Reflexiones feministas y sindicales frente a la fragmentación laboral
Escribe: Gimena Figueroa
Fotos: Lucía Fernández Ares






En el marco del “IV Encuentro de Feminismo Sindical: Organización y desafíos del feminismo sindical frente a las derechas”, se realizó el taller “¿Quiénes somos hoy les trabajadorxs?”, coordinado por Julia Campos y Juliana Ortiz. Más de cien trabajadoras sindicalizadas de diversos gremios del país se reunieron para repensar la identidad de clase en un escenario marcado por el avance neoliberal, la precarización y la ofensiva contra las organizaciones populares.
El espacio se propuso como una instancia de formación y diagnóstico colectivo, en diálogo con el cuadernillo “¿Quiénes somos?”, parte de la campaña “Las fuerzas del trabajo”, impulsada por la Fundación Rosa Luxemburgo. Este material, elaborado en abril de 2025, recupera debates históricos y actuales sobre la clase trabajadora, reconociendo las transformaciones en las formas de inserción laboral, las desigualdades de género y el impacto subjetivo del trabajo contemporáneo.
Un contexto de ofensiva ideológica y fragmentación
La llegada de Javier Milei a la presidencia profundizó el ataque al mundo del trabajo, desplazando la figura del trabajador por la del “emprendedor” y estigmatizando a las organizaciones sindicales como parte de “la casta”. Esta narrativa retoma viejos postulados del capital que, desde los años 90, anuncian el “fin del trabajo” y buscan invisibilizar los conflictos sociales. Sin embargo, como señala el cuadernillo, el trabajo humano sigue siendo el motor que crea valor, y el modo de producción capitalista continúa regido por relaciones de explotación y expropiación.
En este marco, la pregunta por quiénes somos cobra una centralidad vital. “No estamos en el fin del trabajo, como nos lo vendieron en los 90 y los 2000. Cada vez hay más tareas, más fragmentación, pero también más homogeneización”, afirmó Julia Campos. Y agregó: “El capital necesita menos calificación, y por eso las escuelas y universidades se vuelven trincheras de la clase obrera”.
Mapeo del tiempo y triple jornada




En la actividad, se realizó un ejercicio de mapeo del uso del tiempo cotidiano, para visibilizar la triple jornada que enfrentan las trabajadoras: laboral, doméstica y de gestión afectiva. “La tecnología ayuda a que la tercera jornada se meta por todos lados”, se reflexionó, en referencia al modo en que el trabajo emocional y de cuidados se intensifica y se vuelve invisible.
El cuadernillo también aborda las desigualdades de género en el mercado laboral, señalando que las mujeres trabajan menos horas remuneradas, enfrentan mayores niveles de informalidad y tienen menos acceso a puestos jerárquicos. Estas brechas se explican, en parte, por la organización patriarcal del trabajo doméstico, que limita la autonomía y la participación sindical de las mujeres.
Sectores estratégicos y reproducción social
Uno de los ejes centrales del taller fue la caracterización del mercado laboral actual. Mientras los sectores estratégicos para la acumulación de capital -como los complejos exportadores y el sistema financiero- concentran una proporción menor de puestos de trabajo, se incrementa la cantidad de trabajadorxs en áreas que garantizan la reproducción cotidiana de la vida: salud, educación, transporte de pasajeros, trabajo doméstico remunerado, entre otros. Esta segmentación también se traduce en desigualdades en el acceso a derechos laborales, como parte de una estrategia de disciplinamiento del capital.
Dentro de los lugares de trabajo, persisten divisiones heredadas de las reformas laborales de los años 90: trabajadorxs “efectivxs”, “tercerizadxs”, “de agencia” o “contratadxs eventuales”. Esta heterogeneidad se replica en los espacios de comercialización, desde vendedores en shoppings hasta ferias populares o la vía pública. A pesar de estas diferencias, los procesos productivos están interconectados y desembocan en grandes compañías transnacionales. Incluso el trabajo de cuidados -remunerado, no remunerado o a través de planes- forma parte de este circuito.
Tecnología, control y nuevas formas de explotación




Otro punto destacado fue el análisis de las transformaciones tecnológicas en el mundo del trabajo. La expansión de la digitalización, la virtualización y la informatización -condensadas en la inteligencia artificial, el trabajo por plataformas y la llamada “industria 4.0”- modifica las dinámicas de organización, distribución y localización del trabajo. Estas innovaciones profundizan la coordinación entre tareas, pero también fragmentan los vínculos laborales y aumentan la explotación.
Durante la pandemia se visibilizaron dos dinámicas clave: el trabajo remoto y el trabajo por plataformas. Aunque el confinamiento terminó, la digitalización se consolidó en todos los sectores productivos, intensificando la carga laboral y los padecimientos psíquicos y afectivos. El desgaste ya no es solo físico, sino también emocional, con ritmos crecientes y exigencias de concentración que afectan la salud de les trabajadorxs.
En este marco, las participantes compartieron experiencias que pusieron en evidencia las tensiones cotidianas. Una compañera expresó: “No nos garantizan derechos, no tenemos calidad de vida, no tenemos tiempo de ocio y nuestra única estrategia es la organización sindical. Nos salva la organización, compañeras. No hay otra forma”. Otra agregó: “Se complica porque en el mismo horario estamos haciendo mil cosas a la vez. Yo almuerzo en el trabajo, pero mientras llamo a casa, organizo los horarios, todo. Es todo un tema”. Estas intervenciones reflejan cómo la fragmentación del tiempo y la sobrecarga de tareas afectan la vida cotidiana de las trabajadoras, y cómo la organización sindical aparece como única estrategia de defensa.
Estos debates también dialogan con el diagnóstico del cuadernillo, que advierte sobre el crecimiento de la informalidad, el pluriempleo y la alternancia entre trabajo asalariado, cuentapropismo y changas. La inserción en el mercado laboral ya no garantiza derechos básicos como jubilación, salud o vacaciones, y muchas personas deben complementar sus ingresos con políticas públicas o sobreempleo.
El taller concluyó con una invitación a recuperar la potencia histórica del movimiento obrero argentino, reconociendo sus centrales sindicales, sus luchas y su capacidad de organización frente a los desafíos actuales. “Somos quienes movemos el mundo. Para hacer una remera se necesita a toda la clase trabajadora, desde el marinero hasta la operaria textil”, afirmaron las coordinadoras, reivindicando el valor del trabajo colectivo frente a la fragmentación neoliberal

