Ser de izquierda hoy implica continuidades históricas básicas con las ideas y los valores de la izquierda desde el siglo XIX, así como rupturas fundamentales con algunas de las que fueron ideas dominantes en el pensamiento y en la práctica de la izquierda en los siglos XIX y XX
En continuidad con los valores y concepciones de los siglos anteriores, ser de izquierda hoy continúa siendo una postura que apunta a la igualdad, a la libertad, a la fraternidad. Sigue siendo una perspectiva que postula el carácter histórico, y por lo tanto transformable, de la sociedad capitalista, de la sociedad que tiene a la valorización del capital como su principal principio organizador y reproductor. Ser de izquierda -hoy como ayer- significa rechazar la concepción liberal de la naturaleza humana que entiende al ser humano producto de la sociedad capitalista -el ser humano que se caracteriza por el individualismo posesivo– como la naturaleza eterna y esencial de lo humano. Ser de izquierda -hoy como ayer- significa creer que los seres humanos con su propia acción son capaces de transformar la realidad, transformar un orden de dominación y de explotación en una sociedad solidaria, que es posible y necesaria la creación de otro mundo.
Sin embargo, hay igualmente discontinuidades básicas entre lo que han sido las expresiones históricas dominantes del pensamiento y la práctica de la izquierda de los siglos anteriores y las concepciones y prácticas requeridas para los retos que hoy plantea la construcción de otro mundo.
Ser de izquierda hoy es reconocer que la tradición teórica y política del socialismo es sólo una de las diversas tradiciones culturales desde las cuales se lucha hoy por otro mundo posible.
Hoy, ser de izquierda exige una crítica radical a los patrones de conocimiento coloniales y eurocéntricos hegemónicos que han sido instrumentos eficaces tanto en los procesos de construcción de los patrones de poder del sistema mundo colonial-capitalista moderno, como en su legitimación por la vía de su naturalización. Requiere el cuestionamiento a fondo a los patrones de conocimiento que han construido la idea de modernidad como dinámica interna de los pueblos europeos, construyendo al resto de los pobladores del planeta como primitivos, atrasados, premodernos, subdesarrollados. Significa el reconocimiento de la historia compartida -durante más de 500 años- de dominantes y dominados en la construcción del sistema mundo colonial moderno, con su lado central y luminoso, y su lado periférico, oscuro, colonial, del Sur. Para la mayor parte de los pueblos del mundo, la experiencia moderna ha sido una experiencia de colonialidad, de imperialismo, de esclavitud, de exterminio, de sometimiento, de dominación. Lo que los pueblos del Sur requieren hoy no es más modernidad, ni más capitalismo. Han estado sometidos al orden colonial capitalista y moderno durante siglos.
Hablar hoy de la «izquierda», como lo ha sido siempre en el pasado, es hablar de una pluralidad de posturas teóricas y políticas y una inmensa diversidad de prácticas sociales. En estas notas se refieren sólo a lo que se reconoce claramente como una perspectiva entre muchas otras posibles
Ser de izquierda hoy significa un rechazo a toda teoría de la historia, a toda teleología filosófica y científica desde la cual se pueda tener acceso a la verdad del guión de la historia. La historia no está pre-escrita. La historia la construyen los seres humanos desde sus memorias, con sus imaginarios, sus luchas, sus confrontaciones, sus proyectos.
Ser de izquierda hoy exige otra forma de hacer política. Exige ante todo el rechazo a toda pretensión de construir la política desde la verdad. La política, sus objetivos y sus métodos son construídos por los seres humanos de acuerdo a sus propias opciones, valores, preferencias e imaginarios de futuro. No es posible definir ni las metas ni las prácticas de la política desde ninguna verdad preexistente a la propia lucha, como por ejemplo, desde la verdad científica. Fue esto lo que pretendió el llamado socialismo científico.
Ser de izquierda exige hoy un rechazo al economicismo y a todo otro determinismo unilateral que pretenda reducir la inmensa complejidad de la vida y de la experiencia humana a un factor determinante, aunque sea este sólo determinante en «ultima instancia». Los patrones de poder operan en forma compleja y dinámicamente articulada en diversas dimensiones de la vida (trabajo, cuerpo, conocimiento, autoridad, «naturaleza», imaginarios, subjetividad). Ninguno de estos tiene una primacía ontológica sobre los demás.
Ser hoy de izquierda exige asumir con radicalidad la amplia gama de las críticas epistemológicas, políticas y prácticas que los feminismos han formulado y continúan formulando a los patrones patriarcales dominantes del conocimiento, de la producción, de la política, de la sexualidad y de la vida cotidiana.
Ser hoy de izquierda significa asumir la extraordinaria complejidad implicada por el reconocimiento de que los patrones del conocimiento occidental y académico constituyen unos entre muchos saberes de pueblos y comunidades humanas de todo el planeta. El diálogo democrático entre diferentes saberes es una condición sin la cual no será posible la construcción de un futuro democrático alternativo.
Ser de izquierda significa la celebración de la diversidad de la experiencia humana. Significa asumir que la posibilidad de la construcción de un orden social alternativo sólo es posible si se realiza desde las memorias, las experiencias, las luchas, las aspiraciones, las subjetividades de la multiplicidad de los pueblos y culturas del planeta. Las transformaciones sociales hacia otra sociedad sólo serán posibles por la vía de la convergencia, articulación, alianzas, acuerdos, encuentros, entre las luchas y construcciones prácticas de alternativas de la multiplicidad de sujetos, comunidades y pueblos que hoy resisten y prefiguran con su práctica otro futuro. No hay sujetos históricamente privilegiados en esta lucha.
Ser de izquierda hoy ya no puede ser identificarse como progresista, en el sentido de apostar a todo lo nuevo, a todo lo futuro como mejor y como altar de progreso a nombre del cual se justifica el sacrificio de todo pasado, de toda memoria, de toda subjetividad, toda otra forma de vida.
Ser de izquierda es reconocer que el racismo constituye uno de los pilares de los regímenes de clasificación jerárquica y de exclusión de los seres humanos en el sistema mundo colonial moderno. La lucha por otro mundo es, necesariamente, una lucha contra el racismo, así como una lucha en contra de toda otra forma de clasificación, jerárquica y de exclusión por motivos religiosos, étnicos, culturales, políticos y de orientación sexual.
Ser de izquierda significa ser democrático. Por democracia se entiende que la mayor cantidad de gente posible participe en la mayor cantidad de decisiones posibles sobre su presente y futuro individual y colectivo. Significa asumir prácticas democráticas y plurales como fundamento de toda acción política y social. La construcción de un orden democrático, alternativo tanto al orden capitalista, como a las experiencias del socialismo estatista autoritario del siglo XX, no será posible sino por la vía de prácticas cada vez más democráticas.
Ser de izquierda hoy exige reconocer que los patrones científicos y tecnológicos actualmente dominantes en todo el planeta son patrones científicos y tecnológicos capitalistas, patrones científicos y tecnológicos que corresponden a los valores, las opciones civilizatorias y las exigencias económicas y políticas del orden del capital. No es posible la construcción de una sociedad alternativa si ella se fundamenta en estos patrones de conocimiento y de transformación tecnológica. Sin la crítica radical a estos patrones de conocimiento-producción, no es posible siguiera imaginar la construcción de modos de vida democráticos alternativos.
Ser de izquierda hoy requiere una problematización permanente del papel de los liderazgos políticos consolidados y de las estructuras organizativas que estabilizan y afianzan las diferencias entre quienes deciden y quienes obedecen. No hay ninguna forma organizativa privilegiada en la construcción de una sociedad alternativa. Las divisiones entre lo político y lo social, base de la preeminencia de los partidos políticos sobre las organizaciones llamadas sociales corresponde a una construcción del imaginario liberal que fue asumida plenamente por la tradición leninista.
Ser de izquierda significa el defender la autonomía de organizaciones sociales, movimientos, comunidades y pueblos frente a los mecanismos de control vertical, ya sea partidista o estatal, que niegue o reduzca las diversidades, la experimentación social y las capacidades de autogobierno.
Ser de izquierda hoy significa asumir, en toda su complejidad, y con las especificidades de cada contexto concreto, que la transformación de la sociedad puede implicar cambios contra el Estado, en el Estado, desde el Estado. No se puede esencializar ninguna postura ni teoría de la transformación social, ni se pueden predeterminar las formas en las cuales los procesos de transformación social pasen o no en alguna medida, por el Estado.
Ser de izquierda hoy implica reconocer que la construcción de un orden alternativo no es un momento de ruptura histórico (El asalto del Palacio de Invierno), sino un largo proceso de construcción de otras prácticas sociales, de modos de vida alternativos, de otras sociabilidades, de otras prácticas productivas, de otras subjetividades.
Ser de izquierda implica el reconocimiento de que el imperialismo, con sus dispositivos militares, políticos, económicos, jurídico-institucionales y culturales representa el principal instrumento para la preservación de la matriz de poder global actualmente existente. La sociedad capitalista es una sociedad cada vez más violenta. El capitalismo, en su momento neoliberal, no puede sobrevivir sin la militarización del planeta. Es difícil imaginar avances significativos en las luchas de los pueblos que no sean confrontados por la represión y la violencia.
Ser de izquierda comienza necesariamente por la valorización de la vida. El proyecto civilizatorio de Occidente, llevado hasta sus últimos extremos por el capitalismo contemporáneo y por el socialismo soviético, es expresión de un patrón cultural basado en la guerra permanente de los seres humanos contra el resto de la vida, contra la así llamada «naturaleza». Es la guerra por la predicción, el control, la manipulación, la transformación, y en última instancia, la destrucción de la vida. Es la identificación de la felicidad humana con la acumulación y con la abundancia de bienes materiales. Ser de izquierda hoy significa el reconocimiento de lo humano como parte de la naturaleza, parte de la vida. No será posible la construcción de sociedades democráticas, equitativas, libres y solidarias a menos que se detengan a muy corto plazo los procesos de sistemática devastación de las condiciones que hacen posible la vida en el planeta Tierra.
Si no hay vida, todo lo demás carecerá de sentido. El tiempo disponible para ello se agota aceleradamente.
Por último, ser de izquierda hoy implica asumir que este listado de principios y criterios no constituyen un catecismo, ni una nueva verdad única, sino un conjunto de nociones orientadoras abiertas a la experiencia y al debate.
Caracas, enero 2007
Texto presentado en los debates de Foro Social Mundial realizado en Nairobi en el año 2007
Foto: Gerhard Dilger