Luxemburgo: análisis y praxis de la izquierda

Rosa Luxemburgo es uno de los íconos del movimiento socialista. Y una de las pocas mujeres, tal vez la única, cuyo papel esencial en el socialismo no se cuestiona. Autora brillante y teórica lúcida, oradora apasionada y política comprometida, camarada combativa y cronista de prosa lírica, su legado impresiona todavía hoy. Personifica una postura en la que la determinación en la lucha política y la “humanidad más altruista” van de la mano.

Luxemburgo no solo da nombre a nuestra fundación; también es la inspiración de esta revista. La forma en la que vivía la reciprocidad entre teoría y práctica, entre análisis y cambio, entre estrategia y acción efectiva es el fundamento del que surge la perspectiva de Luxemburgo y el proyecto de izquierda del que esta revista forma parte y para el que quiere ser un instrumento de debate.

A más de cien años de su asesinato, apenas queda nadie que no sepa quién fue Luxemburgo y que no conozca alguna de sus célebres citas. Sin embargo, en los contextos de izquierda no se suele profundizar en su obra, raramente hay círculos de lectura y su interpretación es a menudo superficial. Algunas de sus afirmaciones, como “la libertad de los que piensan diferente”, han pasado, expropiadas, al discurso político más convencional y se ha falseado su significado para atacar al socialismo.

En esta edición (con motivo de los cien años de su asesinato) queremos dar vida al pensamiento y la obra de Luxemburgo. ¿Cómo podemos usarlos para lidiar con los desafíos actuales, hacer frente a la amenaza de la derecha, a la profunda crisis de lo político y a la enorme debilidad de la izquierda? ¿Cómo entendía Luxemburgo la relación entre el partido y el movimiento? ¿Cuál era su opinión sobre el internacionalismo? ¿Era feminista? ¿O cómo podemos referirnos a ella desde el feminismo de izquierdas?

Tanto en el juego político como en las luchas más importantes, hoy en día mucha gente se pregunta qué hubiera dicho Luxemburgo al respecto. ¿Cómo se enfrentó a la contradicción entre reforma y revolución? ¿Y qué podemos aprender de ella sobre la organización como cuestión fundamental?

Luxemburgo es nuestro modelo a seguir; tanto en su firme convicción de que la sociedad puede y debe cambiar, como en su confianza, pese a las derrotas políticas, para creer en un futuro de emancipación radical: ¡Fui, soy y SERÉ!

 

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