Por Redacción La tinta para latinta.com.ar
En este año de pandemia, coplicado en distintos planos, La tinta no paró las rotativas. Por el contrario, además del medio que cotidianamente sostenemos, intentamos construir reflexiones críticas para la comprensión de los sistemas sociales, culturales y económicos en crisis, y el libro que sale de imprenta esta semana es uno de los formatos adoptados para tal fin. Uno de los presupuestos centrales de nuestra labor es pensar desde una mirada interseccional que no segmente la información de forma falaz, sino que evidencie los cruces mostrando los estados de realidad de forma integral.
“Hasta Mancharse. Tintas para resistir y re-existir” es un libro que surge como una apuesta por plasmar en papel el registro de una diversidad de experiencias colectivas que abonan las resistencias y las re-existencias de nuestro tiempo. Gracias al acompañamiento de la Fundación Rosa Luxemburgo, hemos podido seleccionar cuidadosamente decenas de artículos periodísticos y fotografías publicados durante los primeros cuatro años de vida de La tinta, con la intención de acercar algunos de los tantos cuerpos, voces y territorios que, debajo de la superficie de este mundo en crisis, tejen la vida que necesita ser contada.
A lo largo de tres capítulos conformados por reportajes, entrevistas, ensayos, crónicas narrativas y fotografías, abordamos los caminos recorridos por los transfeminismos, las resistencias frente al extractivismo y las expresiones culturales que disputan el orden colonial. Movimientos que construyen otros mundos posibles y que atravesaron, desde el inicio, nuestra línea editorial.
Las fotografías e imágenes en este libro no son una simple ilustración, cumplen una función fundamental: completan y enriquecen lo que las notas abordan. ¿Qué mostramos y qué ocultamos en las imágenes? ¿Cuáles son los cuerpos que ponemos en escena y de qué forma son retratados? Son preguntas que nos hacemos constantemente y transversalmente desde lo que mostramos, pasando por la forma en la que fue tomada hasta lo que pasa antes y después de disparar nuestras cámaras. No sólo en la tarea de fotografiar, sino en la tarea de editar y seleccionar las imágenes en la diaria de La tinta.
Transfeminismos y las luchas antipatriarcales
“El periodismo, históricamente, ha sido una herramienta más del patriarcado y, entonces, es una herramienta más de las que nos tenemos que apropiar y a la que debemos desmontar para reconstruirlo desde nuestras propias lógicas, prácticas y experiencias vitales y colectivas. Un periodismo antipatriarcal implica un trabajo continuo de instalarse en el sitio e irnos permitiendo sentir la incomodidad del dolor ante lo sucedido y, en eso propio, descubrir nuestra propia responsabilidad. Que desde la comunicación traigamos esas historias encarnadas nos interpela constantemente a sentir la cercanía con aquellas y aquelles con quienes lo único que nos une es el opresor en común, pues somos constantemente bombardeadas con pedagogías que nos conduzcan al sitio de tranquilidad allí donde no padecer y donde obtener el espejismo de que no estamos siendo acechadas. Romper esos micro ecosistemas donde nos comenzamos a sentir con mayor seguridad es un imperativo y, para ello, se vuelve central la información que comienza a revelarnos un mundo enmarañado en donde nada puede ser visto sin una visión de género, pero tampoco desprovista de una lectura antirracista, no clasista y no xenófoba”, dice Marlene Wayar -activista travesti, escritora, psicóloga social, periodista, Doctora Honoris Causa y fundadora de la Asociación Civil Futuro Trans- en el prólogo del primer capítulo.
“Lo que podemos juntes” constituye un recorrido por las luchas antipatriarcales en nuestro país durante los últimos años. Desde el primer Ni una menos al Paro Internacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis y No Binaries, vimos nacer los pañuelazos a través de los lentes de nuestras cámaras, la desclandestinizacion del aborto, la marea verde y una diversificación de luchas que se modificaron y ampliaron en un contexto de contraofensivas fundamentalistas y neoliberales. Desde la diversidad feminista de nuestro territorio Abya Yala, nos hicimos miles de preguntas, que fueron el horizonte de las notas que componen esta selección. En ese hacer, nos transformamos y, cuando feministas nos quedó incómodo, nos dijimos transfeministas, acompañando la ampliación de los límites, una vez más, y trastocando nuestra forma de nombrar -siempre en construcción- para ensayar formas de lenguaje que no dejen afuera a nadie.
Al mal desarrollo, buen vivir
En el segundo capítulo, reunimos voces y alternativas socioambientales en defensa de los territorios, en el marco de una crisis ecológica y civilizatoria a nivel local y global que la pandemia evidenció aún más. A lo largo de los últimos cuatro años, el avance del extractivismo -y, en particular, el agronegocio- en todo el país, tuvo su contracara en el crecimiento de movimientos y comunidades que resisten en defensa de nuestros bienes comunes. Resistencias que, a su vez, derivaron en una multiplicación de conciencias y experiencias alternativas al actual modelo de desarrollo, basadas en la soberanía alimentaria, la agroecología, el cuidado del monte y la biodiversidad, y en formas de vida que buscan el equilibrio con la naturaleza de la que somos parte.
“A la historia la escriben, siempre, los cuerpos: en las calles, en los pliegues, en las banquinas”, escriben Miryam Kurganoff de Gorban, Coordinadora General de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Escuela de Nutrición de la Universidad de Buenos Aires, y Marcos Filardi, abogado de derechos humanos y soberanía alimentaria, prologando el primer capítulo. “La lucha es cruel y es mucha, lo sabemos. No da respiro. A ellos les gusta el dinero y a nosotrxs nos gusta la vida, dirán por ahí. Pero somos cada día más quienes ansiamos una vida digna, que valga la pena de ser vivida”, agregan.
Celebrar la lucha. Culturas contra la colonialidad
Por último, festejamos expresiones culturales que, de diversas maneras, disputan el orden colonial heterocis, racista y clasista. El tercer capítulo recorre una agenda cultural que, en estos años, fue corriendo sus bordes, para amplificar las voces de las resistencias originarias, populares, migrantes, juveniles, disidentes y feministas. Habitamos las calles y los puentes, el campo y la ciudad, para detenernos en los detalles de esta gran comunidad, para encontrarnos en comidas, plantas, cantos, casas, artistas que hablan de un presente hecho de otros tiempos y otras sensibilidades.
“Hasta mancharse. Tintas para resistir y re-existir” es una cartografía periodística que da cuenta del modo en que asumimos el ejercicio periodístico, poblado de preguntas, incomodidades, dolores y contradicciones, pero con la certeza de que el camino es mirar allí donde los nuevos mundos se obstinan en nacer.
Claudia Huergo es la prologuista del tercer capítulo. La psicoanalista, escritora y docente de la Facultad de Psicología dice: “Cuerpo, territorio, formas de vida. Las siguientes crónicas dan cuenta de expresiones culturales de resistencia que van engarzando formas de disputa sensible ante el orden colonial heterocis, racista, clasista. Datan sobre cuatro años intensos y una apuesta: una agenda cultural que corra los bordes de lo decible, lo visible, relevando en cartografía sensible esas disputas. Las narraciones funcionan como un tejido conectivo donde proliferan resistencias e insistencias indígenas, populares, juveniles, disidentes y feministas. No eligieron un tono de denuncia o victimización para abordar los relatos. Tampoco son crónicas heroicas. Diría que eligieron narrar la potencia, en una clave de sigilo, pero también de expectancia, a través de historias singulares, situadas. No es un tratamiento masal de las historias, sino individuante. El resultado es que unx puede quedarse un rato allí. Habitar(se) en ellas”, concluye la escritora.