Ser trans en España: ¿Estado de bienestar para qué sujetos?

El colectivo Acción Trans Combativa de Madrid se hace fuerte en la lucha contra los fascismos y los conservadurismos, también dentro del movimiento feminista. 

Entrevista a Kiar Ciotoli/ Acción Trans Combativa, Madrid, España

¿Qué es Acción Trans Combativa?

Es un colectivo de personas trans y no binaries en cuestionamiento de género que se define en el marco antifascista, anticapitalista, anticapacitista, que trabaja en varias líneas, una de las más importantes es la de generar un espacio seguro de encuentro y reflexión que pueda conectar a las personas trans o que no responden al modelo cis heteronormativo y generar red y pensar juntes cómo habitar esta ciudad que muchas veces es muy hostil para nuestras vidas. Por un lado, hacia adentro generar espacios seguros, por el otro, actividades, acciones, eventos, hacia afuera, conectándonos además con diferentes luchas. Hemos estado sobre todo en contacto con movimientos que trabajan la antipsiquiatría, el anticapacitismo y en general, todas las organizaciones que se definen anticapitalistas.

¿Cómo se entrecruzan los condicionantes de género y sexualidad con otros temas como la clase social, la raza, la migración en las condiciones de vida de las personas en España?

Desde los activismos trans, anticapitalistas, antifascistas, etc., entendemos que la condición de género y de sexualidad disidente en general están en comunicación constante con otros ejes de opresión ya que desafiar la norma CIS heteropatriarcal de por sí también implica desafiar un modelo económico que se constituye sobre la base de la familia heterosexual monógama que es la unidad central del actual sistema económico opresor que es el capitalismo y que también se nutre de la explotación racista y colonial. Entonces en el momento en que se desafía uno de estos ejes normativos, sea la orientación sexual, la expresión de género, sea la identidad de género, hay algo que molesta a todo ese entramado de normas. Y más allá de esto que es desde el punto de vista más teórico, en la realidad esto se transforma en vidas precarizadas porque en el momento en que se experimenta violencia de género disidente se limita el acceso a muchas cosas, y eso precariza tu vida. Es como siempre decimos, que las trans y bolleras somos clase obrera. ¿Por qué somos clase obrera? porque se nos dificulta el acceso a trabajo digno, a viviendas, a los recursos del estado de bienestar. ¿Estado de bienestar para qué sujetos? Está claro que tenemos que ser capaces de ver la intersección que hay entre las varias opresiones y quiénes son las subjetividades que están ocupando estos lugares marginales. Porque muchas veces si vemos los ejes de opresión por separado se corre riesgo de reproducir muchas de las opresiones dentro del mismo colectivo. Es muy claro por ejemplo la histórica relación de poder que siempre ha habido entre los gays blancos que han sido la cara visible de lo LGTB y cuando en verdad muchas de las dinámicas de poder se reproducen ahí. Y que el sujeto privilegiado, hombre, blanco, cis, sigue manteniendo sus privilegios.

¿Qué implica el reclamo de una Ley Trans y cuáles son los límites de la transformación a partir de las leyes?

En cuanto a la Ley Trans que desde hace un año está siendo el centro de los debates políticos dentro de los activismos trans, hay varias posturas y varias consecuencias. Por un lado, el llevar al debate público y en las agendas políticas el tema de la autodeterminación de los cuerpos, etc., tiene un impacto de por sí positivo porque acerca a subjetividades y realidades cis heteronormativas a plantearse cosas que sino no se hubiesen planteado, no se puede negar este lado más así de visibilidad, etc. Pero hay otra parte que, por supuesto está haciendo que en ese proceso se pierdan muchas energías y muchas posibilidades de alianzas entre los cuerpos disidentes ya que de repente, el centro de los activismos se vuelve algo que está mediado por dinámicas muy institucionales y que muchos de los activismos no comparten esta visión y no necesitan la legitimación del Estado para poder existir. 

Entonces se crea una fractura entre las organizaciones más institucionales que ponen el centro, como objetivo de sus actividades y activismos la consecución de esta ley, -que como todo proceso institucional que pasa por debates parlamentarios se va recortando-, las personas que menos importan para ese sistema racista y heteropatriarcal, como las personas migrantes que se van a quedar fuera de la ley, los menores trans, o las personas no binarias, todas esas personas que no importamos, nos vamos a quedar fuera de la ley, y mientras tanto hemos perdido toda nuestra energía para luchar por una ley que ni siquiera no va a cambiar nuestras condiciones materiales ni simbólicas. Personalmente creo que no se debería gastar tanta energía en procesos institucionales en general y dedicarnos más a crear realidades autogestionadas, espacios seguros, realidades donde encontrarnos sin que esté algo institucional mediando, que sea el centro de nuestros activismos.

¿A qué se refieren cuando dicen que hay que recuperar la memoria histórica del movimiento?

Yo creo que nos referimos a conocer y reconocer sobre todo quiénes han sido los cuerpos y las subjetividades que han estado presentes en las luchas y nos permiten vivir las condiciones materiales que vivimos hoy. Y entender cuál eran sus discursos, cuales son los de hoy, cual ha sido el recorrido que nos ha llevado a algunos discursos y no a otros. Saber esto es súper importante porque nos sirve como antídoto a discursos transodiantes por ejemplo, que se están dando hoy, además apropiándose de algunas bases teóricas que se han generado desde los márgenes y de repente están siendo usadas como armas en contra de las mismas disidencias. Entonces reconocer y legitimar y dar espacio a relatos históricos disidentes es fundamental. Desde el discurso hegemónico se hace una labor constante para ocultar, para borrar toda esa historia y entonces desde los márgenes tenemos la obligación de recuperar estas voces. 

Sobre todo, en Madrid hay una dificultad muy grande para reconocer el valor político de las trabajadoras sexuales por ejemplo y hay una parte abolicionista muy fuerte que poco se cuestiona el eje antirracista dentro de su demanda de abolición de la prostitución a través de las instituciones blancas. Todos estos melones quedan sin abrir. En todo esto recuperar la memoria histórica puede jugar un papel fundamental.

¿Hay una reacción conservadora en este momento en España? ¿cuáles son sus características?

En cuanto a la reacción conservadora en España, se está dando en el marco general europeo colonial y que está claro que toda la historia nos enseña que cuando se precarizan las condiciones de vida, los discursos que apelan al miedo encuentran un territorio muy fértil para poder extenderse y encontrar el apoyo de muchas personas que tienen miedo. Personalmente lo que más me preocupa y donde pondría el foco de atención es toda una parte que supuestamente debería ser aliada, o debería estar generando alianzas que de repente dentro de los sectores que se enmarcan dentro de la izquierda, se estén dando discursos transodiantes, muy parecidos a las derechas, es esto lo que más me preocupa. ¿Cuál es el daño que se está generando desde ahí? Porque si no somos capaces de oponernos a ese discurso de extrema derecha y posicionarnos políticamente con los márgenes, ¿cómo vamos a resistir a esto? En España, en particular yo creo que hay problema bastante grande sobre todo con el racismo, por supuesto y con sus derivados como puede ser la abolición del trabajo sexual que implica ocultar muchas voces de personas migrantes, trans, trabajadoras sexuales que de repente se ven atacadas por estos feminismos blancos. ¿Por qué se está dando esta reacción conservadora de extrema derecha? Estos feminismos le están poniendo sobre el plato todas las argumentaciones para que nos odien.

¿De qué manera se produce el debate en torno al sujeto de los feminismos al interior del movimiento feminista en sentido amplio? ¿qué plantean ustedes sobre este tema?

El debate sobre el sujeto del feminismo está generando mucho conflicto, mucho desencuentro, desde hace unos años aquí en España, para mí tiene mucho que ver con la dificultad que se está teniendo desde el sujeto de Mujer con M mayúscula cis-hétero blanca en reconocerse no solo como sujeto oprimido, sino también como sujeto opresor que ejerce violencia. Y hasta que no se reconozca desde ahí y se queden en el papel de víctima, que también el papel de víctima tiene capacidad de ejercer mucho poder, se tiene mucho poder desde ahí, pues en dejar afuera a otras subjetividades que también están siendo violentadas por el sistema patriarcal cis hétero racista, ahí también está recibiendo también las consecuencias de todo esto, pero claro, sus voces no son tan legítimas como las de la mujer. Luego eso tiene sus consecuencias a la hora de las demandas que se hacen a las instituciones, quién puede, quien no puede pedir las políticas públicas que se están articulando en España corresponden a las necesidades de un tipo de sujeto que es la mujer cishétero blanca. Ya en el momento en que nos planteamos quién tiene la legitimidad para decidir quién sí entra, quién no entra en la categoría feminismo, ya ahí tenemos un problema de fondo y creo que es necesaria una revisión de la categoría general feminismo, feminismos, y es muy llamativo como las últimas manifestaciones masivas de feministas da la sensación de que tuviéramos que pedir permiso o dar las gracias a las feministas por dejarnos entrar en su espacio. Desde este lugar es muy difícil sentir que ese es tu espacio. Y es muy difícil generar resistencia frente a los discursos de extrema derecha si tenemos que pedir permiso para «entrar» en el feminismo. Lo que se propone es como una revisión de parte de quién está ejerciendo presión dentro del mismo feminismo, y el miedo que hay a perder esos privilegios. Y la respuesta de ese feminismo transodiante con su eslogan con «el borrado de las mujeres», tiene mucho que ver con el miedo a que, de repente, se ponga en discusión su identidad cis-hétero. Como que llega la disidencia y dice que ser una mujer CIS también es una opresión, no, esto no puede ser.

¿Cuáles son los mayores desafíos de las disidencias LGTBIQ+ en este momento?

Los desafíos de la disidencia de género- sexual en este momento creo que son muchos, por un lado, empezar a cuestionarnos el tipo de activismo que llevamos a cabo, que muchas veces reproduce dinámicas productivistas, capitalistas, que nos exigimos unos ritmos… producir, producir, producir manifestaciones, discursos, poner el foco ahí y no en el cuidado cotidiano, en generar redes, que parece que ocupa un lugar menor. Y también creo que es necesario revisarse las categorías identitarias que se han ido generando y que muchas veces también comportan una exclusión de quién se queda adentro y quien afuera de esas categorías. Entonces también plantearnos hasta qué punto las políticas identitarias nos favorecen o son una herramienta más de exclusión. Y también hay una parte que siempre ha sido muy problemática a la hora de articular demandas, dónde se pone el foco, porque siempre hay una tensión entre quién se resiste a dejar de lado el binarismo de género y un modelo heteronormativo, parece que una parte del colectivo quiere lograr entrar a ser parte de esa norma y otra norma que articula su discurso en el rechazo a esa norma. Eso es otro melón que hay, que queda por abrir. 

 

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