Chile se adelantó en 10 años y de la forma más radical a las reformas del Consenso de Washington, privatizando los bienes comunes, abandonando al trabajo como centro de la estrategia de desarrollo y transformando al país en el más financiarizado de América Latina. Adopta así una arquitectura institucional y productiva que recrea una sociedad violenta, con sus propios horrores —aunque menos vistosos—, donde la mayoría de la población carece de las tranquilidades económicas mínimas y se encuentra asediada por el estrés, la angustia cotidiana de la deuda y el trabajo no valorizado, mientras, una minoría privilegiada goza de un traje a la medida y vive como en Suiza (Chile tiene más multimillonarios que países como Suiza, Austria, Dinamarca, Holanda, Noruega y Finlandia, entre otros. Además, en comparación con los países que cuentan con mediciones, el 1 % más rico de Chile se lleva el mayor porcentaje de la renta nacional. En contraste, el 75 % de los trabajadores gana menos de $ 437.000).
Compartimos aqui la serie #ElModeloNoSeToca de la Fundación Sol, que presenta algunas de las claves fundamentales para comprender las razones del estallido social que atraviesa Chile, desde una perspectiva estructural y poniendo sobre la mesa, aquello que sí debe estar en debate: las profundas raíces del capitalismo neoliberal que hoy se ha vuelto insostenible.
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