Por Maru Waldhüter y Flavia Medici
Los feminismos lograron nuevamente desbordar las calles de las principales ciudades del país, especialmente alrededor del Congreso Nacional. En Buenos Aires la convocatoria era a las 16 hs. y desde distintos lugares fueron llegando cerca de 400 mil personas para ser parte de esta movilización. El mismo Día Internacional de la Mujer Trabajadora, funcionarios del gobierno de Milei dentro del Congreso cambiaron el nombre del “Salón de las Mujeres Argentinas” a “Salón de los Próceres”, en una clara provocación al movimiento feminista. Sin embargo, en la calle, no hacía falta que nadie oficialice un nombre, el 8M armaba su propio tsunami.
En la ciudad de Buenos Aires se respiraba un aire de celebración del reencuentro. En las estaciones de trenes y de subte se saltaban los molinetes sin pagar el boleto para mostrar el desacuerdo con el aumento de las tarifas. Infaltables el glitter en la cara, pañuelos verdes y redoblantes. Los carteles de cartón volvían a gritar: “Ni una menos”, “No es no”, pero también otras demandas enmarcadas en la coyuntura argentina, como “Abajo el DNU”, “Fuera FMI”, “la Patria no se vende”, entre otros.
Una vez más era necesario estar a la altura de varios desafíos. Uno de ellos, dar cuenta de la capacidad de organización, convocatoria y unidad de los feminismos para dejar muy en claro que la libertad es nuestra y no de los mercados ni de los gobiernos. “Nadie le suelta la mano a nadie” es una frase que se inscribe en otro de los desafíos: colmar las calles en un contexto represivo en el que el Gobierno Nacional busca por todos los medios prohibir la protesta social y las manifestaciones en el espacio público. El protocolo de la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, no permite hacer uso de un derecho constitucional y la principal herramienta de lucha del pueblo: la movilización para peticionar a las autoridades. Pero este 8M también sobrepasó el protocolo.
Durante su campaña electoral el actual presidente Javier Milei prometió que el ajuste lo iba a pagar “la casta”. Lejos de eso, el recorte presupuestario y la inflación recaen sobre los sectores más damnificados. La expresión más clara de su política de la crueldad hoy la vemos reflejada, entre otras cosas, en la decisión de interrumpir el envío de alimentos a los comedores populares. “Estamos pidiendo una emergencia alimentaria”, afirmó Claudia “La Negra” Albornoz, referente del feminismo villero en La Poderosa mientras acomodaba su delantal de cocina con la inscripción: “40 años alimentando la democracia”. A su alrededor sus compañeras montaban una enorme olla con un cartel que decía ¡Urgente y necesaria la emergencia alimentaria! “No están llegando alimentos a nuestros comedores, la gente está desesperada. Las vecinas y los vecinos necesitan de esta vianda que nosotras cocinamos porque la alta inflación en dos meses en la canasta de alimentos hace que menos familias puedan llegar a un plato de comida”, nos contó La Negra Albornoz. “El año pasado estábamos exigiendo un salario para las cocineras, decíamos que había 10 millones de personas comiendo en comedores, hoy esa cifra se acrecentó. Somos los feminismos populares los que venimos a decir acá la realidad del barrio empobrecido por las políticas de ajuste de los gobiernos de derecha. En dos meses hay 6 millones de nuevos pobres y esto es inconcebible, ya no lo podemos soportar más”, nos dijo la referente de La Poderosa.
A medida que pasaba la tarde toda la Plaza de los dos Congresos se iba llenando. Algunas fueron encolumnadas con sus partidos políticos, otras eligieron ir con amigas o familia, se unieron las sindicales, las asambleas barriales que resucitó la necesidad de resistencia, las jubiladas, disidencias sexuales y organizaciones sociales. Entre banderas y pecheras la encontramos a la Diputada Nacional Natalia Zaracho. Ella aseguró que hoy “el gobierno de Milei nos quiere hacer creer que es nuevo, pero es una receta vieja, vienen a empobrecer especialmente a las mujeres. Nosotros siempre decimos que hay muchas cosas para mejorar, pero no podemos permitir que volvamos a hacer un retroceso que nos costó tanto esfuerzo y tanta lucha, al campo nacional y popular, pero también al feminismo que viene recorriendo esta lucha hace mucho tiempo. Hoy más que nunca estamos las mujeres de la economía popular por un feminismo popular que nos represente a todas”.
El camión con verduras estaba listo al lado del escenario y desde muy temprano se organizó una fila para recibir alimentos en el Verdurazo de la Mujeres Trabajadoras de la Tierra que donaron 3 mil kilos de verdura. “El feminismo es esto, plantarse con un verdurazo un 8M”, dijo Carolina Rodríguez, integrante de la organización y añadió, “se tienen que ver las necesidades que existen en el campo. En este último tiempo aumentó la luz, el alquiler de la tierra, ya no se puede plantar. (…) el clima también nos afecta, plantamos una hectárea y a la semana pasa una tormenta, una piedra y te tira todo”, comentó Carolina después de dejar el último cajón de verdura vacío en la camioneta. “En estos días vimos cómo familias enteras están dejando las quintas, se están vendiendo porque los niveles de inversión son insostenibles”, agregó Rosalía Pellegrini, parte de Mujeres Trabajadoras de la Tierra, “se desregularizaron los alquileres, están aumentando un 150% todos los insumos para producir. Libre mercado es que te paguen dos pesos por lo que producís en una situación total de crisis, es una bomba explosiva y en el marco de eso las tareas de las organizaciones, las promotoras rurales de género, las promotoras de agroecología, estamos viviendo una situación de persecución”. Rosalía se refirió a otro recorte más, el de los planes de contención social como el Potenciar Trabajo. “Nosotras somos las que cuidamos, en esta situación, aguerridas, juntas de manera colectiva sostenemos la crisis de la falta de trabajo que hay, de la falta de ingresos, en un momento en el cual va haber más desocupados y desocupadas. Somos nosotras las que vamos a estar parando la olla, haciendo los comedores, cuidándonos ante las violencias, acompañando a la compañera a hacer una denuncia. Es clave que los feminismos populares estemos hoy acá, somos las únicas que nos abrazamos entre nosotras y nos damos energía para seguir”, concluyó Rosalía.
El Paro Internacional de Mujeres y disidencias crece año a año y la organización de feministas sindicalistas también. Nucleadas en distintos gremios, con realidades diversas, el canto de “unidad de las trabajadoras” se impone. La foto nunca es fácil, pero ahí estuvieron representantes de las tres centrales sindicales construyendo unidad. Leonor Cruz, Secretaria de Género y Diversidades de la CTA-A se ocupó de hacer que las compañeras se acomoden al frente de la bandera de Feminismos populares, en un gesto que tiene tanto de logística como de emoción. “Es importante, es necesario y es urgente, el movimiento una vez más va a demostrar que con toda su fuerza, en la más amplia unidad viene a esta plaza a decir ‘Abajo el DNU»‘ aseguró Leonor. “No vamos a permitir que se nos saque un derecho más y vamos a seguir conquistándolos”, afirmó Leonor y agregó: “Argentina es el experimento en Latinoamérica. (…) hay que empezar a dialogar qué es para nosotras construir poder popular, un poder popular que tiene que ser latinoamericano, que tiene que ser regional o nos van a arrasar en cada uno de los países”.
Clarisa Gambera, Secretaria de Género y Diversidad de ATE, aún con el megáfono en mano, afirmaba que este 8M es particular porque el gobierno “eligió a los feminismos a las trabajadoras del Estado y a las organizaciones de la clase trabajadora como su blanco, porque entiende que ahí está el dique de contención y también está el plus. Nosotras somos hijas de un país que tiene una enorme tradición de movimiento obrero con un rol muy protagónico de las compañeras. Que ha ganado en la calle derechos, que ha defendido embestidas, y está pulseando, en este caso con los feminismos populares que mostramos ser uno de los sectores más dinámicos durante todo este tiempo para discutir el neoliberalismo como proyecto de vida que pretende instalar Milei”. Y esta fuerza que crece no nace hoy, Clarisa recuerda que “Los feminismos aportan una capacidad de construir unidad, porque la venimos construyendo desde hace muchísimos años”.
Desde arriba de las vallas de contención instaladas para proteger el escenario, una chica agitaba su pañuelo verde, el de la Campaña Nacional por el Derecho al aborto legal, seguro y gratuito, ese derecho que se convirtió en Ley en diciembre de 2020 y que hoy el Gobierno Nacional pretende poner en duda. Agustina Vidales Agüero es integrante de la Campaña y de Incidencia Feminista y ella también lo confirmó: “avanzan sobre el aborto pero también sobre la educación sexual integral, sobre el lenguaje inclusivo, sobre el derecho a la salud, el derecho a la educación y todos nuestros derechos a una vida digna”. Agustina eligió las palabras: “saldo organizativo”, para describir qué aporta la marea verde: “que sabe cuidarse en todos los espacios: en las escuelas, en los lugares de trabajo, en la calle también y armar redes completamente transversales para poder dar pelea. Entonces esto está manifestándose acá frente al Congreso de la Nación donde hay legisladores que quieren ir para atrás con nuestros derechos”.
Taty Almeida, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, se subió al escenario y aseguró que sin Congreso, no hay democracia. Luego de la lectura del documento, un pañuelazo y unos cuantos abrazos pasó un 8M en Buenos Aires, marcado por el contexto de ajuste que recae más duro sobre mujeres y disidencias, y donde quedó demostrado que los feminismos populares están de pie, en la calle y dispuestos a la resistencia.