Por: Grupo de Geopolítica y Bienes Comunes (GYBC)
El debate sobre el litio condensa de manera paradigmática la disputa de sentidos en torno a la transición energética. Se trata de un material muy abundante en los salares de Sudamérica y fundamental para los dispositivos de almacenamiento de energía que hacen posible el aprovechamiento de energías renovables y la electromovilidad, cuya creciente demanda se multiplicará exponencialmente en los próximos años, ligada principalmente a las necesidades energéticas del norte global. En este contexto, si no cuestionamos las lógicas neodependentistas de la extracción de litio en nuestros salares, la insustentabilidad de esta minería a gran escala y los procesos de vulneración territorial que ella genera, más aún, si no cuestionamos las formas de consumo energético, su concentración económica y mercantilización, el riesgo es que las poblaciones que habitan en estas regiones paguen con sus vidas los bienes de consumo ecológico (para pocos) del futuro.
¿Cómo imaginar el futuro y reponer utopías colectivas en un mundo en inminente colapso? ¿Qué estrategias y propuestas tenemos y venimos construyendo quienes somos invisibilizades por las dinámicas que impone la transición corporativa? Existen múltiples experiencias y propuestas en América Latina, y en Argentina en particular, que articulan elementos ligados a lo que concebimos como una transición energética popular. Es preciso, y es urgente, religar prácticas y debates que, desde el movimiento popular, socioambiental, feminista, y el activismo intelectual y académico, desmantelan las falsas soluciones que propone el capitalismo verde en torno a las transiciones, y contraproponen alternativas concebidas desde proyectos civilizatorios antagónicos al productivismo capitalista.
La pregunta que no debemos perder de vista es ¿quiénes se benefician con la transición energética? ¿Pueden los pueblos construir alternativas basadas en la justicia social y ambiental desde lo público y comunitario?
De los territorios sacrificados a las resistencias populares
En los territorios extractivos en general, y en los que involucran la explotación del litio en particular, pueblos y comunidades resisten a diversas formas de dominación territorial empresarial ligadas a las “tecnologías de transición”. Entre ellas se combinan formas eminentemente asistencialistas, filantrópicas o de la responsabilidad social empresarial (mínimas transferencias de recursos, como pagos por permisos de servidumbre u obras de caridad, entrega de equipamiento a salas de salud) con nuevas formas de intervención empresarial ligadas al “valor compartido”. Esto expresa una reacción frente a la conflictividad territorial, promueve una institucionalidad “temprana” que en el fondo busca negar el conflicto y construir un territorio donde ya no sea posible rechazar la presencia de las empresas mineras. Estas lógicas impactan en los territorios, oponiendo a la población entre sí, erosionando y fragilizando el lazo social.
Frente a esta situación, los pueblos y comunidades que habitan las cuencas de los salares en Argentina y Chile vienen consolidando una estrecha articulación en sus luchas, demandas, exigencias y denuncias. Es en la articulación de sus propuestas, y con las que emanan de un conjunto de otros movimientos socioambientales, campesinos, sectores populares urbanos, feminismos, ecofeminismos y militancias juveniles, que se encuentran las claves para una transición socio ecológica justa y popular.
Se trata de comunidades indígeno-campesinas kollas, atacamas- licanantay, que exigen el respeto a la autodeterminación territorial como lógica democrática de reconocimiento por ser quienes habitan estos territorios de manera ancestral. Rechazan las lógicas de “participacionismo débil” y bregan por formas autodeterminación, co-gestión, control de los salares, control de los impactos sobre las cuencas hídricas, monitoreo comunitario, líneas de base no impuestas por las empresas. Al mismo tiempo, exigen estudios integrales sobre los impactos totales en el uso de salares, agua y territorio y rechazan los estudios financiados por las propias empresas. Demandan garantía estatal para la contratación de profesionales autónomos -independientes de los intereses político-corporativos- escogidos por las propias comunidades. Años y años de estudios que, en nombre de la ciencia, niegan sistemáticamente los conocimientos locales, las formas de uso y gestión colectiva de los salares y territorios, han redundado en una profunda y legítima desconfianza en la ciencia ligada al capital. Las comunidades exigen en cambio una ecología de saberes, una ciencia que reconozca, estudie y avale los saberes y conocimientos locales.
La ciencia y la tecnología son necesarias e imprescindibles para pensar en transiciones justas que estén al servicio de los territorios. Apostar por una ciencia digna y desmercantilizadora -no desde la interdisciplina o la interculturalidad vacía, sino a partir de un diálogo honesto y fraterno entre espacios asimétricos en términos de poder- es un debate que está muy fuerte en Argentina y tiende puentes con Chile.
En lo que respecta al litio, existen un conjunto de instituciones, equipos e institutos que estudian diversas alternativas frente al neoextractivismo actual. Algunas de estas líneas de trabajo se congregan en el Foro de Especialistas de Litio, conformado por casi la totalidad de las investigaciones relacionadas a la temática litífera en la Argentina. El Foro se constituye como un espacio de encuentro y discusión interdisciplinario y federal, surgido desde los propios grupos de investigación abocados a estudiar el litio. El principal objetivo es poner en diálogo los saberes para contribuir en el diseño de una política nacional, estratégica e integral que articule a las diferentes escalas de gobierno y actores políticos, así como también a las distintas carteras e instituciones públicas ya abocadas a la temática litio, como CONICET, CIN, INTI, CNEA, INVAP, YTEC, IEASA, Fabricaciones Militares, Astilleros Río Santiago, de donde provienen la mayoría de sus integrantes.
La atomización que actualmente existe entre gran parte del sistema científico nacional no solamente es contraproducente para desarrollar las tecnologías de la transición, sino que también es un signo de dominación, ya que prima un sistema de competencia en lugar de fomentarse el trabajo colaborativo y se obtura la posibilidad de crear conocimiento para dar respuesta a las grandes problemáticas de la sociedad. Por esto, desde el Foro se propone la creación de una red de trabajo federal, que permita articular estas investigaciones y propiciar el trabajo interdisciplinario para diseñar soluciones a los múltiples problemas actuales relacionados con el litio en nuestro país con una visión respetuosa con los derechos humanos y el ambiente, y la consulta libre, previa e informada a las comunidades. Al mismo tiempo, demanda al Estado la creación de una Comisión Nacional del Litio que aglutine todxs los actores vinculados a la temática (comunidades, cientificxs, empresas nacionales, etc), la creación de una Agencia Nacional de Energías Renovables y la declaración legislativa del litio como recurso estratégico, para poder tener una estrategia política soberana integral para con el mineral.
Resulta fundamental articular conocimiento científico tecnológico a cadenas de valor popular, que disputen las cadenas de valor hegemónicas al servicio del capital. En estas, son laboratorios ajenos a toda realidad social los que deciden el destino de las personas, mientras la participación comunitaria se propone subalternizada y pasiva para trabajadores precarizados. Catering, hotelería, gastronomía y otras microempresas tercerizadas se presentan en los territorios como una “panacea del trabajo”, escondiendo la obscena desigualdad entre las ganancias empresariales y el nimio ingreso económico local, pasando por las escasas rentas provinciales (3% de boca de mina) en Argentina.
Otros sectores también en resistencia (sindicatos y organizaciones populares) bregan por interrumpir las cadenas de valor transnacionalizadas de la producción del litio, promoviendo procesos de industrialización que no estén regidos por lógicas mercantiles sino sociales. La Campaña Savio, se propone retomar el proceso de industrialización de tradición soberana impulsado por Savio, donde la consigna “volver a Savio” retoma la senda por “tener un Estado que se comprometa en la industrialización, dejar de esperar que las soluciones, o supuestas inversiones vengan del exterior, es hacernos cargo de nuestra historia. En este marco el litio brinda la oportunidad de industrializar en origen, sirve forzar el fin de un sistema minero-extractivo que ha dejado mucha destrucción y pocas regalías y además los estados tienen que asociarse no competir, primero nación con provincias en Argentina, y luego con los países hermanos de Sudamérica”. Por esta vía, se trata de afianzar un nuevo marco legal que desestructure el código de minería, la ley de inversiones mineras, la lógica de provincialización de los recursos (una falsa federalización), y logre reafirmar el carácter público social de la transición energética popular. En la Argentina existe todo un abanico de iniciativas públicas, que van desde las cooperativas de distribución eléctrica o de producción de calefones solares que impulsan diferentes organizaciones sociales, las firmas de alta tecnología como Invap o Ytec, espacios de amplio recorrido industrial como Fabricaciones Militares o la nacionalizada IMPSA, que son pasibles de reforzar y potenciar.
El cuidado es uno de los ejes que articulan la resistencia a la expansión incesante de la acumulación del capital. Cuidar permite hablar de salares, humedales altoandinos, agua y territorios como hacen las poblaciones, y no del litio como “recurso estrella”. Desde la Asamblea de Pueblos Catamarqueños en Resistencia (PUCARA), organizaciones socioambientales, la Mesa de las 33 comunidades de la cuenca de Salinas Grandes y laguna Guayatayoc, colectivo Apacheta, comunidades de Consejo de Pueblos Atacameños, Observatorio Plurinacional de Salares en Chile y Argentina proponen la defensa de las cuencas de agua y de los salares y humedales altoandinos, como también de la tierra o pachamama. Proponen una relación holística (integral) entre la vida humana y la no humana, el respeto a los ciclos vitales, el cuidado de los seres vivos, tierra, salar, agua, cerro, religar la noción del tiempo contra la celeridad hegemónica de la acumulación. En sus prácticas trazan re existencias identitarias, culturales, enfrentando al colonialismo estatal la plurinacionalidad y las trayectorias de lucha frente al despojo del Estado Nación. Lo comunal- comunitario no refiere sólo a ser comunidades indígenas sino a revalorizar lo “común” elegir, crear y ser comunidades.
La defensa del territorio del agua expresa una comprensión integral de las cuencas con sus salmueras, lagunas, vegas y bofedales. Algunas de estas fuentes que sostienen la vida en ecosistemas tan frágiles son también humedales altoandinos, lugar y espacio donde la fuerza vital de la naturaleza se expresa en su total complejidad y belleza. Estos humedales son reserva de conocimientos y saberes sobre la supervivencia de las especies y la vida humana en condiciones extremas, reguladores hídricos conformados por ciclos lentos y naturales, sumideros de carbono y por tanto urgentes de preservar. Así, en su defensa se ligan las luchas socioambientales que exigen la sanción de la #Ley de Humedales Ya! en nuestro país, o la protección y valorización de los mismos en Chile, así como se denuncian las dilaciones, incumplimientos y/o vacíos de reglamentaciones en la Ley de Tierras, la Ley de Glaciares y/o la Ley General del Ambiente, normativas y herramientas forzadas en el calor de las luchas de los movimientos sociales y/o pueblos y nacionalidades indígenas. Muchas de estas pugnas por “volver real” los ficcionales marcos de regulación y las herramientas para la defensa territorial se articulan hoy en torno a la exigencia por una Ley de cupo socioambiental en Argentina, alternativa que abrazaría un amplio espectro de demandas emanadas desde los cuerpos en resistencias sin por ello dejar de fortalecer las acciones cotidianas. Cuidar los reservorios de la esperanza en las luchas y los reservorios de la vida en el agua, salares y humedales se tornan las claves territoriales en la crítica radical por una transición socio-ecológica justa. Desmercantilizar y cuidar son entonces dos de las claves centrales de la transición popular en nuestra región.
En estas experiencias, sin lugar a dudas, el rol de las mujeres es medular puesto que son quienes de manera general perciben el impacto de la pobreza, gestionan los alimentos, los recursos y las tareas no pagas del trabajo de la reproducción de la vida. El extractivismo, coloniza cuerpos y territorios, extrae “recursos naturales” pero también energía vida, esto lo saben las mujeres con doble, triple, cuádruple jornadas de trabajo, para alimentar sus familias, cuidar los animales o preparar la olla del comedor popular, organizarse para los turnos de búsqueda de agua apta para consumo, ahorrar energía, etc. Todas estas tareas son trabajos no pagos que, sin embargo, son esenciales para la continuidad del trabajo de otres. Revalorizar el cuidado concebido como un derecho, en todos los órdenes y dimensiones de la vida, nos reconecta con la sensibilidad de la eco interdependencia (la dependencia a la naturaleza más el trabajo tiempo cuidado de otres que necesitamos como humanos).
No hay transición socio ecológica popular posible con más extractivismo. Esto lo saben las asambleas socioambientales que desde el primer quinquenio del siglo XXI se expandieron por toda la Argentina. Sus luchas han tenido que reinventarse sistemáticamente frente a los sucesivos intentos de expandir la minería. Han ganado leyes que regulan la minería o prohíben el uso de sustancias tóxicas, sin embargo, a inicios de la segunda década del siglo, se enfrentan a los procesos de “zonificación” que crean ahora “territorios permitidos” para la minería mientras propone una idea vacía de “cuidado” que en rigor es un conservacionismo paisajista.
Todas estas alternativas se enlazan en un profundo cuestionamiento al individualismo (a la “libertad” de los modernos), al paradigma científico occidental y la estructurante relación de exterioridad (y superioridad) que cosifica los cuerpos y la naturaleza, a la desconexión tiempo / producción y reproducción de la vida, la concentración de la tierra, la acumulacion incesante del capital en base a un metabolismo social cada vez más ampliado, la voracidad del consumo energívoramente desigual. Frente a esta realidad responden haciendo y siendo viralidad del cuidado.