con ello se desató una ola de persecución y capturas llegando a más de 800 muertos/as y más de 800 presos políticos, entre ellos está mi hermano profesor de la Universidad Politécnica de Nicaragua. Recientemente recobraron la libertad como resultado de enormes presiones internacionales y de la movilización nacional.

Al llegar al gobierno en 2007 por una victoria relativamente modesta, Ortega dio muestra de las mutaciones que veníamos denunciando desde antes e hizo un acuerdo esta vez con el gran capital implementando las políticas neoliberales más duras inclusive más duras que los gobiernos de derecha que nos habían gobernado anteriormente. En Nicaragua los arreglos con el gran capital permitieron la liberalización total del mercado, la entrada con fuerza de todas las empresas trasnacionales para la explotación extractivista de todos nuestros recursos naturales, la nacionalización de los recursos naturales que era una de las banderas de la revolución.

Finalmente, el peor retroceso de nuestra historia fue la entrega de una parte importante de nuestro territorio nacional a una trasnacional china para la construcción del canal interoceánico, esa concesión provocó el surgimiento de una de las luchas más importantes encabezada por el movimiento campesino contra el canal. También tenemos que hablar de la financiarización en Nicaragua, el sector más protegido es el de los banqueros, con quienes se hizo una alianza de manera pública tras el reconocimiento constitucional. Entonces en la actualidad el país está gobernado por una alianza entre el Estado y el sector privado representado en las cámaras empresariales del Consejo Superior de la Empresa Privada.

Hay un discurso anticapitalista y antiimperialista pero la lógica va en el sentido contrario, nunca han habido mejores relaciones con los Estados Unidos desde 1990 que las que implementó Daniel Ortega. También el gobierno de Ortega fue el más duro en lo que se refiere a las políticas migratorias, este es el país que servía de contención a los migrantes que venían del sur o que venían de Cuba, de África que ahora se topan con un muro de contención brutal, creo que Nicaragua es el único lugar en centroamérica donde se han asesinado migrantes intentando llegar al norte. Eso ha ocurrido pero también se han encubierto con políticas de combate a la narcoactividad, en Nicaragua había presencia militar norteamericana, asistencia y presencia permanente de la DEA.

Es decir que se trata de un discurso de izquierda pero con una práctica totalmente de derecha y es eso lo que ha confundido a un sector de la izquierda tradicional que siguen creyendo a estas alturas que lo que hay en Nicaragua es un gobierno de izquierda y eso los ha llevado al absurdo, y al crimen digo yo, de no querer ver las masacres y la represión brutal con la que se ha operado el 18 de abril del año pasado. Hay una izquierda tradicional que no ha querido ver el sufrimiento de los y las nicaragüenses y que ha cerrado sus ojos a ese dolor y ha preferido respaldar a Ortega, condenado a nivel mundial como un dictador que cometió crímenes de lesa humanidad.

Por último, sabemos que ese activismo les ha costado mucho recientemente y que se encuentran en un contexto de silenciamiento, criminalización y persecución de las y los que piensan distinto ¿qué nos podrías contar de ese accionar? ¿Cómo se encuentran resistiendo?

La juventud ha escogido el método de lucha no violenta a pesar de que el régimen ha perdido respaldo según las encuentras de la población sandinista, solo es respaldado por un 18% de los nicaragüenses, el está aferrado al poder y para eso hay cientos de patrullas de la policía, la convirtió en una fuerza subordinada al nombrar como jefe a su consuegro Francisco Díaz porque el ejército ha decidido aparentar solamente que no se mete y que le deja el rol a la policía.

Desde el año pasado es muy grande la presencia de grupos de civiles armados junto a la policía con quienes han iniciado la represión, violenta a las y los civiles con rostros tapados y que defienden la supuesta segunda etapa de la revolución que sólo está en su mente, no tiene nada que ver con un proyecto revolucionario. El orteguismo se está sosteniendo por las armas.

Algunos dicen que porque Donald Trump o algunos halcones norteamericanos hablen en contra de Ortega eso es muestra de que lo que hay aquí es una lucha de la derecha, esa es una lógica perversa porque lo que hay aquí es una resistencia ciudadana y popular. Y quiero decir que esta lucha es acompañada por grandes sectores del sandinismo histórico que no estamos con el orteguismo, muchos de los que cayeron muertos o detenidos el año pasado provenían de la familia sandinista por eso yo aseguro que hay un vínculo entre esta resistencia y la que nosotros hicimos, es decir 40 años después estamos luchando contra una dictadura ahora encabezada por quien alguna vez fue un luchador antisomocista – esa es la gran paradoja de conmemoración de la revolución.

Foto: Gerhard Dilger
*Exdiputada a la Asamblea Nacional. También es historiadora y autora de 4 volúmenes de Memorias de la Lucha Sandinista. Hoy integra la Articulación de Movimientos Sociales.

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