Nota y fotos: Flavia Medici
El viernes 30 de junio por la mañana ATE Rosario abrió sus puertas para ser sede de la primera jornada del III Encuentro de Feminismo Sindical, del que participaron casi 80 trabajadoras de más de 40 organizaciones de todo el país. Con el objetivo de construir propuestas contra el ajuste y la represión, compartieron un espacio de capacitaciones, reflexiones, intercambio, debates y el fortalecimiento de una mirada común, aún en la diversidad.
Dos mujeres se suben a la silla y se ayudan con una cinta para colgar la bandera de su sindicato en la pared y esta imagen se repite a medida que van llegando más compañeras. Una forma de decir presente y de darle más calidez al lugar. Unas atan el nudo de las pecheras de otras. Alguien se toma un café que ayuda a dejar atrás los kilómetros que distancian su rutina de esta promesa de construcción política diferente. Sacan fotos, sonríen, se abrazan, se reencuentran.
Florencia Puente, (Coordinadora de Proyectos de la Fundación Rosa Luxemburgo, Oficina Cono Sur), acomoda el micrófono, corre el mate y da la bienvenida invitando a “pensar una caracterización política en relación a nuestra posición como sindicalistas y como feministas… estrategias políticas para contraponer y contrarrestar las políticas de la derecha” y para “encontrar formas desde el mundo del trabajo que acompañen estos procesos”.
Lorena Almirón es la Secretaria General de ATE Rosario. Está en el centro de la mesa y se pone de pie para hablar. «El sindicato tiene que ser feminista. Hay que romper las estructuras patriarcales históricas del sindicato»- dice Lorena, y los aplausos se acompañan con arenga. Agrega que es importante darle continuidad y que “lo transversal de todo este encuentro es lograr la intersindicalidad”. Una palabra: “intersindicalidad”, que parece hacerse cuerpo en espacios feministas.
Carina Savone es la tercera en hablar en la apertura. Ella es subsecretaria de género del Sindicato de Aceiterxs de Rosario (SOEAR) y subraya cuán importante es conocer los logros de otros sindicatos, y darse cuenta que pueden ser nuevos desafíos propios. Carina habla claro, dice que siempre se puede hacer más para que haya igualdad de derechos… y como una chispa que se convierte en fuego afirma sin prejuicios: “¡y ahora, lo quiero todo, lo que nos proponemos, lo logramos!”.
La mesa con publicaciones invita a cargar la bolsa de próximas lecturas. En el pasillo una dirigenta de Buenos Aires le pide el contacto a otra de Entre Ríos. Una compañera termina de llenar el termo justo antes de que empiece la primera actividad de formación y vuelve a sentarse en la tercera fila.
Mariana Campos, Julia Campos y Jimena Frankel del Observatorio del Derecho Social (CTA-A) guían la capacitación. Mariana chequea que se vea bien la imagen que proyecta y marca la cancha. Comparte las conclusiones a las que llegaron luego de entrevistar a compañeras de distintos sectores y sindicatos. El obstáculo principal para participar de las organizaciones es la “doble jornada”, ya que entre el tiempo de trabajo remunerado y el de cuidado, no queda margen. «Lo interesante -afirma- es visibilizar la cantidad de estrategias y herramientas que día a día hacen las trabajadoras para sortear esos obstáculos y al socializarlos quizás sirvan a otra compañera”.
Julia Campos rompe el hielo con una dinámica para demostrar que hay que conocer aquello que queremos modificar. Así justifica por qué va a explicar el funcionamiento del modo de producción capitalista, la forma en la que nos organizamos para satisfacer las necesidades.“La competencia y el desgaste: personal, familiar y organizativo es base de este modelo y la única herramienta que tenemos para contrarrestar esto es la organización sindical porque nos obliga a no trabajar por menos de lo que se acordó colectivamente”.
Sin pausa toma la posta Jimena Frankel y en su exposición remarca la idea de que las condiciones en las que se vende la fuerza de trabajo a cambio de salario no son iguales para todos los trabajadores y las trabajadoras. La distinción por género es un elemento, pero también“hay que tener en cuenta los distintos marcadores sociales que el sistema imprime diciendo quién va a tener más posibilidades de acceder a un empleo”, y destaca así que la mirada interseccional es fundamental dentro del feminismo sindical.
Luego de un momento de preguntas, intercambio y aportes, la foto grupal es en la calle. Cada una con sus historias, ideas e inquietudes, en una misma imagen que las muestra juntas y fuertes gritando: “Jujuy, escucha, ¡tu lucha es nuestra lucha!”. De punta a punta la bandera dice “Basta de represión en Jujuy. Abajo la reforma!» Parece un GPS del marco de este 3er Encuentro de Feminismo Sindical. Se prenden bengalas, los autos esperan y acompañan el canto con bocinas. Un abrazo, una vez más.
La segunda parte de formación viene con gráficos y una lectura crítica de los datos estadísticos para comprenderlos y poder tener herramientas de análisis. Frankel argumenta por qué es necesario avanzar en la regulación de las tareas de cuidado, Julia Campos expone sobre el funcionamiento del mercado de la fuerza de trabajo para concluir que “hay terreno para disputar”.
La tarde sigue en plenario con balance político. Las palabras de Patricia Taritolay, de ATE Jujuy dan pie al intercambio, y se fogonea la necesidad de conocer más sobre la lucha, la política represiva institucional y la organización ante la reforma constitucional provincial. La conversación gira en torno a la articulación tanto intersindical como con las comunidades, la soberanía y el modelo extractivista de la región. Y las formas de resistencia, claro. Durante más de dos horas se comparten reflexiones, construcciones y miradas de las realidades locales con perspectiva nacional.
Cada momento de corte, es una excusa para seguir una charla imprevista. El mismo espacio que alojó intensos intercambios se convierte en una sala de teatro. Luces, telas, música y un cuerpo en movimiento con la expresión precisa son la vida misma en la obra “Las Juanas, una herejía cósmica” que presenta a 8 mujeres atravesadas por distintos momentos de la historia. Arte que conmueve, sorprende, acaricia y cierra la primera jornada.
La consigna para el sábado a la mañana está planteada: por un lado, pensar cómo organizarse tanto en el sector formal como informal para la negociación colectiva. Y por otro lado, continuar con aquello que viene creciendo hace un tiempo: el debate en torno a los cuidados, cuál es el estado de situación actual, la regulación ideal y cómo organizar las demandas en una agenda común.
Un sol potente en pleno invierno acompaña el recorrido por la ciudad hasta llegar a la sede del SOEAR. Una vez más la ronda, el mate, el comentario que alienta y la adrenalina del encuentro.
Casi como una conversación que continúa, Mariana repasa los principios que se desarrollaron en encuentros anteriores para pensar la regulación sobre cuidados, y se pone en común el estado de situación del proyecto de Ley “Cuidar en Igualdad”. Se señala su falta de integralidad, su enfoque limitado a la ampliación de licencias, y a las infancias como sujetos de cuidado. Quiénes cuidan y a quiénes cuidan, aparecen nuevamente como ejes organizadores de la discusión. Por otro lado se comparte la reglamentación del artículo 179 de la Ley de Contrato de Trabajo sobre salas materno parentales y se evalúan los rasgos positivos y aquellos sobre los que hay que prestar especial atención. ¿Qué pasa con los establecimientos que tienen menos de 100 trabajadoras y trabajadores? Es necesario universalizar los derechos que se conquisten y no permitir que se fragmenten y que dejen afuera el sector informal. Sobre el reconocimiento de las trabajadoras de comedores comunitarios, ¿qué sucede si se constituye a las organizaciones como empleadoras? Preguntas, conceptos e información que se detalla, se debate, se pone en juego y se indaga en plenario para pensar en conjunto un plan de acción colectivo desde el feminismo sindical.
Con el mediodía apurando las palabras, las compañeras van saliendo hacia la terminal donde los colectivos tomarán distintas rutas y cada una volverá a su lugar y podrá replicar esta experiencia y contagiar estas ganas de transformarlo todo. Entre bolsos, abrigos y banderas; los abrazos y los “hasta luego”. Saben que, más allá del próximo Encuentro de Feminismo Sindical, la próxima foto conjunta será en la calle.