La Colectiva Minervas se desafió a la tarea de sistematizar la experiencia en torno al paro internacional feminista desde el resurgimiento de la movilización de las mujeres y disidencias en Uruguay.
Por Stephanie Demirdjian para La Diaria
Foto: Mariana Greif
Un renacer del movimiento feminista se viene gestando desde hace cuatro años en América Latina y otras partes del mundo. Es un fenómeno que cada vez se apodera más de las calles y los espacios públicos. Uno en el que las mujeres ponen el cuerpo y se abrazan, porque se reconocen juntas. Uno que se erige contra un sistema que oprime, silencia y violenta. Un resurgir que renueva las reivindicaciones históricas de la lucha de las mujeres pero que se planta específicamente contra todas las formas de violencia machista. Una generación que, además, agregó la huelga feminista como nueva herramienta de lucha.
Minervas es uno de los colectivos protagonistas de este reemerger feminista en Uruguay y se propuso pensar, analizar y contar el proceso en el libro Momento de paro, tiempo de rebelión. Miradas feministas para reinventar la lucha. La publicación fue presentada en el marco del Día Internacional de la Mujer junto al estreno de la Escuela de Formación Feminista. Se trata del primer trabajo de Minervas Ediciones, la editorial propia que las militantes celebran como un sueño cumplido.
El libro está compuesto de textos “que resultaban significativos para nutrir la lucha”, según señala el prólogo. Escritos por mujeres referentes con diversas trayectorias y experiencias, estos trabajos están divididos en dos partes.
La primera, que se titula “¡A la huelga, compañeras!”, está centrada en reflexiones surgidas a partir de los tres paros internacionales de mujeres que se celebraron a partir del 8 de marzo de 2017. “El reinventar la huelga como herramienta fue un nuevo impulso para pensar desde la reproducción y el sostenimiento de la vida y no reducir las luchas al terreno productivo. Nos permitió retomar la lengua proletaria para desbordarla y enriquecerla con miradas y prácticas feministas. Aprendimos en el proceso mismo acerca de nuestra capacidad para articular una acción más allá de capitales y fronteras nacionales y de la potencia de conectar las luchas. Elaborar y difundir pensamiento colectivo sobre la acción del paro es también un modo de fortalecer su alcance”, asegura el colectivo en el prólogo.
Empieza con un texto de Cristina Vega, profesora e investigadora del Departamento de Sociología y Estudios de Género de FLACSO Ecuador, “que recorre varios momentos y geografías para mostrar que la huelga, como herramienta de lucha, ha sido mucho más que el paro en una fábrica”, en tanto “las mujeres hemos estado siempre presentes y lo hemos ido reinventando todo, colocando la reproducción social de nuestras vidas en el centro”.
Le sigue la argentina Verónica Gago –doctora en Ciencias Sociales y una de las impulsoras del movimiento Ni Una Menos en su país–, con un texto que analiza la resignificación que el movimiento feminista ha hecho del trabajo al convocar al paro internacional de mujeres. Para eso, hace una lectura del Manifiesto comunista desde la perspectiva feminista. Para la autora, el paro “reapropiado y reinventado” por el movimiento feminista “debe dar cuenta de múltiples realidades laborales que escapan a las fronteras asalariadas y sindicalizadas, que cuestionan los límites entre tareas productivas y reproductivas, formales e informales, remuneradas y gratuitas, entre trabajo migrante y nacional, y entre empleadxs y desempleadxs”. De esta manera, concluye, la huelga feminista “apunta directo a uno de los núcleos del sistema capitalista: la división sexual y colonial del trabajo”.
Para completar la primera parte del libro Minervas eligió un texto de la académica italiana Cinzia Arruzza, que destaca el esfuerzo de los feminismos anticapitalistas en Estados Unidos para relegitimar políticamente el término “huelga” en ese país. La especialista, que vive en Nueva York, explica que las elecciones en las que resultó electo presidente Donald Trump marcaron un “impasse” para el feminismo liberal, que hasta entonces era el hegemónico y que fue el que en esa campaña apoyó a la candidata demócrata Hillary Clinton. “La convocatoria a una huelga feminista vino de la conciencia de este impasse”, dice Arruzza, “una conciencia que abrió un espacio político para un feminismo alternativo al liberal […]: un feminismo de clase, antirracista, inclusivo para las mujeres transexuales y personas queer no binarias”.
Entre mujeres
El segundo apartado tiene el título “Recrear la lucha desde el nosotras” y está compuesto por cinco textos escritos por “compañeras que escriben y piensan con el cuerpo en las luchas”, explica el colectivo en el prólogo. Uno de los hilos conductores de esta parte es el escenario del Río de la Plata como “uno de los epicentros de la revuelta”.
El primer texto está escrito a tres plumas. En él, las investigadoras y activistas mexicanas Raquel Gutiérrez Aguilar e Itandehui Reyes, junto con María Noel Sosa, docente e integrante de Minervas, desentrañan la alianza patriarcal, capitalista y colonial bajo el análisis de la mediación patriarcal como forma de dominio y explotación. Las autoras introducen el concepto del “entre mujeres”, invitan a pensar sobre la creación de un lenguaje propio para mediar con el mundo y aseguran que las “renovadas luchas” contra las violencias machistas “están haciendo brotar conocimientos y esperanzas igualmente renovadas”.
Mariana Menéndez, docente y otra de las integrantes de Minervas, también parte del concepto de “entre mujeres” para hilar el reemerger de la lucha feminista en el Río de la Plata con la construcción de feminismos populares o “desde abajo”, que ponen el foco en la reproducción social y simbólica de la vida, valorizando las relaciones entre mujeres y la propia experiencia como resorte para nuevas formas políticas. Menéndez menciona como “antesala” del primer paro internacional de mujeres las alertas feministas que se hacen desde diciembre de 2014 en Montevideo cada vez que ocurre un femicidio, o lo que despertó la movilización de Ni Una Menos en Argentina siete meses después. “El catalizador central de las acciones colectivas en el Río de la Plata”, afirma, “ha sido el rechazo a la violencia machista”.
Las alertas feministas que organiza la Coordinadora de Feminismos son justamente el centro del texto siguiente, en el que las investigadoras uruguayas Valeria Grabino y Victoria Furtado –que también integra el colectivo Minervas– analizan las formas de organizar y politizar la experiencia de ser mujeres a partir de tomar las calles y resignificar el cuerpo poniéndolo en lucha. Las alertas, dicen las autoras, “son la expresión pública más visible del resurgimiento del feminismo en Uruguay y se inscriben en una movilización creciente de las mujeres en el continente”. Se refieren a tres dimensiones que caracterizan la acción pública del feminismo local: “Los usos del cuerpo, la presencia activa y la resolución de la tensión unidad-heterogeneidad”. Esto último se refleja, entre otras cosas, en la decisión de leer las proclamas de manera colectiva, para “hablarnos a nosotras mismas, reconocernos, hacernos espejo de mujeres en lucha”, según explicó la Coordinadora en el momento en que definió la medida. Estas tres dimensiones, concluyen Grabino y Furtado, “evidencian una nueva forma de hacer política, que traslada al espacio público rasgos propios de los espacios entre mujeres”.
Otro de los aportes es el de Lorena Cabnal, activista feminista comunitaria xinca-maya de Guatemala, y tiene que ver precisamente con un acercamiento a las formas en las que se ha repensado la opresión milenaria del patriarcado ancestral. El texto refiere a la opresión histórica de los cuerpos sexuados de las mujeres y a la opresión capitalista contra la naturaleza. “Para las feministas comunitarias”, resume Cabnal, “el concepto de patriarcado es el sistema de todas las opresiones, todas las explotaciones, todas las violencias, y discriminaciones que vive toda la humanidad (mujeres, hombres y personas intersexuales) y la naturaleza, como un sistema históricamente construido sobre el cuerpo sexuado de las mujeres”.
El libro de Minervas cierra con el manifiesto poético “Hojarascas”, de la artista trans argentina Susy Shock, quien con su sensibilidad y orgullo trava sudaca pregunta, entre muchas otras cosas: “¿Cómo se mata a una sola de nosotras sin matarnos a todas?”.