Judith Goetz: “Si hablamos sobre backlash de la extrema derecha es porque las feministas logramos un montón anteriormente”

Investigadora y militante feminista, Judith Goetz es una estudiosa de las reacciones conservadoras de la extrema derecha contra los avances igualitarios de los feminismos en Europa y el mundo. En el marco del encuentro “Radicalizar la democracia” dialogamos con ella para analizar por qué no debemos perder de vista los laureles que supimos conseguir.

Por Redacción Marcha 

Judith* es investigadora sobre cuestiones de género y de las extremas derechas y actualmente cursa un doctorado en la Universidad de Innsbruck, al oeste de Austria. Llegó a Argentina por segunda vez en su vida- carrera invitada por la Fundación Rosa Luxemburgo, ocasión en la que recordó los hitos populares feministas de su anterior visita, en 2006, cuando participó del Encuentro en Jujuy, en el que gritó por la libertad de Romina Tejerina. Año en que se conmovió además por la segunda desaparición de Jorge Julio López.

Para esta investigadora, la rebeldía NO es de derecha, y prefiere llamar a sus seguidores “rebeldes conservadores o conformistas”, lo que puede ser una contradicción pero lo hace porque observa que tanto en Europa como en América Latina y el Caribe, “buscan la restauración de valores o estructuras tradicionales para preservar las relaciones de poder”. Todo un paradigma que recuerda el valor de investigar desde la perspectiva de género y para los movimientos y no para solo vender libros o presentar ponencias como academia de iluminados.

Afirma que no debemos perder de vista los logros, las conquistas feministas que supimos conseguir; y que, aunque estemos en un momento de defensa, sobre todo en Argentina, nunca debemos perder cuáles son los objetivos que nos convencen para cambiar el mundo. Sobre las estrategias contra la extrema derecha, los horizontes posibles y la comunicación dialogamos con ella en el marco del encuentro sin fronteras “Radicalizar la democracia”.

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Judith, ¿pensás que esta época configura una nueva etapa del fascismo?

Sí, y tiene que ver con un desarrollo de grupos, movimientos y partidos de la derecha extrema que se han modernizado en sus formas, pero la ideología sigue siendo la misma. Una ideología que se basa en la desigualdad y en la inequidad sociales, en referencia no solo a grupos étnicos sino también a una imagen de género binaria y jerárquica que rechaza las identidades por fuera de la norma y que además dice que solo hay ciertas formas de cómo tiene que ser una mujer y cómo tiene que ser un varón.

En ese proceso de modernización la derecha extrema se presenta como rebelde -y no en el sentido tradicional que quiere decir que un grupo está luchando contra lo establecido-, pero lo cierto es que ellos rechazan todos los procesos y logros que los movimientos feministas y antirracistas han alcanzado en los últimos años. En verdad, son muy tradicionales y quieren una renaturalización de todos los temas de género, regresar a esas imágenes con roles definidos. Eso es parte de un proyecto antifeminista en muchos países del mundo.

Lo extraño es que podemos observar dos desarrollos simultáneos. Por una parte, hemos logrado un montón en los últimos años y en consecuencia, el orden, la dominación o el proyecto hegemónico patriarcal se ha empezado a romper; y por eso, ese rechazo o esa contra- acción de la extrema derecha es tan fuerte en ese momento. Porque tenemos que tener en cuenta que si hablamos sobre backlash de la extrema derecha es porque las feministas logramos un montón anteriormente; y aunque sea el momento de solamente defendernos contra los ataques -y tal vez mantener el statu quo-, no hay que olvidar eso. Y al mismo tiempo -aunque, insisto, sea en ese momento una época donde tenemos que defendernos y mantener el statu quo-, nunca debemos perder nuestras visiones y nuestros objetivos; porque siempre se necesitan las dos perspectivas. Defenderse en la situación donde estemos y al mismo tiempo nunca olvidar por lo que luchamos para avanzar.

¿Cuál es la situación en Europa, cuáles son las alertas más inmediatas, en qué nos están atacando a las feministas en Europa y cuáles son las estrategias que se están analizando y que ven exitosas? 

En Austria tenemos mucha experiencia con la extrema derecha en el gobierno. La última vez fue en el 2017 hasta el 2019 y uno de los primeros pasos que hicieron fue quitar el financiamiento a los proyectos de mujeres y feministas. En esa época fue muy importante que ellas iban unidas y que no permitieron que la extrema derecha las separara: pusieron lo que une el movimiento por sobre las diferencias y los conflictos. Y eso es algo muy importante, no dejarnos separar por las intervenciones que vienen de la derecha extrema. 

Por otra parte, las estrategias son importantes porque muchas veces solo reaccionamos. La extrema derecha pone un tema, causa un escándalo y todo el mundo está alejado y todo se trata sobre ese tema que la extrema derecha puso en agenda. Y es muy importante, por supuesto, posicionarse de una manera feminista, antifascista, ante lo que dice pero no podemos dejarlos siempre definir los temas principales; debemos tener e instalar también los propios. En Austria, en las últimas elecciones provinciales, el Partido Comunista ganó muy de sorpresa con una estrategia en su campaña enfocada sobre la problemática del acceso a la vivienda, un tema muy social y que nos afecta a todes ya que también tenemos inflación -aunque solo sea el 10%-, pero mucha gente no tiene la plata para pagar su alquiler o los costos de la energía, el gas, la electricidad, etc. Entonces, esa fue una oportunidad para instalar su propio tema y con eso lograr convencer muchos votos. Eso demuestra que lo importante es posicionarse sin salir a reaccionar siempre a la extrema derecha.

Y en cuanto al feminismo, es importante ver los logros que hemos obtenido. A veces nos parece que se puede perder todo de forma muy fácil pero no es así. Porque las leyes son una parte, pero la modernización del pensamiento, todas las luchas contra la discriminación también tienen sus efectos en la población. Y conozco muchas historias, por ejemplo, de personas trans que han sufrido bastante en el pasado pero que, aunque las leyes todavía no están como elles desean, la aceptación en la sociedad creció enormemente. Y esos también son desarrollos al mismo tiempo. Porque por una parte estamos luchando a nivel judicial, pero por otra también estamos luchando por un cambio de sentido común, de cómo la gente ve el mundo. Y aunque tal vez en esta época no podemos lograr más leyes progresistas o más apoyo de las instituciones estatales o de los gobiernos, sí podemos seguir luchando por el cambio de pensamiento y contra las ideologías discriminatorias. Y esa también es una tarea muy importante.

¿Cuáles son las herramientas importantes para el periodismo, para contar esta época sin quedar esclavas o esclavos de lo que la ultraderecha proponga? 

He trabajado mucho en eso y lo he criticado bastante con diversos éxitos, pero también no fui tan exitosa. Es un tema muy complejo porque por una parte siempre se quiere reaccionar y se quiere posicionar en contra, pero el problema del periodismo es otro, porque muchas y muchos periodistas creen en una posición objetiva o neutral y eso no existe porque siempre se escribe desde la posición en la sociedad. Por ejemplo, la mayoría de los periodistas son blancos, académicos, vienen de la clase media o alta y eso también forma su perspectiva. Otro problema del periodismo es que piensan que deben contar solo “lo que pasó” y eso no funciona con la extrema derecha porque no se puede solamente describir, es muy importante explicar cuál es el problema con los cambios que proponen o con esos discursos o narrativas, y explicar qué es lo discriminatorio y por qué pone a peligro a la democracia. Eso es lo que muchos periodistas no hacen: solamente recitan los discursos de la derecha y piensan que se va a desenmascarar por sí misma y eso no funciona.

Muchas personas simplemente no saben cómo analizar estos discursos o a qué se refieren en su perspectiva final; por eso, es muy importante el desarrollo de un punto de vista ético de las y los periodistas, que tomen en serio su rol en la educación de quienes escuchan o leen sus artículos. Porque las estrategias de la extrema derecha se concentran en provocar escándalos así muchos periodistas cada vez que causan un escándalo escriben sobre eso y ahí están apoyando a difundir la ideología y lo que querían transmitir sobre esa provocación. Cada vez que causan un escándalo es una posibilidad de amplificar más y más el discurso de la derecha; entonces, la gente se acostumbra, se convierte en una normalidad esa ideología discriminatoria y esto es muy peligroso. Por eso, las y los periodistas deben decidir qué información tiene el valor de ser publicada. Y cuál no. Porque si se publica algo que no tiene el valor de ser una noticia -incluso intentando cuestionarlos-, eso significa un riesgo de amplificar la narrativa de la extrema derecha. 

Es que en el periodismo y en la comunicación, aún de nuestros sectores, también podemos caer en eso; por ejemplo, de repente estamos todes hablando de los perros de Milei. Fue también claro cuando empezó a circular noticias de que el gobierno iba a terminar con la ley del aborto y las compañeras de la Campaña supieron que no había que salir a defender algo que todavía no fue atacado -más allá de que sí es un gran peligro-. Entonces, es importante hacer un análisis profundo sobre quién dice qué y qué posibilidades reales tienen los conservadores para cambiar las leyes en este momento; si es su prioridad política o si es algo que dos personas compartieron en WhatsApp. Por eso, es muy importante tener un análisis profundo sobre qué es una noticia y qué tal vez se puede ignorar.

¿Es necesario hacer a un lado los debates para construir un proyecto político con el feminismo en el centro para hacerle frente a esta actualidad?

Los debates feministas que he escuchado en Argentina son muy parecidos a los de Austria. Pero en un momento en que recibimos tantos ataques y un backlash -respuesta conservadora- tan fuerte, tal vez se podrían poner esos debates a un lado hasta dentro de un tiempo, para cuando tengamos el lujo de poder concentrarnos en nosotras mismas y no tanto en los alrededores. Pero al mismo tiempo, también tengo la impresión de que es muy difícil luchar contra ese poder que tienen los partidos o políticos como Milei y en cambio es más fácil pelearse con las compañeras. Porque ahí la otra parte al menos te escucha, te responde; puedes quejarte y enojarte y eso tiene más efecto en la vida cotidiana.

Acá y allá estamos con una sensación de que sí estamos en la calle, protestando, criticando, poniendo todas nuestras fuerzas en la lucha, pero no logramos éxitos o resultados. Y tenemos que tener en cuenta que las luchas grandes son mucho más difíciles, necesitan mucho más tiempo y no vamos a ver éxitos rápidamente. Así que hay que tener esperanza y paciencia porque Milei no va a gobernar toda su vida pero nosotras, las feministas, sí seguiremos presentes. Así lo demuestra la historia: pasa lo que sea y ahí seguimos. Y eso es muy importante. Las feministas tenemos debates que quizá nunca se van a resolver, es más, podemos aceptar que nunca vamos a tener la misma opinión o respetar que hay distintas; pero tenemos la obligación de ver dónde podemos luchar juntas y dónde tenemos que luchar separadas. Es ahí, en las luchas que tenemos juntas, donde tenemos que enfocarnos en este momento histórico.

(*) Integrante del Grupo de investigación sobre ideologías y políticas de desigualdad (FIPU) y de la Red alemana de investigación «mujeres y extremismo de derechas». Como militante, participa en contextos antifascistas y feministas, incluida la red “Claim the space”, que politiza los feminicidios en Austria desde 2020. Sus intereses se centran en las extremas derechas y las mujeres/ género y antifeminismo y recientemente coeditó las antologías “La extrema derecha como desafío para el periodismo” (2021), “Estrategias contra la extrema derecha” (2022) y “Perspectivas globales sobre antifeminismo. Ataques religiosos y de extrema derecha contra la igualdad y la diversidad” (2023).

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