«Argentina puede parar el acuerdo»

Reflexiones sobre el Acuerdo Mercosur-UE. Cómo el mismo agravará las asimetrías existentes entre ambos bloques y profundizará el deterioro ambiental y el cambio climático, en caso de que entre en vigor.

Entrevista a Luciana Ghiotto, América Latina mejor sin TLC

¿Qué asimetrías existen entre los países del Mercosur y la Unión Europea y porqué se agravarán con este acuerdo?

La UE y el Mercosur tienen diferencias económicas y productivas estructurales como resultado de una inserción diferenciada en las cadenas de valor mundiales. La capacidad productiva de la UE es cuatro veces mayor que la del Mercosur y su industria es mucho más competitiva que la del bloque del Sur.

Mientras que los países de la UE están más industrializados y tienen importantes complementariedades de sus estructuras productivas, Mercosur se especializó en la producción de materias primas y en la exportación de productos agrícolas y productos básicos. Por su parte la UE exporta hacia el Mercosur productos con valor agregado medio y alto.

Una vez que entre en vigor, este acuerdo mantendrá y profundizará las asimetrías existentes. Los sectores que se beneficiarán en ambos bloques son los que ya son los más competitivos: en la UE, el sector industrial y exportador de capital, en el Mercosur, los agronegocios. El acuerdo entonces va a profundizar el modelo primario-extractivo en los países del Mercosur.

Esto no es una especulación, sino que se basa en ver dos elementos. Primero, la fuerte reducción de aranceles para bienes industriales que va a empujar el aumento de importaciones de productos con medio y alto valor agregado desde la UE, lo cual va a provocar la quiebra de gran parte del sector de pequeñas y medianas industrias asociadas por ejemplo a la producción metalmecánicas, autopartes, textiles, calzado, marroquinería y muebles. Esto va a provocar un aumento del desempleo en nuestros países.

Segundo, esto ya lo hemos visto con otros acuerdos comerciales firmados por la UE con los países latinoamericanos bajo las mismas condiciones. La diversificación económica prometida nunca sucedió. De hecho, por el contrario, se profundizó la extracción de recursos naturales y la dependencia de la exportación de recursos primarios (materias primas y productos agrícolas). Como ha sido el caso con Perú y Colombia, cuyo acuerdo con la UE ha estado vigente durante más de cinco años. Mercosur podría sufrir una mayor desindustrialización y la exacerbación de las consecuencias ambientales y sociales negativas que se derivan de la profundización del monocultivo y la super-explotación de la tierra para ganado.

Este tipo de acuerdos comerciales no solo no favorecen la diversificación de las exportaciones, sino que también impulsan la concentración de capital en pocas manos (a menudo extranjeras) en el sector exportador.

El texto que se acordó en 2019 ¿qué novedades presenta respecto a lo que se vino negociando a lo largo de los últimos 20 años?

Existen algunas continuidades de los veinte años de negociación, pero también hemos observado ciertas rupturas importantes. Con respecto a lo que siguió igual, vemos que se mantuvo igual el secreto y la falta de diálogo con los sectores productivos y la sociedad civil. Estos tratados siempre se negocian alejados de la mirada pública porque los negociadores y gobiernos saben que se trata de bombas de tiempo, que estallan cuando salen a la luz porque los sectores perjudicados propios son demasiados. Por ejemplo, antes de la publicación de los últimos textos acordados, del 12 de julio de 2019, Greenpeace había filtrado en 2017 los últimos borradores a los que tuvimos acceso.

La sociedad civil de ambos bloques se mantuvo a distancia. Las organizaciones sindicales más representativas, como la Confederación de Sindicatos del Cono Sur (CCSCS) y la Confederación Europea de Sindicatos (CES), formaron parte de algunas rondas de negociación. Sin embargo, denunciaron públicamente que su voz nunca se escuchó, mientras que el lobby corporativo pudo incluso cerrar algunos puntos problemáticos de capítulos específicos. Esto sucedió con las Reglas de origen para el sector textil, donde las cámaras de ambos bloques acordaron desbloquear las negociaciones. No hubo tales consultas con las PYME, a pesar de que son las que más perderán con la liberalización en el sector textil o de autopartes, especialmente en Argentina y Brasil.

Por otra parte, otro elemento de continuidad es la falta de publicidad de estudios de impacto en el bloque del Mercosur. No se dio a publicidad ningún estudio que mostrara cuales podrían ser los efectos del acuerdo, ni sobre los sectores productivos ni en el acceso a los servicios básicos como la salud, o sobre el medio ambiente. El estudio de impactos que encargó la Comisión Europea se publicó tres meses después del cierre de las negociaciones, en octubre de 2019, y ni siquiera tuvo en cuenta los documentos publicados en julio de 2019. Esto significa que el estudio de impacto de ninguna manera guió a los negociadores durante el proceso.

Por otro lado, lo que sí cambió fue que los gobiernos del Mercosur abandonaron en el primer semestre de 2019 todas las reivindicaciones que habían mantenido durante las dos décadas de negociación. Esos meses de 2019 fueron la clave, porque se acordó destrabar todo, y para eso se dejaron de lado los puntos exigidos en varios capítulos, como en Reglas de Origen, donde había una posición del Mercosur fuerte para evitar la triangulación productiva de las corporaciones europeas que importan productos de bajos costos desde India o China y los hacen pasar por europeos beneficiándose del arancel cero.

Pero esa posición defensiva finalmente se dejó de lado y en ese caso se va a perjudicar directamente a sectores como el textil que competirán con el hilado de bajísimo costo que se produce en el sudeste asiático. En última instancia, esta posición final en el acuerdo beneficia a las grandes marcas textiles europeas como Zara o H&M, mientras que pone en riesgo el empleo en Brasil y Argentina.

Por eso, finalmente el cierre de las negociaciones estuvo marcado por el apuro político de los gobiernos de Mauricio Macri y Jair Bolsonaro, que cerraron un acuerdo para “insertarse” en el mundo pero que lo único que va a hacer es provocar impactos muy negativos en los países, provocando desempleo y empujando por la flexibilización laboral. Para ellos, lo mejor es que el mercado mundial a través de este tipo de tratados comerciales discipline a los trabajadores en los territorios, porque no hay modo de que la industria nacional compita en productividad con la industria europea.

¿Por qué considera que el acuerdo profundizará el deterioro ambiental e impactará negativamente sobre el cambio climático?

Uno de los impactos más notorios de este acuerdo va a ser sobre el medio ambiente. Desgraciadamente esto es algo que en los países del Mercosur casi no se menciona, porque claro, aquí los efectos más fuertes van a ser sobre el empleo y la industria, lo cual va a generar mayor incertidumbre para las clases más bajas acerca de cómo garantizar el acceso a alimento y servicios básicos.

Pero en la UE han puesto el dedo en la llaga del libre comercio: lo que implica la irracionalidad del libre comercio que genera el incremento de emisiones de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera en un momento donde el debate por el freno al cambio climático es clave. Por un lado, este acuerdo implica la importación de decenas de productos desde el otro lado del Atlántico cuando en realidad eso mismo se produce a pocos kilómetros de la casa del consumidor. Estoy hablando de productos agrícolas simples como tomates, papas, duraznos, peras, que son liberalizados con el acuerdo.

Por otra parte, el acuerdo empujará la expansión del modelo agrícola en los países del Mercosur. Este sector se expandirá de manera intensiva y extensiva, utilizando más tecnología (incluyendo más pesticidas y fertilizantes) y también expandiéndose hacia territorios aún no utilizados para la producción agrícola. Bosques como el Amazonas y el Gran Chaco son y serán sacrificados, las poblaciones indígenas y los pequeños agricultores expulsados de sus territorios y las metas relativas a la mitigación del cambio climático serán ignoradas.

El acuerdo no contribuye a los esfuerzos para garantizar la implementación del Acuerdo de París Las cláusulas en el capítulo de Comercio y Desarrollo Sostenible son lo que se llama soft law y no se pueden hacer cumplir de manera efectiva. No se prevén sanciones en los casos en que los estados no respeten las disposiciones del capítulo. Además, el lenguaje utilizado en el capítulo debilita sus disposiciones, dando menos importancia a la protección del clima, al tiempo que otorga un amplio margen para que los estados eviten cumplir compromisos específicos.

¿Existe un riesgo real de desaparición de sectores industriales y pérdida masiva de empleos para el Mercosur?

Claro. Desgraciadamente, estamos hablando de un acuerdo que va a impactar de manera directa sobre los sectores industriales del Mercosur que hoy generan una cantidad importante de empleo; especialmente en los sectores de autopartes, maquinaria, químicos, textiles y calzado.

El acuerdo entre el Mercosur y la UE también provocará el desmantelamiento de las cadenas de valor regionales, creadas minuciosamente durante tres décadas del Mercosur como grupo. Una parte importante de la compra brasileña de productos industriales y de consumo argentinos será reemplazada por la compra de productos europeos. Para Argentina, esto será desastroso, ya que en 2018 Brasil representó el 16% de las exportaciones totales de Argentina, lo que constituye el principal destino de las exportaciones del país. Además, es especialmente preocupante para la industria de autopartes. Si el acuerdo entra en vigencia, veremos un aumento en el conflicto laboral y la protesta social en los cinturones productivos de la zona norte del Gran Buenos Aires en Argentina y la zona industrial de Sao Paulo en Brasil.

Además, el acuerdo tendrá un impacto sustancial en los pequeños productores agrícolas de ambos lados del Atlántico. Si bien el poder económico se concentrará en manos de unos pocos exportadores de productos agrícolas a gran escala, las pequeñas granjas enfrentarán las consecuencias perjudiciales de una mayor liberalización agrícola. En la UE, los productores de azúcar y etanol, así como los sectores avícola y porcino, probablemente se verán afectados, ya que tendrán que lidiar con una competencia aún más intensa con Brasil, uno de los productores y exportadores más importantes de estos productos en el mundo.

¿Qué posibilidades existen de que el acuerdo entre en vigor ante el cambio de gobierno en Argentina y frente a las críticas de varios países europeos sobre el manejo de los incendios en el Amazonas por parte del gobierno de Brasil?

La situación es muy complicada para quienes creemos que este acuerdo tiene que ser frenado. Pero no todo está dicho, y de hecho cada vez se cosechan más rechazos. Los impactos medioambientales que generará este acuerdo son centrales para levantar la alarma en Europa. De acuerdo con algunos sondeos en 2019, la población europea tiene como principal preocupación el cambio climático, muy por encima de su preocupación por los atentados terroristas. Entonces, el hecho de que un mes después del cierre de las negociaciones saliera la noticia del incendio masivo en el Amazonas rápidamente cosechó el rechazo de amplios sectores de la ciudadanía.

La falta de una reacción clara de Bolsonaro a los incendios llevó al presidente francés Emanuel Macron a anunciar que se opondría al acuerdo. Otros países también expresaron sus dudas. En octubre de 2019 el parlamento austríaco sorprendentemente decidió obligar a su gobierno a vetar el acuerdo cuando este sea votado en el Consejo de la UE. También los mandatarios de Irlanda, Luxemburgo y Eslovaquia amenazaron con votar en contra del acuerdo. Recientemente se sumó a los rechazos el primer ministro de Valonia, región de Bélgica, que planteó vetar el acuerdo.

En el caso de los países del Mercosur la situación es más compleja. La posición de Macri y Bolsonaro cuando cerraron el acuerdo era que se avanzara en la liberalización total del comercio entre los dos bloques, sin proponer medidas de salvaguarda especiales ni planes de transformación o contingencia para los sectores afectados. Desde esta lógica simplemente se los deja liberados a los vaivenes del mercado global.

Pero en el caso de Argentina con el gobierno de Alberto Fernández hay una tensión muy fuerte, porque varias de las políticas que implementaron en este primer mes de gobierno, de corte mercado-internistas, están directamente prohibidas por el acuerdo, como la aplicación de retenciones a las exportaciones o la incorporación de licencias no automáticas para los importadores. Toda política de compre nacional va en contra de lo que plantea el acuerdo. Porque el acuerdo recorta la capacidad de política pública y política comercial de los Estados, ya que las reglas ahora las pone el tratado, y los gobiernos deben ajustarse a ese esquema.

Por eso Argentina es un país clave para presionar para que el acuerdo no sea firmado ni aprobado por el Congreso, y para ello es central exigir estudios de impacto, pedir espacios de debate, generar estudios y análisis sobre el acuerdo, a la vez que levantar el alerta en los movimientos sociales y productivos acerca de los impactos que este va a tener especialmente sobre los trabajadores y trabajadoras, las mujeres, los grupos sociales más vulnerables, y, por supuesto, el medio ambiente.

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