Despidos, suspensiones, rebajas salariales, reorganización de las tareas laborales, extensión e intensificación de la jornada laboral, teletrabajo, precarización de las condiciones laborales, no separación de los momentos de trabajo y de ocio, dificultad para la organización sindical en la distancia. Son solo algunas de las realidades que afectan a los trabajadores y trabajadoras en estos tiempos de pandemia. Pero, ¿cuáles son las respuestas hoy de la clase trabajadora para defender sus condiciones laborales y de vida? En tiempos de cuarentena e incertidumbre ante la post pandemia, ¿cuál es la “nueva normalidad sindical” que se construirá en un contexto de distancias y semi distancias? Hacemos un repaso por estos temas a través de las miradas de Clara Marticorena del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales del CONICET, y Julia Campos del Observatorio de Deuda Social (ODS) de la CTA Autónoma y el Centro de Investigación y Formación de la Asociación Judicial Bonaerense (AJB). Por Fernando Ruffa (ANRed)*.
Los desafíos de la “nueva normalidad” para los y las trabajadoras
Esta semana finalizó el ciclo de formación “La clase trabajadora y la pandemia: consecuencias, transformaciones y perspectivas de acción”, llevado adelante en conjunto por el Taller de Estudios Laborales (TEL) y la Fundación Rosa Luxemburgo (FRL). En este espacio de discusión, reflexión y formación colectiva se describió la situación actual como “la tercer ofensiva del capital o reestructuración capitalista” (https://www.anred.org/2020/11/06/cual-sera-el-futuro-del-trabajo-en-la-era-digital/). Una combinación de mayor explotación y medidas apuntadas a fortalecer el disciplinamiento: flexibilidad, combinación de tareas, eliminación de categorías, horas extras, mayor tecnificación y los valores del “emprendedurismo” y la “meritocracia”, son algunas de las características de este combo, que busca desmontar derechos conquistados de los y las trabajadoras.
Tras abordar las consecuencias y transformaciones en el trabajo en el contexto de los cambios en el capitalismo, la última parte del ciclo se propuso pensar los desafíos, perspectivas de acción y formas de respuesta organizativa que se puede dar de ahora en más la clase trabajadora para poder defender sus condiciones de trabajo y de vida.
Clara Marticorena es docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA e investigadora adjunta del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL) del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET). Consultada sobre el tema, la investigadora precisó: “la pandemia agudizó la situación de crisis económica que ya atravesaba nuestro país y fue, precisamente, la gestión capitalista de la pandemia la que, en este marco, profundizó el deterioro de las condiciones de vida y trabajo de la clase trabajadora. Esto se expresó no sólo en despidos, suspensiones y rebajas salariales sino también, en el caso de los y las trabajadoras que continuaron trabajando, en procesos de extensión e intensificación de la jornada laboral, muchas veces debido a la reorganización de tareas bajo la modalidad de teletrabajo”.
En el caso de los y las trabajadoras declaradas “esenciales” por el decreto presidencial, la investigadora detalló que “estuvieron más expuestos y expuestas a contraer la enfermedad del COVID-19, por falta de elementos de protección o protocolos adecuados en los lugares de trabajo”. Considera que “uno de los principales problemas que afecta a la clase trabajadora hoy es el avance del capital en el contexto de doble crisis (económica y sanitaria), y que este avance se cristalice en una ‘nueva normalidad’ ”.
En la misma línea, Julia Campos – basándose en el trabajo colectivo que viene haciendo junto a integrantes del Observatorio de Deuda Social (ODS) de la CTA Autónoma y del Centro de Investigación y Formación de la Asociación Judicial Bonaerense (AJB) -, detalló: “la crisis Covid-19 se monta sobre otra crisis preexistente. En términos muy generales, a marzo de 2020 lo precede casi una década de estanflación que se profundiza en 2018 con la caída del 2,6% PBI y una inflación del 47,6% y en 2019 con una caída del 2,1% y una inflación del 53,8%. Este proceso coincide con el salvataje del FMI que posibilita la fuga de capitales. Por otra parte, a finales de 2019 los trabajadores registrados del sector privado acumulaban una caída del 20,8% del salario real y 28,2% los registrados del sector público, en relación a 2015. Finalmente, se observa también una fuerte caída de los empleos formales (3% entre diciembre de 2017 y diciembre de 2019) y un aumento de los empleos más precarios y sin registro”.
“A estos procesos generales podemos sumar mecanismos aplicados en distintos sectores que implican una mayor intensidad y extensión del trabajo – amplió – El primero asociado a polivalencia o multifunción, pero además con un creciente componente salarial de premios por objetivos y presentismo, expresados en diferentes cláusulas de los convenios colectivos de trabajo. En el segundo caso, asociado directamente al pluriempleo como necesidad vital”.
Ante este contexto, Campos considera: “los principales desafíos consisten en detener la caída del salario real, evitar procesos de precarización laboral, luchar en unidad contra la competencia que ejerce el desempleo y la baja salarial. Sobre esta situación general se montan dos nuevas problemáticas, la primera ligada a garantizar la salud de los trabajadores y trabajadoras que, con diferentes niveles de formalidad, se ven obligados a salir a trabajar. La segunda refiere a la generalización del trabajo remoto y las implicancias sobre las condiciones de trabajo, sobre la organización del proceso de trabajo y sobre la acción colectiva. En síntesis, podemos decir que los obstáculos a los que se enfrenta la clase obrera son siempre los mismos: la competencia entre quienes trabajan y el desgaste al que es sometida la fuerza de trabajo”.
El rol del Estado y las organizaciones sindicales en este contexto
¿Y el Estado? ¿Y los sindicatos? ¿Qué rol tienen en la pandemia? Consultada sobre el rol que están jugando en este contexto pandémico el Estado nacional y las organizaciones sindicales, Clara Marticorena remarcó que “las disposiciones implementadas por el Estado para contener el impacto de la crisis en el mercado de trabajo se mostraron claramente insuficientes”. En ese sentido, expresó que “la sanción del decreto DNU 329/2020 que estableció la prohibición de despidos y suspensiones, habilitó las suspensiones y rebajas salariales a través del artículo 223 bis de la Ley de Contrato de Trabajo y las mismas fueron convalidadas por diversos sindicatos a través de la negociación colectiva”.
Mención aparte le mereció el subsidio estatal a las patronales: “desde el Estado se subsidió a las empresas a través del Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) para el pago de salarios y recién estos días, a casi 8 meses de declaración del ASPO, se trata en el congreso un proyecto de ‘Aporte Solidario y Extraordinario a las Grandes Fortunas’, que, a diferencia de un impuesto, se trataría de un aporte por única vez y abarcaría a un número reducido de grandes capitalistas”, señaló la investigadora.
Asimismo, la investigadora del CEIL-CONICET detalló que “la sancionada Ley de Teletrabajo (Ley 27555/2020), por su parte, si bien incorporó aspectos favorables a los y las trabajadoras como el derecho a la desconexión y la provisión de los medios de trabajo por parte de los empleadores, no entró en vigencia durante el ASPO/DISPO, sino que se prevé su aplicación a partir de los 90 días de finalizado el ASPO (art. 19)”.
Finalmente, con respecto al rol de las principales dirigencias sindicales del país en este contexto consideró: “las dirigencias sindicales conciliadoras se ocuparon de sostener el ajuste salarial vía negociaciones por debajo de la inflación y acordaron suspensiones y rebajas salariales a través de la negociación colectiva, siendo las líneas opositoras y los y las trabajadoras de base quienes han manifestado o protagonizado distintos conflictos, pero en una correlación de fuerzas claramente desfavorable para el conjunto de la clase”, remarcó Marticorena.
La pandemia y las respuestas organizativas a la “nueva normalidad”
Hecho el diagnóstico sobre la situación, quedan flotando las preguntas: ¿cuáles son las respuestas que se fue dando la clase trabajadora para defender sus condiciones laborales y de vida?
Haciendo un paneo sobre cómo evolucionaron los conflictos laborales desde que se declaró la pandemia, Marticorena explica: “en un primer momento, sobresalieron reclamos por reducciones salariales, salud y seguridad en el trabajo, despidos y suspensiones, así como acerca del carácter esencial o no de distintas actividades. Las negociaciones salariales fueron postergadas, observándose mayores conflictos por motivos salariales a partir de mediados del año”.
En este marco, la investigadora del CEIL-CONICET considera que “los reclamos protagonizados por los llamados trabajadores y trabajadoras de plataformas tienen mucha importancia por la centralidad que asumieron estas actividades, declaradas esenciales, en un marco de aislamiento”, de quienes destaca “la realización de distintas medidas de fuerza, incluyendo paros internacionales”, como principales respuestas.
“Otros conflictos destacados por parte de trabajadores esenciales fueron los protagonizados por trabajadores y trabajadoras de la salud y de supermercados – continúa – Por su parte, los y las docentes, quienes debieron desarrollar sus tareas en forma virtual, han protagonizado distintos paros virtuales”. Como línea común, Marticorena considera que en todos estos conflictos “lo que puede apreciarse es la inacción de gran parte de las direcciones sindicales, alineadas con el gobierno nacional, mientras los sectores combativos y los y las trabajadoras de base parecen ser quienes han protagonizado los distintos reclamos laborales”.
En tanto, Julia Campos consideró que “el primer objetivo de la clase en su conjunto frente a la pandemia fue de resistencia, de intentar no perder mucho y lograr que esas pérdidas no se consoliden más allá de la situación coyuntural de la pandemia. Estos objetivos fueron llevados adelante mediante acciones de protesta intensas y sostenidas en el tiempo”. Pensando específicamente en las principales metodologías de luchas gremiales implementadas en este contexto, consideró: “algunas de las formas más utilizadas fueron los paros, acampes, movilizaciones, piquetes, y diferentes denuncias públicas. Asimismo, se puede agrupar a los principales motivos de la protesta en: medidas de protección de salud; despidos y descuentos salariales; y recomposición salarial”.
“En relación a las medidas para proteger la salud (protocolos, materiales de seguridad de calidad, a disposición, y debates en torno a la esencialidad de la actividad), – amplió – se destacan las movilizaciones y asambleas llevadas adelante por los trabajadores y las trabajadoras de la salud enmarcados en ATE o en FESPROSA, multiplicadas en los hospitales y en diferentes provincias del país. Además se registraron diferentes conflictos por estos temas en los ingenios Ledesma, San Isidro y Tabacal, en el ferrocarril Sarmiento, en Metrovías, en la línea 60, en Toyota, en Coto, en Cencosud, por solo nombrar algunos casos”.
En cuanto a las protestas contra los despidos y descuentos salariales consideró: “se suscitaron múltiples conflictos, aun cuando ambas dinámicas estaban prohibidas. En líneas generales, las acciones obreras tuvieron por objetivo revertir: en primer lugar, despidos o suspensiones, en segundo lugar el pago de salarios en cuotas, y en tercer lugar recortes salariales o deuda completa de los salarios. En el primer caso, se registraron conflictos en Siderca, Grupo Sedamil Tenaris, Grub S.A, Teleperformance, Gotan, Gate Gourmet, y Vía Bariloche como ejemplos. En el segundo caso, podemos nombrar los conflictos en Perfil; Docentes de Neuquén; Docentes, personal de la administración pública y de la salud en la provincia de Chubut; Choferes de colectivo de Rosario, Santa Fe, Bariloche, Buenos Aires, Tucumán y Córdoba, y Glovo. Finalmente, hacia fin de año comenzaron a explicitarse los conflictos ligados a la recomposición salarial entre los que se destacan paros en la industria lechera y petrolera, movilizaciones en comercio, asambleas en la siderurgia, movilizaciones en el sector salud en numerosas provincias, piquetes de pesqueros en Chubut; movilizaciones en la empresa Citrus, paros en Perfil y el Cronista por la reapertura de paritarias; la jornada de lucha de ATE contra el ofrecimiento del 7% de aumento por parte del Estado Nacional, paro y movilizaciones de la Conadu Histórica y paros de la Asociación Judicial Bonaerense y de la Unión de Empleados de Justicia de la Nación”.
Finalmente, consideró que “además de acciones de protesta, durante la pandemia se registraron acciones tendientes a morigerar el impacto de las misma en la salud de quienes trabajan y en sus condiciones de trabajo”. “Es interesante observar las acciones sindicales tendientes a pensar y construir protocolos de seguridad y a regular el teletrabajo”, destacó, y agregó: “una de las experiencias más interesantes fue la negociación colectiva de la implementación del teletrabajo para los judiciales de la provincia de Buenos Aires. Además de ser el primer convenio firmado de estas características, el sindicato incluyó una cláusula de vencimiento y posible renovación con el objetivo de no consagrar la modalidad. Al mismo tiempo, en dicho convenio se deja expresado el carácter voluntario y revocatorio del teletrabajo y el sostenimiento de todos los derechos laborales de la presencialidad tales como la fijación de la jornada y el derecho a la desconexión. Finalmente, se incluye una cláusula de información de diferentes indicadores ligados a la aplicación del teletrabajo en favor del sindicato”, explicó.
¿Cuál es la nueva normalidad sindical que se construirá en la post pandemia?
Finalmente, la pregunta sobre cómo sigue todo continúa girando como una moneda lanzada al aire.
Con respecto a las perspectivas a futuro que hay para la relación capital-trabajo para la post-pandemia, Clara Marticorena remarcó: “creo que la principal disputa consiste, precisamente, en el modo en que se pueden consolidar, o no, las condiciones imperantes en el marco de la pandemia en una ‘nueva normalidad’. Es decir, la disputa sobre cuánto del deterioro de las condiciones salariales y de trabajo logren o no constituirse en condiciones ‘normales’ de explotación de la fuerza de trabajo. Considero que este es el principal problema a pensar en un contexto de ajuste que posiblemente se profundice. En este sentido, es clave la estrategia de organización y lucha de los y las trabajadoras y el cuestionamiento de la estrategia de conciliación de gran parte de las dirigencias sindicales”, sentenció.
Por su parte, para Julia Campos el futuro tiene color de incierto: “creo que hacia adelante hay incertidumbre. Primero porque no sabemos cuál es el cierre del capítulo. Segundo porque es difícil magnificar los daños”. No obstante, rescata que “el ensayo llevado adelante durante estos meses también nos deja enseñanzas y la necesidad de tomar nota y trazarnos estrategias en ese sentido. Este fue el caso de sindicatos y comisiones internas que pudieron debatir y construir protocolos, pensar las condiciones de salubridad de sus espacios de trabajo y crear alternativas y demandas. Al mismo tiempo, la experiencia de teletrabajo fue abordada y discutida por muchos sectores que avanzaron, pensando las implicancias sobre las transformaciones que podía implicar a futuro en los procesos de trabajo”.
* Este artículo forma parte de la cobertura especial del ciclo de formación “La Clase Trabajadora y la Pandemia: consecuencias, transformaciones y perspectivas de acción”, realizada por el Taller de Estudios Laborales (TEL), con apoyo de la Fundación Rosa Luxemburgo.