La Deuda Ecológica y Monetaria en el Centro del Debate para una Transición Ecosocial en Argentina

La coalición de organizaciones nucleada en el Equipo Transiciones se enorgullece de publicar su nuevo trabajo sobre una dimensión urgente que afecta a nuestro país y a muchos otros en la región del Sur Global: la interrelación entre la deuda monetaria y la deuda ecológica. El trabajo apunta a rediseñar el abordaje que se hace no sólo sobre estas dos deudas, sino también sobre la profunda interrelación entre ambas y las transformaciones estructurales necesarias para avanzar hacia un camino de justicia ecosocial. 

La crisis económica y financiera de Argentina ha dejado a millones de personas en situación de vulnerabilidad, poniendo además en riesgo la sostenibilidad ambiental. La magnitud de estas deudas nos lleva a identificar la necesidad de ejercer miradas que puedan integrar salidas a estas dimensiones socioeconómicas, pero manteniéndose dentro de los límites planetarios.  Este documento presenta un análisis sobre la interrelación entre la deuda monetaria y la deuda ecológica, centrándose en el contexto argentino y latinoamericano

Sus autores, parte del Equipo Transiciones, son el Dr. Guillermo Peinado, economista de UNR-UNSAM y miembro del Grupo de Estudios sobre Economía, Ambiente y Sociedad y presidente de la Asociación Argentino-Uruguaya de Economía Ecológica (ASAUEE) y el Dr. Francisco Cantamutto, economista-investigador del IIESS (UNS-CONICET), parte de la Sociedad de Economía Crítica de Argentina y Uruguay (SEC) y del Espacio de Trabajo Fiscal para la Equidad (ETFE).

El documento demuestra cómo el concepto de deuda ecológica visibiliza el rol de los países del Sur Global, como Argentina, como acreedores. La apropiación de bienes naturales y el uso subvaluado del espacio ambiental han permitido a las potencias centrales sobreexplotar los ecosistemas, generando impactos ambientales irreversibles. Mientras que Argentina y otros países del Sur siguen siendo explotados ecológicamente, enfrentan al mismo tiempo una creciente deuda financiera externa, que condiciona gravemente su autonomía en materia económica y las posibilidades de avanzar en procesos de transición ecosocial justa y popular.

Pero de acuerdo a los autores, el concepto de deuda ecológica no debe ser confundido con una simple cancelación o swap que compensa monetariamente la deuda externa. En cambio, busca transformar las relaciones jerárquicas invisibilizadas y evitar que los países acreedores impongan dominación sobre los periféricos. Se propone que cualquier estrategia de canje debe servir como un medio para transformar las estructuras productivas en lugar de ser un fin en sí mismo.

Uno de los principales elementos de esta deuda ecológica es el intercambio ecológicamente desigual. Por ejemplo, la huella hídrica de las importaciones argentinas es 18 veces más cara que la de sus exportaciones, mientras que la huella ecológica de las exportaciones se paga más de 22 veces más barata que la misma unidad de absorción doméstica. Este sistema perpetúa la dependencia y el saqueo de nuestros recursos, lo que genera un empobrecimiento nutricional de nuestros suelos, principalmente debido al monocultivo y la falta de reposición natural de nutrientes.

Esta dinámica de deuda ecológica no se puede disociar de la deuda monetaria externa. Ambas forman parte de un ciclo de dependencia y degradación que impide a los países del Sur Global avanzar hacia modelos de desarrollo sustentables y autónomos. Sin embargo, mientras la deuda financiera es reconocida internacionalmente y condiciona las políticas económicas de los países, la deuda ecológica sigue siendo invisibilizada, sin un marco legal que la respalde ni una valoración justa de sus consecuencias.

El Fondo Monetario Internacional (FMI), principal acreedor de Argentina, sigue ejerciendo presión para implementar ajustes fiscales y reformas estructurales que priorizan los intereses financieros por encima de las necesidades socioambientales del país. Estas políticas no solo limitan las capacidades del Estado para gestionar su deuda, sino que promueven una mayor dependencia de actividades extractivas que agravan la crisis ecológica, como la producción de combustibles fósiles o el monocultivo.

En este contexto, la propuesta de canje de deuda por acción climática, que ha cobrado relevancia en los últimos años, puede ser una herramienta útil si se implementa de manera correcta. Este mecanismo permite a los países deudores monetarios reducir sus compromisos financieros a cambio de inversiones en proyectos de conservación y mitigación climática. No obstante, para que estos canjes sean efectivos, es fundamental que no perpetúen la lógica extractiva y mercantilizadora de los recursos naturales, que ha sido la base del endeudamiento y la degradación ecológica en el Sur Global.

La construcción de una nueva institucionalidad, con participación de actores sociales y ambientales, es clave para lograr este objetivo. Es necesario discutir con la comunidad internacional, los organismos de crédito y los sucesivos gobiernos (tanto nacionales como provinciales) para reconocer el rol central de la deuda ecológica en el modelo de bienestar, y poder impulsar un nuevo pacto global que permita a los países del Sur Global saldar sus deudas financieras sin sacrificar sus ecosistemas ni la calidad de vida de sus habitantes.

Desde el Equipo Transiciones, hacemos un llamado a reconfigurar las relaciones internacionales en torno a la deuda y a priorizar una transición ecosocial que ponga en el centro la justicia ambiental y social. Esta transición debe considerar la deuda ecológica como un componente central, que no puede ser ignorado ni subestimado. La justicia climática y la deuda ecológica deben ser reconocidas formalmente en los foros internacionales y utilizadas como argumentos para reestructurar la deuda financiera y habilitar políticas que permitan a los países como Argentina transitar hacia un modelo de desarrollo sustentable.

Sobre el Equipo Transiciones

El Equipo Transiciones tiene como objetivo y aspiración abrir una agenda de propuestas centrada en las intersecciones entre desigualdades sociales y ambientales, de género y raciales, para desde allí trazar un horizonte de transición justa y popular.

Nace en 2023 como equipo de equipos, esto es, un grupo diverso y comprometido de organizaciones y colectivos, que incluyen el Pacto Ecosocial e Intercultural del Sur (capítulo argentino), el Colectivo de Acción por la Justicia Ecosocial (CAJE) y Asociación de Abogades Ambientalistas de Argentina, el Grupo de estudios en Geopolítica y Bienes Comunes (GYBC), el Taller Ecologista, Trama Tierra, Observatorio Observatorio Petrolero Sur (OPSur), el Instituto de Salud Socioambiental (INSSA), el Centro de Documentación e Investigación de la cultura de Izquierdas (CeDInCI), el Centro Interdisciplinario para el estudio de Políticas Públicas (CIEPP), la Fundación Rosa Luxemburgo (FRL-oficina Cono Sur), la Asociación Argentino-Uruguaya de Economía Ecológica (ASAUEE), el Grupo de Investigación sobre Economía Ambiente y Sociedad (GEEAS), y diferentes especialistas que hacen parte de redes de investigaciones y experiencias colectivas.