Marchas, el asesinato de Marielle Franco, pueblos indígenas, la lucha urbana, feminismos. Voces y postales del Foro Social Mundial 2018
Por Darío Aranda, Salvador da Bahía
Banderas, remeras y carteles con diversas consignas: desde el «fuera Temer» hasta el clásico «otros mundos posibles». La crítica a las multinacionales muy presente, pero también a la avanzada de gobiernos de derecha y, en Brasil, el asesinato de jóvenes negros en los barrios empobrecidos. La Universidad Federal de Bahía fue la sede principal del Foro Social Mundial. Repleta de personas de todas las edades y procedencias, aunque fue notable la gran mayoría de locales. En las actividades más pequeñas, mesas-debate o talleres, fue donde fue era más visible la participación de variados países de América Latina, Europa y, en menor medida, de Asia y África. Resistencia urbana, extractivismo, «nueva izquierda» y luchas indígenas.
La agenda del encuentro se vio sacudida por el asesinato de la concejala de Río de Janeiro, Marielle Franco, defensora de los derechos humanos, feminista, parte del pueblo negro criminializado y opositora a la intervención militar en la ciudad.
El Foro abrió martes 13 con una marcha desde el centro de la ciudad, desde la plaza Campo Grande hasta la plaza del Pueblo (frente a la playa). «Acá no hay un acto de aperturas de referentes. Acá abrimos todos juntos en la calle», había explicado Maurí Cruz, un referente del FSM. Según con quién se hablara había al menos dos miradas posibles: pequeña en comparación a los primeros foros de Porto Alegre (eran multitudinarios, hasta 150 mil personas) o, más optimista, fue una marcha respetable, con unas diez cuadras de extensión, importante si se tiene en cuenta que ya no cuenta con el apoyo del PT (Partido de los Trabajadores), ni de organizaciones históricas como el Movimiento de Trabajadores Sin Tierra (MST).
«Luchar siempre, Temer jamás», avisaba una remera blanca con letras rojas y juego de palabras contra el presidente de Brasil. Graficaba también el perfil de la marcha, donde la crítica a Michel Temer fue total. Al mismo tiempo, era mayoritario el apoyo a Lula aa Silva (el candidato con más intención de voto, que enfrenta una posible decisión judicial para dejarlo fuera de las elecciones).
Desde el miércoles hasta el sábado la mayor parte de las actividades sucedieron en la Universidad Federal de Bahía, un espacio muy grande, con pabellones de aulas diseminados en una decena de hectáreas, y pobladas de remeras amarillas del Foro. «Estoy aquí porque tengo conciencia de la necesidad de luchar por lo que es justo, luchar contra las desigualdades», explicó Ciro Barbosa, 72años, de San Pablo, y parte del sindicato de ingenieros de Brasil. Recordó que en el país existe un gobierno «golpista» que busca evitar un nuevo presidente del PT.
Miriam González Vera, de la Coordinación Feminista de Paraguay, señaló que concurrieron al Foro porque están convencidas de que «otro mundo es posible». La agenda específica que trabajaron fue el derecho a la salud de la mujeres, igualdad y no discriminación. Destacó que luego de 35 años de dictadura (Alfredo Stroessner), en la década el 90 y 2000 hubo avances, pero que en la actualidad corren peligro: «Hemos caminado como tortugas, ganando derechos, despacio. Ahora nos quieren convertir en cangrejos, que vayamos para atrás, pero no les va a ser fácil, seguiremos luchando».
Durante los cinco días de Foro, con centenares de actividades, fue notable la menor presencia de movimientos sociales que habían sido apoyo organizativo histórico del FSM, en particular el Movimiento Sin Tierra (MST). Sólo una pequeña delegación, de una decena de personas, con sus banderas y remeras rojas. Todos los extranjeros se acercan a saludarlos y preguntar por el agro, la lucha campesina y la política de Brasil. Sí hubo una carpa con muchos integrantes de la CUT (Central Única de Trabajares), que fue visitada por Lula y Dilma.
Hubo mayor presencia de ONG y activistas individuales. Puede ser leído como una crítica a los organizadores, o también como un cuestionammiento a los movimientos, muchos de ellos aliados de los gobiernos progresistas de los últimos años, que restaron importancia al Foro o decidieron poner sus energías en otros espacios.
Miuke Pinamba fue parte del campamento de pueblos indígenas que participa del Foro. «Venimos acá para que se conozcan nuestras demandas. Salud, educación y sobre todo demarcación de nuestros territorios, que el gobierno no quiere cumplir», denunció. Es una lucha histórica de los pueblos indígenas que el Gobierno cumpla con el relevamiento de tierras y entregue a las comunidades ancestrales. El gobierno del PT no cumplió y tampoco el actual de Michel Temer. «Nuestra situación es pésima. No cumplen ninguna de nuestra leyes», resumió el joven indígena. Precisó dos actividades que atentan contra los pueblos indígenas: la minería y los madereros. «A ellos sí le dan la tierra», cuestionó.
A inicios de marzo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al estado brasileño por violar los derechos indígenas. Considerada una decisión histórica, el tribunal ordenó que se demarque el territorio del Pueblo Xukuru (en Pernambuco) en un plazo máximo de dieciocho meses.
En el marco del Foro, hubo un campamento de pueblos indígenas y charlas específicas. «Demarcación de tierras indígenas. ¿Regalo? No, derechos!» fue un espacio donde se precisó que el incumplimiento del Gobierno es una situación general (como en el resto de América Latina). Y, ante la resistencia de las comunidades, también se denunció (y problematizó) la creciente criminalización y violación de derechos humanos de los referentes indígenas.
El Frente Popular Darío Santillán (FPDS) de Argentina es parte del Frente de Resistencia Urbana, novedoso espacio nacido en diciembre pasado junto a organizaciones de Brasil y Chile.
«Un dato a destacar es que son los movimientos urbanos quienes apostaron, a pesar de las criticas, a ser partes del FSM, con perfil y agenda propia. Creo que el FSM es una instancia que puede recuperar cierto dinamismo a la luz del nuevo contexto de restauración conservadora que atraviesa el continente», señaló Federico Orchani, del FPDS, que también valorizó las articulaciones que se dan en los encuentros, con las posibilidades y límites que conlleva.
Orchani sostuvo que diversos actores del FSM hacen lecturas críticas de los «llamados gobiernos progresistas» de la región de la década pasada donde, «con honrosas excepciones, no hubo un intento serio por modificar los pilares estructurales de la desigualdad social, mas allá de avances y conquistas que obviamente reconocemos y saludamos». El Frente Darío Santillán confirmó su apoyo al candidato Guilherme Boulos, candidato nacido de movimientos sociales y del PSOL, expectante ante la posibilidad de la prohibición de Lula (PT).
Boulos es precandidato a presidente junto a a la líder indígena Sonia Guajajara y suelen definirlos como «la nueva izquierda». Reconoce avances de los gobiernos de PT, pero también los límites: «Brasil sigue siendo de los países más desiguales del mundo, donde seis millonarios tienen más que seis millones de personas. Para acabar con esa desigualdad hay que enfrentan a sectores que no se ha tocado, como a los bancos».
Boulos, del mismo partido que la asesinada Marielle Franco, afirmó que su candidatura recoge políticas y reclamos nacidos de las calles, organizaciones sociales y de los sectores populares de Brasil. Resumió la situación local: «Hay una crisis política, económica y de esperanza, donde el pueblo no ve futuro para sus hijos. Ante eso, nuestro proyecto es de cambios profundos y sin miedo para enfrentar a los sectores que siempre ganaron en Brasil».
Foto: Verena Glass