Escribe: Flavia Medici
Es la tercera edición del Encuentro de Feminismo Sindical y una vez más, cerca de 80 compañeras de diferentes sectores y gremios de todo el país debaten en torno al modo de implementación de políticas de cuidado. Realidades tan distintas presentan tensiones, rasgos comunes, dificultades y el impulso de una acción colectiva. ¿Quién cuida y a quién cuida?, ¿Quiénes cuidan a quienes cuidan? Pretenden delimitar el objetivo y construir en conjunto una estrategia que permita visibilizar desigualdades estructurales y proponer alternativas para una sociedad más equitativa.
Hablar de cuidado en este contexto se ha vuelto urgente. El Observatorio del Derecho Social (CTA-A) realizó una serie de entrevistas a compañeras de las distintas centrales sindicales con la intención de conocer el lugar de las mujeres y disidencias en sectores y gremios diversos. A raíz de la sistematización de las experiencias narradas identificaron tres elementos que son limitantes a la hora de participar de la vida política de los sindicatos. El primero es la segregación horizontal y vertical, es decir, la imposibilidad de acceder a categorías altas o puestos jerárquicos, y la persistencia de actividades o responsabilidades históricamente masculinizadas. El segundo es la violencia aún presente tanto en los lugares de trabajo como en los sindicatos, que los convierte en territorios hostiles para habitar. Sin lugar a dudas, el principal obstáculo que se puntualiza es la doble jornada, cuando el tiempo de trabajo remunerado y el tiempo que se dedica al cuidado hace que el tiempo para la participación en organizaciones sea muy poco o nulo.
Cotidianamente las compañeras desarrollan salidas de lo más variadas para sortear estas barreras y se generan espacios de intercambio que permiten socializar herramientas. Sin embargo, también se reconoce que la gestión del cuidado no debería recaer solo en las mujeres y disidencias, y que las soluciones no pueden basarse únicamente en las redes que se puedan tejer. Es central comprenderlo como una corresponsabilidad del Estado y contar con el financiamiento para el desarrollo de la infraestructura necesaria. En este sentido es prioritario incorporar la discusión sobre políticas de cuidado también cuando se negocia salario y condiciones de trabajo.
Desde este espacio que hoy compone el III Encuentro de Feminismo Sindical se viene trabajando hace tiempo en construir propuestas concretas para la regulación del cuidado. En ese sentido se elaboraron una serie de principios que deberían considerarse tanto como parte de la negociación colectiva en materia de cuidados, como en un marco normativo más amplio. Se pone atención a la necesidad de “desnaturalizar” y que se visibilicen los recursos que requiere el cuidado, de “desmaternalizar” y “desfeminizar” es decir, que no se adjudique únicamente a las madres el deber y derecho de cuidar, ni se de por supuesto que son las mujeres y feminidades quienes se encargan. Entre las observaciones se resalta que se consideren distintos tipos de familias y que de ninguna manera se limiten a lazos biológicos. Se enfatiza en la necesidad de considerar el cuidado desde una perspectiva integral y que se “socialice y desmercantilice” de modo tal de procurar estructuras estatales y comunitarias que se hagan cargo de estas tareas en tiempo y costos. Esto implica vacantes para las infancias en instituciones educativas de doble jornada desde los 45 días, espacios de cuidado específicos para personas mayores, espacios deportivos y/o recreativos para el cuidado de niñes y adolescentes, etc.
En el plenario se pusieron en común los avances que hubo en el último tiempo para seguir con la mirada atenta a qué tipo de regulación de cuidado se exigirá al Estado desde este espacio de Feminismo Sindical. Tres puntos se discutieron con intensidad: rasgos positivos y observaciones del proyecto de Cuidar en Igualdad, el de Reconocimiento a las cocineras comunitarias y por otro lado, la reglamentación del artículo 179 de la Ley de Contrato de Trabajo sobre salas materno parentales.
El proyecto Cuidar en Igualdad se presentó en 2022 pero aún no fue tratado en el Congreso. Se considera un gran avance en materia de derechos, pero a lo largo de los intercambios se hizo foco en dos fuertes limitaciones. Por un lado: quiénes tienen el derecho a ser cuidados y cuidadas, ya que está asociado a hijos, hijas, hijes al momento de nacimiento o adopción, mientras se considera que también debería incluir a personas adultas que por distintas circunstancias precisan ser cuidadas. Por otro lado, uno de los cuestionamientos más concretos es que parece concentrarse en la ampliación de licencias laborales, cuando el cuidado requiere muchos otros aspectos y debería atender a las disímiles realidades de trabajadores y trabajadoras tanto del sector formal público y privado, como del informal. En este sentido, se remarcó la importancia de pensar en una regulación que nos incluya a todas y a todos, que combine aquello que desde el foro de organizaciones sindicales se exige en forma de licencia para tener más tiempo para cuidar, con la demanda de organizaciones comunitarias, que reclaman el urgente reconocimiento de quienes trabajan en cuidado.
Otro de los ejes centrales para tener en cuenta las políticas de cuidado tiene que ver con la reglamentación del artículo 179 de la Ley de Contrato de Trabajo, que establece que en espacios de trabajo de más de 100 trabajadores o trabajadoras se debe habilitar una sala materno parental. Se puede reemplazar asociándose con otros empleadores/as, subcontratar un servicio o hacerlo vía negociación colectiva para acordar un reintegro para el pago del salario de una trabajadora dedicada al cuidado. El mismo tiene un piso del 40% del salario acorde a la categoría “Asistencia y Cuidados de Personas”. De esta normativa se desprenden algunos puntos para prestar atención y tener herramientas a la hora de enfrentar una negociación colectiva. Si se opta por la tercera opción, se monetiza y la sala no sería parte del establecimiento, ¿qué sucede cuando hay menos de 100 trabajadores y trabajadoras? ¿Se diluye ese derecho? ¿Por qué? El texto plantea que esos espacios de cuidado son para niñes de 45 días a 3 años de edad inclusive ¿Por qué tendría que tener ese límite? Se habla de un mínimo y no de un tope, se puede pedir más del 40%, y nada dice en el decreto que reglamenta este artículo sobre quién lo puede cobrar, en caso de que dos personas estén a cargo del cuidado de un hijo, hija o hije, no existe restricción para que ambos cobren el reintegro convenido.
Por otro lado, se celebró la presentación del proyecto de Ley de Cocineras, por el Reconocimiento salarial a trabajadores y trabajadoras de comedores comunitarios que fue impulsado por la organización La Poderosa. Al mismo tiempo, de su análisis se desprende una advertencia para considerar en la discusión: ¿Qué consecuencias puede tener que las organizaciones sociales se constituyan como empleadoras tal como indica el proyecto? Esto significa que el pago de los salarios no dependería directamente del Estado, y sería importante que especifique de dónde surgen los recursos para pagarlos.
Mientras tanto el INDEC, Instituto Nacional de Estadística y Censo, publicó el primer Índice de la Canasta de Crianza, que releva los costos de bienes y servicios esenciales para la protección de infancias y adolescencias, donde incluye alimentación, vestimenta, traslado, educación y calcula un costo por horas de cuidado en base a la categoría de “Asistencia y cuidado de personas” del Régimen Especial de Contrato de Trabajo para el Personal de Casas Particulares. El debate político en torno al cuidado va ganando lugar en la agenda.
Sobre el final del Encuentro, se sintetizaron algunos de los ejes a trabajar para pensar en políticas de cuidado. Respecto a quienes cuidan, es fundamental universalizar los derechos y no permitir que se limiten a una ampliación de licencias para trabajadoras asalariadas registradas. Sobre quienes son sujetos con derecho a ser cuidados y cuidadas, hay que atender a que no se trata solo de infancias sino de personas que requieren cuidados múltiples en distintos momentos de la vida, incluso incorporar la idea de autocuidado.
“¿Qué vamos a exigir al Estado?” pregunta quien modera intentando hacer orden y lee lo anotado en la pizarra: “ampliación de licencias, reducción de la jornada de trabajo, tiempo remunerado para cuidar, formalización de trabajadoras precarizadas, trabajo formal para trabajadoras comunitarias, infraestructura, espacios de cuidado con corresponsabilidad del Estado para infancias, adolescencias y ancianos/as…. ¿en ese orden?”. La respuesta es como un grito: “¡Todo, ya y ahora!”
Todos los intercambios, las miradas, las anotaciones, las reflexiones y agenda común construida en este III Encuentro de Feminismo Sindical son una instancia más dentro del largo camino que se viene recorriendo y del proceso de consolidación de este espacio que tiene la certeza de avanzar en políticas de cuidado para poder apuntar a la reducción de la doble jornada y entonces revertir así la desigual participación en la vida política de nuestras organizaciones sindicales.