Después de la división en Die Linke ¿hay un auge del centrismo antisistema?

Un primer intento para entender la “Alianza Sahra Wagenknecht” dentro del sistema de partidos alemán

Cartel con el logo de la Alianza Sahra Wagenknecht ó BSW en su congreso fundacional en Berlín el 27 de enero de 2024.
Cartel con el logo de la Alianza Sahra Wagenknecht ó BSW en su congreso fundacional en Berlín el 27 de enero de 2024.

AUTORES

Carsten BrabandMario Candeias

Después de un largo proceso de gestación, el 23 de octubre de 2023, Sahra Wagenknecht, ex copresidenta del grupo parlamentario de Die Linke en el Bundestag, renunció a Die Linke junto con otros diez diputados, añadiendo otro grupo escindido a la historia conflictiva de los partidos de izquierda de Alemania. Al formar su nueva asociación, la «Alianza Sahra Wagenknecht – Razón y Equidad» (BSW), allanó el camino para la formación de un nuevo partido político, fundado oficialmente el 27 de enero de 2024, en el cual Wagenknecht ocupa un papel central como copresidenta y homónima. A lo largo de 2024, el partido tiene previsto presentarse a las elecciones para el Parlamento Europeo. También buscan participar en elecciones estatales en tres estados del este, aunque aún enfrentan restricciones financieras, organizativas y de personal.

La formación del partido BSW atrajo la atención de los medios durante meses. Algunas encuestas indican que tienen altas chances de éxito, con hasta un 14 por ciento de los votos. La alianza de Wagenknecht se consolidó rápidamente como último recurso ante la amenaza de una victoria electoral de Alternativa para Alemania (AfD), especialmente en el este del país. Otros plantean que el nuevo partido normalizaría, legitimaría e incluso fortalecería estas posiciones en las encuestas si adopta posiciones radicalmente de derecha para sus temas centrales.

El instituto de investigación Forsa, por otro lado, sitúa al BSW al nivel de un partido marginal. Si el BSW se presentara a elecciones en este momento, según Forsa, correrían el riesgo de «un fiasco electoral, con su entrada al Bundestag marcada por el fracaso». Al mismo tiempo, las previsiones para Die Linke también son divergentes: mientras algunos predicen la desaparición del partido con la renuncia de Wagenknecht, otros destacan las posibilidades de reajuste anunciadas por su partida.

En términos inmediatos, significaría la pérdida del estatus de Die Linke como facción parlamentaria. Tras haber ingresado al Bundestag en 2021 con el 4.9 por ciento de los votos secundarios y tres mandatos directos, con las renuncias, el partido sufrió una reducción en su número de delegados de 38 a 28 miembros. Los delegados de ambos partidos han solicitado ahora ser reconocidos como dos grupos parlamentarios separados. La decisión del Bundestag con respecto a estas demandas aún está pendiente.

¿Es este el fin de Die Linke a nivel nacional? Con su ambigua multiplicidad de voces y mensajes mixtos, el partido confundió durante mucho tiempo votantes con activistas. Una resolución pública de conflictos dentro del partido y una mayor claridad habrían sido necesarios para refundar el partido en cualquiera de ambos casos, dejando atrás la imagen de división profunda y ensimismamiento que ha predominado durante los últimos seis años. Sin embargo, la oposición dentro del partido ya estaba profundamente arraigada desde hace tiempo, y la ruptura se había vuelto necesaria.

“La retórica de Wagenknecht aborda los miedos relacionados con el estatus y las aspiraciones, para proteger los intereses adquiridos de aquellos que tienen algo que perder”.  

Contrariamente a los relatos mediáticos de caída y desaparición, no fue la retirada de Wagenknecht y su séquito de Die Linke, sino más bien el estancamiento político del partido, lo que representaba un peligro mayor para su existencia continua. Las razones de la ruptura son numerosas, en general ligadas a cambios y conflictos sociales; sin embargo, las cuestiones tácticas y objetivos políticos se entrelazaban inevitablemente con luchas de poder intra-partidistas. Cabe preguntarse si la ruptura podría haberse evitado. Pero, a fin de cuentas, no existía una mayoría del partido a favor de las posiciones representadas por el grupo en torno a Wagenknecht, que intentaba cada vez más distinguirse públicamente del resto del partido.

Para Die Linke, esto puede ser una oportunidad de comunicarse de forma clara, sin fuego cruzado permanente dentro de sus propias filas. Dadas sus políticas asociales, los fracasos en el clima y la economía, y las posiciones de derecha sobre inmigración, la coalición gubernamental actual de los Socialdemócratas (SPD), los Liberales (FDP) y los Verdes deja mucho espacio para un nuevo partido de izquierda.

Pero no son los únicos: con su nuevo proyecto, Wagenknecht, también, parece estar distanciándose de muchas posiciones de izquierda incluso más allá de inmigración y las cuestiones sociopolíticas, dejando espacio para un partido socialista de izquierda en términos de políticas sociales y medioambientales. Ya no sigue el ejemplo de antiguos héroes como Bernie Sanders, Jean-Luc Mélenchon y Jeremy Corbyn. En cambio, parece estar tomando como referencia a la Socialdemocracia danesa, con su línea dura sobre la inmigración. Ella misma ha descrito su enfoque como una «izquierda conservadora», al igual que muchos comentaristas, aunque ahora evita utilizar este término.

Todo esto plantea la pregunta: ¿hasta qué punto sigue siendo su proyecto uno de izquierda? ¿Dónde se inscribe el BSW en el espectro político?

La construcción de BSW 

Algunos observadores y por la propia Wagenknecht han identificado la formalización de la estructura del partido como un punto clave para su consolidación exitosa. Hasta ahora, esto se ha visto plasmado en una estricta política de membresía: toda solicitud es examinada para mantener alejadas a las «personas difíciles». En la actualidad los externos no pueden sumarse al BSW ni participar políticamente en el grupo.

Con sus 44 miembros fundadores, el BSW se apoya puntualmente en diez delegados del Bundestag en torno a Sahra Wagenknecht, así como en algunos exfuncionarios y representantes electos de Die Linke. Si bien algunos miembros locales de concejos municipales y distritales de Die Linke se han pasado al BSW, la gran mayoría de los principales funcionarios a nivel nacional permanecen en el partido. Quince de los 16 comités ejecutivos estatales junto con el liderazgo del partido se han distanciado de la ruptura, y solo dos de un total de 118 delegados de parlamentos estatales se han unido al BSW.

Las 838 renuncias al Die Linke desde que se anunció la formación del partido BSW el 23 de octubre, contrastan con los más de 2,100 nuevos miembros que se unieron a principios de diciembre de 2023, con una representación desproporcionada de Berlín. Si bien los números aún no se pueden comparar de manera concluyente, ya que el partido BSW se formó hace menos de una semana, al momento no se han terminado de concretar las deserciones a gran escala del Die Linke para pasar al BSW. Los miembros y funcionarios que cambiaron de partido en diciembre de 2023 ciertamente no alcanzan para establecer un nuevo partido con presencia a en los condados y a nivel estatal.

La elaboración de una lista de candidatos para las elecciones al Parlamento Europeo en mayo de 2024 será una tarea más fácil. No hay un umbral del cinco por ciento para ganar escaños en el Parlamento Europeo, y se puede ingresar incluso con un nivel de aprobación modesto. Wagenknecht anunció que no se presentará, por lo que mucho dependerá de si encuentra candidatos atractivos para esta elección. Fabio de Masi, un exmiembro del Bundestag por el Die Linke y un prominente experto en delitos financieros (como el escándalo CumEx), aparece como el candidato principal para este cargo. Otro posible aspirante es el exalcalde de Düsseldorf y miembro del SPD Thomas Geisel, exgerente en Ruhrgas y un conocido defensor de las reformas de Hartz IV. A principios de 2023, Geisel estuvo involucrado en una disputa con el entonces embajador ucraniano Andrij Melnyk, en la que rechazó el pedido de este último de entregar más armas («Suficiente, Sr. Melnyk»). Criticó las entregas a Ucrania porque dijo que dañarían los intereses alemanes.

Sahra Wagenknecht y Amira Mohamed Ali, ex copresidenta de la facción del Bundestag del Die Linke, presidirán el BSW. El profesor universitario Shervin Haghsheno, anteriormente gerente de la empresa de construcción Bilfinger, será el vicepresidente del partido. Como economista, investiga y enseña el concepto de Lean Construction o construcción flexible siguiendo el enfoque de la Lean Manufacturing (manufactura flexible). De acuerdo con este concepto, los costos (laborales) se externalizan tanto como sea posible. Christian Leye, ex empleado de Wagenknecht y actualmente miembro del Bundestag, será el Secretario General del BSW.

Situación y Caracterización del Partido 

Cualquier clasificación política de un partido que acaba de formarse es, como mínimo, tentativa. Todavía no existe un partido real o una plataforma electoral, solo el manifiesto fundacional de la asociación BSW. Sin embargo, como muestra el nombre, la persona de Sahra Wagenknecht ocupará una posición excepcional dentro del nuevo partido. Con su enfoque organizativo de arriba hacia abajo, la empresa se basa en un culto a la personalidad. En este sentido, las declaraciones políticas de Wagenknecht, además del manifiesto fundacional, pueden considerarse un indicador central de la orientación futura del proyecto.

Como se indicó anteriormente, Wagenknecht misma ha descrito su enfoque en los últimos años como de «izquierda conservadora»: económicamente de izquierda y conservadora políticamente, ella apoya la equidad social y exige políticas restrictivas de inmigración e integración en igual medida. Ella y su entorno han identificado una brecha en la representación en este sentido, y esperan poder ofrecer a estos votantes un acuerdo político. Esto tiene sin lugar a duda un gran potencial; de hecho, muchos observadores han clasificado el proyecto como «autoritario de izquierda», a menudo utilizado como sinónimo de «conservador de izquierda».

El nuevo partido evidencia un modo particular de liderazgo, de corte étnico-populista, que constantemente hace referencia a la voluntad del pueblo, mientras que en realidad retiene el poder político a partir de los sectores demográficos y bloques electorales potenciales que apoyan la iniciativa. Wagenknecht se dirige especialmente, en palabras de Oliver Nachtwey, «a la representación de los segmentos pasivos (y reaccionarios) de las clases baja y media».

Esta vertiente política está fuertemente orientada a los medios de comunicación, cuyo discurso une y condensa los puntos de convergencia de muchos grupos y demandas, identidades y culturas. Lo hace a través de la polarización mediática y la escalada del panorama político. A su vez, incorpora diversas inquietudes que son representadas de manera pasiva y fusionadas discursivamente, con la intención de reunir a las masas en apoyo de un proyecto populista en el que se sientan representadas. Por lo tanto, el proyecto no opera tanto a nivel de los movimientos e iniciativas sociales reales, ni se ocupa de aspectos básicos de la vida diaria, sino que intenta ampliar la visibilidad de demandas relevantes, dándoles una voz más potente y efectiva. El objetivo es cambiar el discurso público y las relaciones de poder político, así como capturar influencia parlamentaria.

“La retórica de Wagenknecht es habitual entre aquellos que están muy alejados de la clase trabajadora, pero que promueven este tipo particular de valorización del trabajador.”

La retórica de Wagenknecht aborda los temores y aspiraciones relacionados con el estatus para proteger los intereses personales de aquellos que tienen algo que perder. Nachtwey llama a esto «fomento del resentimiento». A cambio, hay una especie de «valorización cultural», que utiliza una imagen anticuada de la clase trabajadora. La invocación de antiguas identidades obreras y una cosmovisión basada en el mérito se combinan con una fuerte denuncia del feminismo progresista y de las personas y políticas queer, acusando a los antirracistas de ser la «izquierda-del-estilo de vida» y tener «aires de superioridad», lo cual fomenta las guerras culturales de la derecha. Este discurso pretende «recuperar» a los votantes de la AfD de clase trabajadora que supuestamente han sido decepcionados por la izquierda. Pero incluso si Wagenknecht logra convencerlos con su nuevo partido, lo cual aún es incierto, si utiliza esta plataforma no los estará recuperando para la izquierda.

La retórica de Wagenknecht es típica de aquellos que están muy alejados de la clase trabajadora, pero promueven este tipo particular de valoración del trabajador; compañeros de campaña como Klaus Ernst y Christian Leye se muestran un poco menos alejados. Este punto no tiene lugar en el manifiesto fundacional de BSW. Tal valoración siempre ha sido percibida como instrumental, o subordinada a la causa de una representación imaginaria. Esta forma de liderazgo podría describirse, siguiendo a Antonio Gramsci, como «Cesarismo», o siguiendo a Karl Marx, como «Bonapartismo» — aquí es donde entra el elemento populista. Cabe entonces preguntarse en qué medida esto sigue siendo un emprendimiento de izquierda.

Las posiciones de Wagenknecht sobre la política migratoria son ya conocidas. El BSW no solo aboga por limitar la inmigración; Wagenknecht ha exigido que se eliminen los beneficios sociales monetarios para los solicitantes de asilo cuyas solicitudes hayan sido denegadas, citando estadísticas falsas de solicitudes de asilo rechazadas. Asimismo, ha aprobado la propuesta del maverick del FDP Wolfgang Kubicki para que exista un cupo de inmigrantes en los vecindarios, diciendo: «Creo que no debería haber ningún distrito de la ciudad donde los locales sean minoría, y ningún aula escolar donde más de la mitad de los niños apenas hablen alemán. Sin mencionar que necesitamos desesperadamente reglas para evitar que los inmigrantes sean utilizados como mano de obra barata generando una disminución de los salarios en nuestro mercado laboral». La líder del partido atribuye esto directamente a los migrantes al advertir: «Si abusas de tu derecho a la hospitalidad, pierdes tu derecho a la hospitalidad».

El manifiesto fundacional de BSW aboga por restringir la inmigración tan pronto como «sobrepase […] a nuestro país y a nuestra infraestructura», y se ubica en contra de la migración laboral en general. Esta retórica antinmigrante y de bienestar-chovinista ha cumplido un rol central en sus discursos desde el movimiento de refugiados de 2015, y ha sido dirigida invariablemente contra las posiciones del propio partido de Wagenknecht, Die Linke, supuestamente para no ceder terreno a la AfD en este tema.

Su retórica sobre política climática sigue el mismo patrón. Ha criticado las políticas de la coalición gobernante, especialmente de los Verdes, llamándolas antisociales, «locas» y «estúpidas». Se muestra particularmente severa en su oposición a la Ley de Energía de los Edificios (ha llegado a citar información falsa sobre bombas de calor). Su crítica difiere de la de Die Linke no por haber presentado ideas socioecológicas más convincentes, sino por haber relativizado la importancia de la política climática.

En este sentido, el BSW se opone a la eliminación gradual de los motores de combustión y a una conversión completa a energía renovable, mientras que, al igual que el FDP, llama en su manifiesto fundacional a la «apertura tecnológica», afirmando que «la contribución más importante que un país como Alemania puede hacer a la lucha contra el cambio climático y la destrucción ambiental es desarrollar tecnologías clave innovadoras para una economía del futuro climáticamente neutral y respetuosa con la naturaleza». La renovación ecológica se pospone así a un futuro lejano, mientras que se recurre a pseudosoluciones como el combustible sintético (al que Klaus Ernst ha defendido especialmente).

En temas relacionados con la igualdad y la política de minorías, a menudo discutidos bajo el título de «política de identidad», Wagenknecht defiende posiciones conservadoras (y hasta reaccionarias). Se opuso, por ejemplo, a la recientemente promulgada ley sobre autodeterminación de género, así como al uso de lenguaje inclusivo de género, y polemiza en su libro Die Selbstgerechten (“Los arrogantes”) contra lo que ella llama «Lifestyle-Linke» («izquierda-del-estilo de vida»).

En su manifiesto fundacional, el BSW anuncia su oposición a la «cultura de la cancelación» y a la presunta restricción del rango de discurso aceptable. Wagenknecht y sus seguidores alegan de manera contrafáctica que Die Linke solo representa a los jóvenes urbanos universitarios que públicamente apoyan las políticas de identidad y otros temas de moda como la política climática, mientras descuidan la cuestión social y la cuestión de la paz. En realidad, «la política de identidad y clase no son contradictorias. Pero el supuesto conflicto [entre ellas] se alimenta constantemente para asegurar la propia influencia», como escribe Daniel Reitzig en la edición alemana de Jacobin.

“Junto con este concepto específico de igualdad de oportunidades y equidad basada en el rendimiento, el manifiesto fundacional del BSW también elogia a la clase media alemana.”

Por este motivo, Wagenknecht ha sido acusada por comentaristas políticos tanto dentro como fuera de Die Linke de llevar a cabo guerras culturales de derecha. Ciertamente, estas posiciones corresponden a reclamos individuales de partidos conservadores y de derecha. En cualquier caso, tales posiciones difícilmente pueden ser caracterizadas como «de izquierda».

Sin embargo, la propia Wagenknecht ha declarado que su nuevo emprendimiento político no es «de izquierda». Sus posiciones sobre inmigración, clima e igualdad para mujeres y minorías de género son innegablemente conservadoras en un sentido negativo. Pero sus posiciones económicas, con su enfoque en las pequeñas y medianas empresas, también podrían describirse como conservadoras u ordoliberales (Wagenknecht a menudo se refiere a las obras de la escuela ordoliberal en Alemania).

Como escribe Nachtwey, «Ella critica al capitalismo por el reinado semifeudal de las grandes corporaciones, que impiden la eficiencia, la innovación y la competencia (real). Está más cerca de Joseph Schumpeter que de Karl Marx». [1]  Ella evoca el anhelo de «un improbable regreso a la Edad Dorada del capitalismo». Se trata de un keynesianismo nacionalista que ha tomado el lugar del internacionalismo, y la competencia capitalista el rol del cooperativismo (de economía planificada). Con este enfoque en «soberanía nacional» y «competencia económica», rompe con premisas importantes de las estrategias y perspectivas de transformación socialista.

Sus declaraciones sobre política de paz se alinean aquí también con sus posiciones contra la formación de bloques geopolíticos y sanciones contra Rusia. Si bien ha mencionado la agresión rusa y el sufrimiento en Ucrania de manera esporádica, el argumento central para Wagenknecht, es que la guerra perjudica los intereses de Alemania y su industria, especialmente a través del aumento de los precios de la energía. Por consiguiente, ella y sus colegas abogan por la reanudación de los envíos de gas ruso y la activación del Nord Stream 2 para suministrar energía barata a Alemania. Aquí es donde convergen sus posiciones de bienestar-chovinismo, política exterior y política de integración.

Las recientes declaraciones de Wagenknecht a favor de sanciones, especialmente para jóvenes desempleados y beneficiarios de asistencia, la alinean con un discurso de resentimiento generalizado contra supuestos beneficios de seguridad social injustificados en casos de «participación insuficiente» por parte de los beneficiarios, un discurso fomentado por la AfD y los demócratas cristianos, e incluso por el Ministro de Trabajo Hubertus Heil del SPD. Desde el punto de vista sociopolítico, al momento solo ha abogado por pensiones más altas y mejores beneficios de seguridad social para personas mayores desempleadas, mucho menos que, por ejemplo, la plataforma sociopolítica de Die Linke. «Incluso si has trabajado durante años y has contribuido a los fondos públicos de seguridad social, después de solo un año sin trabajo, eres tratado como un suplicante», afirma el manifiesto fundacional del BSW en referencia a la equidad de contribución. Se critica la desigualdad y la falta de movilidad social, junto con la pobreza entre los niños, los ancianos y las madres solteras, a pesar de recibir seguro de desempleo.

Los logros de los «que trabajan duro» deben ser recompensados nuevamente; se debe restaurar el respeto y la seguridad social, dice BSW: «Nuestro objetivo es una meritocracia justa con una verdadera igualdad de oportunidades y un alto grado de seguridad social». Porque «la prosperidad [p]ersonal no debe ser una cuestión de origen social; debe ser el resultado del trabajo duro y el esfuerzo individual» (ibid.). BSW aboga por una redistribución moderada de la riqueza, de acuerdo con la idea conservadora retro-normativa de que la meritocracia y la «cohesión social» en un contexto nacionalista deben ser restauradas.

“En términos generales, el BSW puede clasificarse más acertadamente como un ‘partido antisistema centrista’ con una mezcla de demandas políticas dependiendo del tema, en consonancia con su aspiración de ser un ‘partido popular’ más allá de ser de derecha o de izquierda.”

Junto con esta visión particular de la igualdad de oportunidades y equidad basada en el rendimiento, el manifiesto fundacional del BSW también elogia a la clase media alemana, a la que reconoce como los «campeones ocultos», lo cual también puede observarse en los escritos de Wagenknecht. Se critica el poder de mercado de las corporaciones, pero no las políticas frecuentemente antisindicales de la clase media, que dificultan que los sindicatos establezcan derechos laborales y de organización. El antagonismo de clase desaparece detrás de los grupos de «trabajadores» y «empresas».

En este sentido, no queda claro si este proyecto puede describirse inequívocamente como de izquierda conservadora o izquierda autoritaria; quizás el partido esté buscando un espacio entre la AfD, FDP y SPD de derecha, en algún lugar «en el medio» donde el BSW imagina que está la brecha de representación, al mismo tiempo que busca superar a todos los demás partidos, incluida la AfD y Die Linke.

Por otro lado, el BSW pide más inversión en servicios públicos para detener el «deterioro de la infraestructura», utilizando un impuesto a la riqueza para hacer que los multimillonarios se hagan cargo del financiamiento, y del desvío de rentas corporativas a través de impuestos sobre ganancias excesivas. En términos generales, piden «un estado de bienestar confiable». Todas estas son demandas clásicas de izquierda, solo con menor nivel de concreción. Queda por ver qué valor relativo se dará en este rompecabezas a cada una de las piezas conservadoras, liberales, socialdemócratas de derecha e incluso de izquierda.

En términos generales, el BSW puede clasificarse más acertadamente como un «partido antisistema centrista» con una mezcla de demandas políticas dependiendo del tema, en consonancia con su aspiración de ser un «partido popular» más allá de ser de derecha o de izquierda. El BSW invoca, de manera poco concreta, «experiencia, razón y juicio prudente».

Cabe mencionar que, en línea con esta caracterización, otros elementos no populistas se han mezclado en el discurso de Wagenknecht desde que dejó Die Linke. Por ejemplo, en una entrevista afirmó que estaría dispuesta a formar parte de una coalición de gobierno con la conservadora CDU en Sajonia después de las elecciones estatales. Cuando todavía formaba parte de Die Linke, Wagenknecht había mostrado una oposición férrea a esta posibilidad y las coaliciones con la CDU/CSU estaban, hasta ahora, fuera de discusión.

Posiciones de los votantes y base electoral potencial

En términos de posiciones políticas e imagen propia, el promedio de los posibles votantes del BSW se ven a sí mismos no como de izquierda, sino más bien en algún lugar del centro del espectro político, similar a aquellos que votan por el FDP, CDU/CSU y los no votantes, y más a la derecha que los votantes del SPD. En este sentido, la imagen política que tienen de sí mismos se asemeja más a la de los votantes de AfD que a la base electoral de Die Linke.

Los votantes a los que apunta el BSW difieren de los votantes (potenciales) de Die Linke no solo en sus actitudes, sino también en su comportamiento electoral actual. Análisis previos han mostrado que una clara mayoría de los simpatizantes del BSW hoy votaría por partidos de derecha, principalmente por AfD. En comparación con este grupo, los votantes de Die Linke son menos relevantes para el BSW.

También existen diferencias significativas entre Die Linke y el BSW en cuanto a la distribución etaria: Die Linke tiene un potencial mucho mayor entre los jóvenes, mientras que los potenciales votantes del BSW tienden a ser mayores. Al observar el ingreso neto del hogar, Die Linke muestra un potencial mucho más fuerte especialmente entre aquellos con ingresos más bajos, mientras que, para el BSW, este potencial se desplaza hacia aquellos de ingresos medios.

“Die Linke deberá enfrentarse a un nuevo rival político, mientras que la formación del BSW podría generar una incertidumbre desestabilizadora entre los votantes acerca de la esencia del partido.”

Die Linke tiene un potencial algo mayor entre los económicamente activos (15 por ciento, en comparación con el 14 por ciento entre los económicamente inactivos) que el BSW (10 por ciento, en comparación con el 15 por ciento). Al observar la distribución por edades, el ingreso del hogar y la ocupación, podemos concluir que comparativamente el BSW atrae a más jubilados, mientras que los trabajadores de bajos ingresos y los desempleados se inclinan más hacia Die Linke.

Con su creciente alejamiento de la izquierda y su acercamiento a la centroderecha, Wagenknecht espera cautivar a los votantes descontentos de las filas de AfD y del SPD, y a los no votantes, al mismo tiempo que se lleva consigo a tantos electores de Die Linke como sea posible. Este acto de equilibrio puede convertirse en una prueba de fuego para el partido. [2] 

A corto plazo, las iniciativas políticas eclécticas y populistas pueden capitalizar el descontento político. Sin embargo, esto no representa un reemplazo para una base de votantes ideológicamente coherentes. A largo plazo, los factores ideológicos juegan un papel más importante. En el transcurso del trabajo parlamentario, con partidos bajo la presión de los rivales políticos y los medios de comunicación, se deben tomar posiciones sustanciales sobre los diferentes temas de la agenda política. La experta en ciencias políticas Sarah Engler ha demostrado que históricamente los partidos anti-establishment centristas cuya base de apoyo, como la del BSW, no se identifica predominantemente como de izquierda o de derecha, han tenido muy bajas perspectivas de supervivencia a largo plazo.

En cualquier caso, Die Linke debe enfrentarse a un nuevo rival político mientras que la formación del BSW podría generar una incertidumbre desestabilizadora entre los votantes sobre la esencia del partido. A su vez, esta presión podría generar una expansión potencial para Die Linke, que debe mostrar una mayor claridad, una postura unificada en los frentes social y ambiental, una orientación sindical, así como atender las demandas de redistribución radical y desarrollar políticas de paz firmes y acordes con los tiempos. Existe un considerable potencial para Die Linke, especialmente entre las personas de bajos ingresos, aquellos decepcionados por el SPD y los Verdes, votantes que se fueron por Wagenknecht y ahora regresan, jóvenes que votan por primera vez y, de manera más general, para movilizar a los exvotantes y no votantes siempre que sea posible.

Tanto Die Linke como el BSW pueden enfrentar dificultades para cruzar el umbral del cinco por ciento en las elecciones parlamentarias de 2025. Pero ambos partidos tienen posibilidades. Las próximas elecciones previas a las elecciones al Bundestag servirán como indicador del éxito de cada partido para aprovechar su potencial y lograr convertirlo en una victoria electoral.

[1] Este alejamiento del marxismo puede observarse en los libros de Wagenknecht desde principios de la década de 2010. Esto también puede ser un eco del enfoque «stamocap», una crítica al capitalismo monopolista del Estado, representado por el antiguo Grupo de Trabajo de Jóvenes Socialistas en el SPD que luego adoptó posiciones centristas (Gerhard Schröder, Olaf Scholz), o por ciertas facciones del Partido Comunista Alemán que luego pasaron a Die Linke y ahora al BSW. En términos ordoliberales, sin embargo, esto no despierta sospechas de izquierdismo, sino que genera interés en el disidente de izquierda en los medios de comunicación de derecha liberal como el Frankfurter Allgemeine Zeitung y Welt.

[2] Es posible que (al menos) se desarrollen dos vertientes alrededor de Wagenknecht; un flanco populista de izquierda, y un flanco populista indefinido tendiente a la derecha.

Carsten Braband es un científico social. Estudia sociología política y se enfoca en el electorado de partidos populistas de izquierda y derecha. Pertenece al grupo de discusión sobre análisis de clase y estructura social de la Fundación Rosa Luxemburgo.

Mario Candeias es un científico político y exdirector del Instituto de Análisis Social Crítico de la Fundación Rosa Luxemburgo.

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