La organización popular «La Poderosa», para este 8M ha lanzado la campaña de impulso al Proyecto de Ley para el reconocimiento laboral de las cocineras comunitarias. La magnitud e importancia de los comedores y merenderos a lo largo y ancho de la Argentina como repuesta a la profunda crisis que ha llevado a que millones de personas padezcan hambre en este país, quedó expuesta en toda su dimensión durante el momento más complejo de la pandemia. Las ollas populares sostienen la alimentación de muchísimas personas, y la gran mayoría de quienes cocinan en ollas, comedores y merenderos son mujeres y disidencias sexuales. La pelea que promueve La Poderosa es por reconocimiento laboral a esta tarea que implicaría un salario ligado al Mínimo Vital y Móvil como base; acceso al aguinaldo, vacaciones, seguridad social, cobertura contra riesgos en el trabajo por enfermedades y maternidad, por invalidez y vida, retiro, acceso a la jubilación y guarderías.
En el año 2022 la Fundación Rosa Luxemburgo publicó el Atlas de los Sistemas Alimentarios, en el que ponemos en valor las diversas iniciativas de solidaridad transformadora impulsadas por movimientos populares en todo el Cono Sur, quiénes ejercitaron activamente aquella idea de Paulo Freire de que, cuando la situación parece que no tiene salida, es preciso “esperanzar”, o sea, “levantarse”, “ir atrás de”, “construir, “juntarse con otros para hacer de otro modo”. Los comedores comunitarios en Argentina son esenciales para el acceso a alimentos de grandes grupos de la población, y en esa tarea, el rol de las cocineras comunitarias es indispensable, y con ello, la urgencia del reconocimiento salarial de su trabajo diario. Más allá de garantizar el pan nuestro cada día, un hecho sin duda urgente, es central su rol para la construcción de alternativas populares en medio del agravamiento del hambre, con un horizonte más amplio, ya que, cuando están vinculadas a procesos históricos de lucha popular, estas experiencias apuntan al fortalecimiento de la soberanía alimentaria y a la toma de conciencia, favoreciendo que en un futuro cercano nuevas formas de organizaciones sociales puedan nacer. Un futuro en que comer bien sea un derecho y no un lujo, y el trabajo de quienes cocinan para el pueblo, sea reconocido.