¿Dónde estaríamos sin las organizaciones campesinas?

El 17 de abril se conmemoró el Día Internacional de la Lucha Campesina, en memoria de la masacre en Eldorado dos Carajás, Brasil, donde fueron asesinados 19 campesinos organizados en el MST a manos de bandas armadas por terratenientes. Un dolor transformado en bandera de lucha por La Vía Campesina que es la organización social más grande del mundo, articulando a 200 millones de campesinos y campesinas en 81 países de todos los continentes. Este 17 encuentra al mundo enfrentando la pandemia de coronavirus, y esta situación tan difícil permitió que afloren preguntas y debates fundamentales: sobre el rumbo de la humanidad, fundamentalmente la crisis climática y la destrucción de ecosistemas; sobre las formas en que están organizadas nuestra sociedades, con enorme desigualdad y la predominancia de lógicas especulativas; y también cómo se producen y circulan en ellas los frutos del trabajo de los pueblos, en particular los alimentos.

Por Huerquen Comunicación en Colectivo

 

Durante este mes de aislamiento social preventivo en nuestro país, la disponibilidad de comida y su precio está entre las principales preocupaciones de gobernantes y ciudadanos. También quedó en evidencia la importancia estratégica del sector campesino y de la agricultura familiar frente a las lógicas especulativas que predominan en cadenas controladas por actores que son pocos y muy grandes. Un sector que a nivel mundial produce más del 60% de lo que alimenta a los pueblos con apenas el 25% de la tierra.

Así cómo nos preguntamos ¿Qué hubiera pasado si estaba Macri? También deberíamos preguntarnos ¿Cómo estaríamos sin el crecimiento de las organizaciones de la agricultura familiar campesina e indígena, y de la economía popular?

Pandemia de Ajuste

“En diciembre de 2019 la agricultura familiar estaba en emergencia, con 4 años de tarifazos y dolarización de insumos, además de la eliminación del 80% del presupuesto del estado nacional dedicado al sector. Donde las condiciones de vida y de producción de las familias campesinas desmejoraron visiblemente, sin contar los casos de persecución policial y desalojos que se dieron en varios puntos del país.” dice Lautaro Leveratto de la Rama Rural del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE Rural).

Para Deolinda Carrizo, una de las referentes del Movimiento Nacional Campesino Indígena Vía Campesina, “Las organizaciones que estamos en la defensa de la tierra y el territorio veníamos golpeadas sufriendo persecución y criminalización; enfrentando intentos de desalojos, constantemente hostigados por grupos armados contratados por empresarios; y también frente a los desmontes y la insistencia en el freno a las fumigaciones sobre familias y pueblos enteros.”

La nueva administración que encabeza Alberto Fernandez las ha ponderado desde el primer momento. Hoy tienen un rol fundamental en el Plan Argentina Contra el Hambre, y militantes de vienen de sus organizaciones ocupan importantes puestos de gestión en lo referido a la producción y distribución de alimentos: Miguel Gómez al frente de la Secretaría de Agricultura Familiar del Mtrio de Agricultura, y Nahuel Levaggi en el Mercado Central, por citar ejemplos.

Pandemia de Especulación

Claramente el confinamiento preventivo se vive distinto según el nivel de ingresos o el grado de formalidad en el empleo. Mientras los trabajadores registrados y las capas medias tienen alguna espalda para sostenerse, distinta es la situación de amplios sectores de la población que viven en barrios populares y han adaptado formas territoriales de resguardo. Ahí la provisión de alimentos es en gran medida a través de comedores y viandas de las organizaciones sociales. Pero en cualquier situación en este mes todos sufrimos subas desmedidas en los precios de los alimentos.

Daniel Yuse del Frente Agrario Evita dice: “El aumento sin dudas tiene que ver con la especulación. Tenemos una matriz productiva de alimentos totalmente concentrada en muy pocas manos y que cuando tenemos este tipo de crisis no le tiembla el pulso para subir los precios. Es fundamental que nosotros pudiéramos tener parte de ese mercado que hoy está en muy pocas manos.”

Para Diego Montón, del Movimiento Nacional Campesino Indígena – Somos Tierra (MNCI ST), “el sector ya venía dando el debate en torno al plan Argentina sin Hambre sobre la importancia de la articulación entre el Estado y las organizaciones, y la importancia de seguir organizando y cooperativizando al sector para dejar de hablar del hambre en Argentina y poder hablar de la construcción de la soberanía alimentaria. En ese debate nos encuentra esta pandemia y se vienen dando distintas alternativas con mucho reflejo. Se han desarrollado esquemas solidarios por todo el país, desde los bolsones de verduras, frutas, provisión de huevos y adaptando la logística a las medidas de seguridad. Es sorprendente la capacidad de respuesta del sector, sobre todo frente al agronegocio que es todo lo contrario, que está especulando con los alimentos.”

Para Agustín Suárez de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT): “Tenemos que poner un punto de inflexión y por lo menos en frutas y verduras establecer una estructura de costos desde el que produce hasta la verdulería que vende al consumidor. Estamos tratando de lograr precios de referencia en las quintas para que lleguen al Mercado Central y mercados concentradores con esos precios acordados, y de ahí a las verdulerías con precios sugeridos. Es lo que ya estamos haciendo.”

En el momento justo

En nuestro país la siembra de las organizaciones campesinas es de larga data (y difícil: ¡hasta se debatía si en Argentina había campesinos!). Territorio labrado lejos de la mirada de una sociedad que sin embargo no paró de llevar el bocado a la boca. Pero el guiso salvador que ahora humea frente a nosotros tuvo en el último tiempo un golpe de horno que resultó fundamental a la luz de los hechos.

En esa línea Leveratto agrega: “Durante el macrismo se produjo otro fenómeno: Los verdurazos y la unidad construida entre organizaciones nos permitió visibilizar al sector y consolidar como nunca antes una la alianza con los sectores urbanos.

Para Montón “El Foro por un Programa Agrario Soberano y Popular fue muy importante en ese sentido porque ya hay una lectura clara de la importancia de la política pública y del rol que se puede cumplir desde el sector.”

Este 17 de abril también se cumple 1 año de la convocatoria al Foro que se realizó en mayo en Ferrocarril Oeste y sin dudas fue histórico. Uno de los hechos políticos más importantes de un año de por sí cargado por el debate electoral. Con el Foro Agrario los sectores populares plantearon los elementos centrales para otro modelo agropecuario en la Argentina.

Pandemia de Agronegocio

Las evidencias que relacionan la explosión del coronavirus y gravísimos riesgos sanitarios y epidemiológicos con la destrucción de ecosistemas naturales y la producción industrial de carnes se acumulan. Agregando que el modelo agroindustrial dominante es responsable de más del 40% en las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial, está claro que hay muchas cosas que deben cambiar.

Así como los dogmas económicos de las corrientes neoliberales se han terminado de derrumbar, es hora de hacer lo propio con los mitos que instaló la llamada Revolución Verde.

“El sistema del agronegocio es uno de los responsables de esta situación; acarrea no sólo pandemias sino contaminación, pérdida de la agrobiodiversidad, etc. La concentración de la tierra tiene que ser abordada en este país; no sólo hay que cuestionar sino revertir este sistema de concentración de la tierra. El sistema capitalista neoliberal en el campo de nuestro país tiene que ser frenado con una reforma agraria integral y popular. Son reformas estructurales necesarias donde la tierra y los bienes comunes deben cumplir una función social” plantea Deolinda del MNCI Vía Campesina.

Para Agustín de la UTT “hay que seguir profundizando el modelo de la agroecología que permite liberarte de la dependencia de insumos que controlan actores híper concentrados.”

Para Daniel del Evita “hubo una Argentina prospera, la de nuestros abuelos, donde la leche que se consumía y la comida que comimos salía de nuestras localidades y la abastecía el pequeño productor. Hay que cambiar esa ruta de los alimentos y volver a un modelo que en algún momento tuvimos pero que gobiernos y Estados cómplices hicieron que se concentrara en muy pocas manos.”

Diego del MNCI-ST: “Creo que el debate del modelo agropecuario en la Argentina se viene intensificando, creo que el uso masivo de agrotóxicos ya nadie puede discutir que no sea un gran problema. El cambio climático y el hambre también ponen al rojo la discusión del modelo agropecuario. Junto con la agroecología, esta pandemia vuelve a empujar esta discusión hacia adelante, porque muestra quienes son los que en esta situación ponen solidaridad y buscan cumplir con su función social, que es producir alimentos y que ese alimento llegue al pueblo.”

“Cambiar el modelo productivo hacia una versión sustentable para el ser humano y el medio ambiente, que tenga como eje central la soberanía alimentaria, no significa que desconozcamos el rol de la agricultura en nuestro país como generadora de divisas, pero sí entendemos que no puede ser ese el único objetivo. La agricultura familiar genera el 60% del empleo rural, produce alimentos para el mercado nacional y tiene una gran apuesta por la agroecología. Fortalecerla es urgente para una nueva Argentina donde el objetivo central sea el bienestar de la población y no la riqueza de unos pocos.” concluye Lautaro del MTE.

Para enfrentar pandemias

En este nuevo Día Internacional de la Lucha Campesina, lejos de las visiones románticas que fantasean con una naturaleza que se recupera mientras la humanidad colapsa, nos permitimos la metáfora del aire limpio para plantear que esta crisis nos permite a los pueblos del mundo reconocer, por detrás del bullicio y el smog transgénico, el rol estratégico del campesinado y las comunidades originarias en las transiciones que necesitamos encarar. En esas y esos ninguneados de siempre están las claves para empezar.

Aunque a esta altura ya suene gastado, es importante volver sobre la parte de oportunidad que tiene esta crisis. En este nuevo escenario se abre la posibilidad de avanzar en todo lo que plantean las organizaciones, y enriquecer el debate con lo que distintas voces (colectivas e individuales) vienen planteando.

Por eso al mismo tiempo que aplaudimos el giro copernicano de políticas estatales en muchas áreas, no podemos dejar de señalar todo aquello en lo que hay que cambiar; como los desmontes, como la locura del desarrollo de Vaca Muerta, como el impulso a la megaminería. Insistir en la necesidad de proteger las semillas en manos de los pueblos y defender y recomponer nuestros ecosistemas naturales; como también replantear la estructura de propiedad y uso de la tierra para salir del hacinamiento en los conurbanos, o enfrentar la desigualdad, la concentración y los monopolios. Y lo hacemos con la disposición a “darle músculo” a estas posiciones; a aportar a cambiar la correlación de fuerzas que haga real todo lo que soñamos.

El neoliberalismo ha usado mucho aquella frase de que el aleteo de una mariposa en una punta del mundo puede causar terremotos en la otra, para dar cuenta del grado de hegemonía que las lógicas del capital habían alcanzado en la vida de millones. De igual manera, ese virus que saltó de una especie a otra en China (y hoy infecta y mata en todo el mundo) y ese bolsón de verdura agroecológica que cualquiera de las organizaciones pone a tu disposición, tienen todo en común. Por oposición, ambos son actores del drama en que se debate la humanidad, donde no hay espectadores y sólo falta que millones terminemos de definir adónde vamos a ubicarnos.

 

Fotos y videos: Huerquen

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